Fotografía El Comercio
Por Leonardo Parrini
Cuando Susan Sontag escribió que
la fotografía es una manera de observar, Juan Antonio Serrano recién era un
niño. Debieron pasar algunos años para que el desaparecido fotógrafo cuencano leyera
a la norteamericana e hiciera suya una de las verdades más rotundas: La
fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma. Esa
manera de mirar en la fotografía de Juan Antonio, coincidencia o no, nos remite
a la afirmación de la Sontag cuando dice que una fotografía es un fragmento: un
vislumbre.
¿Cómo vislumbró la realidad
Juan Antonio? Pues lo hizo con un sentido de registro en que lo cotidiano fue
asunto trascendental, armado de un recurrente sentido de foto reportaje instantáneo, donde la imagen es encontrada sin previas búsquedas a manera de observador
hiperactivo. Allí están las imágenes de los hinchas del estadio morlaco en la pasión
deportiva apoyando a su equipo, el Deportivo Cuenca. Allí las imágenes de Pekín
en su libro Alguien te está mirando, donde Juan Antonio hace gala de ser el observador observado, porque siempre en
esa ciudad tuvo la sensación de estar siendo seguido por la mirada de otro.
Esa observancia tan propia del
caminar de los fotoperiodistas hizo de Serrano un registrador acucioso de
aquello que para otros pasa desapercibido. Su mirada, diría Sontag, al conocer
es, sobre todo, reconocer. Reconocimiento de lo extraño como propio, y de lo apropiado
devuelto al mundo como un testimonio.
En el colectivo Paradocs donde
Juan Antonio hizo su andar en los asuntos de la imagen fotográfica, dejó un testimonio
que plasma en una muestra de una realidad vista con ojo certero, descubridor,
que no hace sino la concesión de recrearla en imágenes fragmentarias de un todo
que es revelado en sus partes esenciales con pasión manifiesta.
Esa pasión que puso Juan
Antonio en su trabajo de fotoperiodista lo hace acreedor a una ética visual que
nos insinúa qué ver y no ver en ese constante juego del fotógrafo con el
espectador de consolidar ideologías, como dice Sontag, donde el valor nostálgico
sobre la realidad tampoco está ausente en la obra de Serrano.
Hoy que despedimos, en homenaje
póstumo, a Juan Antonio Serrano, alevosamente asesinado por esa violencia
urbana que más de alguna vez el propio Juan Antonio aludió en sus imágenes,
el fotoperiodismo ecuatoriano pierde a uno de sus más apasionados observadores para
quien la imagen fotográfica fue una manera de mirar el mundo con ojos profundamente
humanizados.
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