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jueves, 18 de octubre de 2012

EL ARTE DE LO POSIBLE


Fotografía La Prensa
Por Leonardo Parrini

Un político realista debe hacer que las cosas sucedan, en el conjunto de estrategias y tácticas de la política como arte de lo posible. Esta verdad está pendiente en Oslo, capital de Noruega donde se reúnen en la mesa de negociaciones las FARC y el gobierno colombiano.

¿Qué se espera de este encuentro diplomático, sin armas sobre la mesa y sin órdenes de captura para los negociadores guerrilleros?

En principio es de esperar que las negociaciones lleguen a su fin y no se vean interrumpidas por la intransigencia de las partes: un gobierno colombiano que ha exhibido éxitos militares sobre la guerrilla y que mantuvo “una puerta abierta a las conversaciones de negociación bajo condiciones”, frente a un grupo insurgente que ha visto caer a sus principales líderes y reducidos a la mitad sus integrantes en los últimos años.

En un marco diferente a las negociaciones anteriores, cuando la guerrilla no asistió a la mesa de negociaciones con mandatarios como Pastrana o Uribe, el nuevo diálogo emprendido por el presidente Santos busca la paz sin condiciones. ¿Qué debe significar la paz en Colombia? Ya no una zona de exclusión geográfica guerrillera. Si la entrega de las armas, no la extradición de los guerrilleros, si liberación de los insurgentes presos y de los secuestrados por la guerrilla, si la incorporación de los insurgentes a la vida política colombiana, no la represalia de la sociedad civil a los ex guerrilleros.

Todo eso y más. Sobre todo, garantías de que el narco tráfico deje de ser una fuente de financiación guerrillera y la guerrilla un escudo protector de dicho negocio. También garantías de que el Estado colombiano creará las condiciones de desarrollo social y económico para que la miseria no sea el motivo para tumbar un sistema injusto con la fuerza de las armas.

En las conversaciones de paz que continuarán en La Habana, luego del primer encuentro en Oslo, la guerrilla no tiene nada que perder y mucho por ganar en el terreno político. La historia pudo haberles señalado el camino a seguir: 40 años de insurgencia han confirmado que la tesis de la lucha armada, al menos en América Latina, no pudo ser viable como vía para la toma del poder popular. Desde la caída de sus líderes Raúl Reyes y Alfonso Cano, entre otros, la guerrilla ha venido actuando a la defensiva, sin un sistema tecnológico eficiente que garantice la seguridad de las operaciones militares y políticas. Sin duda, estos factores motivaron que hoy los guerrilleros colombianos se sienten a negociar la paz con el Estado.

Los integrantes del grupo negociador guerrillero encabezado por "Iván Márquez", e integrado por nueve militantes, entre ellos Rodrigo Granda o "Ricardo Téllez"; Jesús Emilio Carvajalino o "Andrés París" y Luis Alberto Albán o "Marcos León Calarcá, pueden pasar a la historia como gestores de una paz que a todos hace bien, cuando se la consigue con dignidad y se la defiende con  principios. Un acto político posible y necesario.

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