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sábado, 20 de octubre de 2012

LA NUEVA ERA DEL PETROLEO ECUATORIANO


Fotografia Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini

Ecuador ingresa a una nueva era de explotación hidrocarburífera con el anuncio hecho esta semana por el presidente Rafael Correa que señala a la región selvática del suroriente ecuatoriano como el nuevo destino petrolero del país. El territorio está habitado por nacionalidades, comunidades y pueblos indígenas que deben alcanzar el desarrollo gracias a sus recursos no renovables, ya que “necesitamos petróleo, minería, cobre para salir de la pobreza y eso es una buena noticia”, manifestó el mandatario.

El anuncio de Correa se convierte en una premonición factible con la realización de la XI ronda de  licitación que deberá contratar los servicios de empresas interesadas en explorar y explotar 21 bloques hidrocarburíferos en la región suroriente. El proyecto cuenta con la firme resolución estatal de romper barreras culturales e integrar a las comunidades indígenas de las zonas de influencia, donde algunos confunden “folklore ancestral con pobreza”, dijo el mandatario ecuatoriano en alusión a dirigentes indígenas y fundaciones internacionales ecologistas que se oponen a la extracción petrolera en la Amazonía ecuatorial.

¿Qué trae de nuevo el petróleo para Ecuador?

La nueva etapa petrolera deja atrás una historia que se remonta a 1921, cuando la Leonard Exploration Co. de Nueva York  que había obtenido del gobierno un área de 25 mil kilómetros cuadrados, extrajo el primer barril de petróleo de la Amazonía ecuatoriana. Años más tarde la Shell explotó petróleo en el suroriente hasta 1948, año en que decide abandonar el país aduciendo inexistencia de crudo. Posteriormente, en la década de los sesenta, Ecuador ingresa al boom petrolero, en una segunda etapa hidrocarburífera que arranca en marzo de 1967, con la extracción de 2.610 barriles de crudo obtenidos por la Texaco del pozo Lago Agrio 1, en la frontera nororiental del Ecuador.

El llamado boom petrolero significó para el Ecuador, según el técnico de hidrocarburos Ricardo Obando, la implementación por parte del Estado de “políticas entreguistas y serviles que no democratizaban los beneficios del recurso natural no renovable”. La existencia de contratos leoninos firmados por el Estado con  empresas petroleras internacionales que obtenían el 80% de la participación en el negocio, confirma que “el último beneficiado era el pueblo ecuatoriano”, concluye Obando. 

Atrás queda una historia que no estuvo exenta de la tragedia ambiental con la intervención irresponsable de compañías extranjeras que desolaron la Amazonia nororiental de contaminación y muerte. Emblemático es el juicio contra Chevron Texaco, fruto de la lucha y de la reivindicación de las "comunidades que fueron afectadas por los malos niveles de gestión socio ambiental  y operativa de una empresa que no cumplió con los estándares" que demanda la industria petrolera.
Indomables contra la miseria

Con la reforma a la  ley de hidrocarburos emprendida por el gobierno del economista Correa  la situación dio un vuelco sustancial, a través de la nacionalización y democratización de los beneficios obtenidos del petróleo. Al migrar los contratos a prestación de servicios ahora las empresas internacionales que operan hidrocarburos en Ecuador obtienen ganancias “por cada barril de crudo producido”, cuyo precio es fijado previamente. Las transnacionales “ahora trabajan para el Estado ecuatoriano”, que recupera el rol protagónico de control y administración del petróleo y obtiene la totalidad de la utilidad, en tanto exista sobreprecio del barril tasado a nivel internacional.

La premonición presidencial que anuncia la nueva era petrolera ecuatoriana se enmarca en un “proyecto muy ambicioso y responsable de Estado”, con la puesta en marcha de una política de justicia social y redistribución equitativa de la renta del petróleo que deberá romper el paradigma de marginalidad y postergación del Ecuador amazónico, cuyo paisaje de verde interminable no tiene que ser sinónimo de miseria endémica o triste locación para románticas filmografías ecologistas.

El nuevo modelo de desarrollo hidrocarburífero del Ecuador deberá fomentar y potenciar el patrimonio de los recursos no renovables nacionales, con vigencia de un estatus diferente, según lo establece el plan gubernamental del buen vivir. Prerrogativa contemplada en la Constitución con claros mecanismos de reivindicación de derechos de la ciudadanía y de la propia naturaleza. El destino está trazado: Ecuador deberá echar mano de la riqueza que proviene de la extracción de petróleo que va a financiar educación, salud, comunicaciones, tecnología y aprovechamiento adecuado de los recursos naturales y un manejo turístico sustentable en la Amazonía, territorio que se muestra indomable contra su histórica marginalidad y abandono.












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