Fotografía Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini
Que el Ecuador ha cambiado su
faz ante el mundo, no cabe duda. Varios hechos así lo confirman. Entre lo
relevante de los vientos de cambio que fluyen de mar a cordillera y de la Sierra
a la Amazonia ecuatoriana está lo que se ha dado en llamar la nueva era petrolera.
Atrás quedó una historia de
desproporcionados contratos a favor de las compañías transnacionales con
regalías que excedían toda lógica de una política soberana que nunca existió
por parte de los gobiernos de turno. Política entreguista que, a cuenta de
colocar el petróleo en el mercado internacional, permitió una explotación
hidrocarburífera sucia de alto impacto ambiental y social en la Amazonia, con
escasos réditos para el país y los pueblos, nacionalidades y comunidades
indígenas de la zonas de intervención.
Para muestra un botón.
¿Cuántos años debieron pasar para que la región amazónica ecuatoriana contara
con las magníficas carreteras que hoy acortan distancias culturales, sociales y
económicas, cuántos sufrimientos tuvieron que padecer el hombre y la mujer
amazónicos para que ahora los excedentes petroleros beneficien a sus
comunidades con el 12% del excedente petrolero en proyectos y obras de
desarrollo, salud, educación y vialidad?
Los vientos que fluyen a
través del verde interminable de la Amazonía ecuatoriana habla de una nueva era
en que el derecho de los pueblos, nacionalidades y comunidades amazónicos a ser
consultados antes de que una sola máquina petrolera ingrese a su territorio, es
una realidad que en estos momentos viven las provincias de Pastaza, Morona
Santiago, Napo y Orellana por primera vez en la historia del país y del
continente.
Sin embargo, la consulta
previa a la Ronda Suroriente Ecuador cuenta con algunos detractores interesados
que no comprenden este nuevo proceso de participación ciudadana que tiene lugar
en el nuevo Ecuador que vivimos. Así, una torpe pero dañina campaña de
desprestigio está en marcha con fines de impedir que la ciudadanía amazónica
ejerza su legítimo derecho a ser consultada y estar bien informada respecto de
la eventual actividad petrolera en sus territorios.
Una campaña de desinformación
aupada desde el exterior por organizaciones que, irrespetando la soberanía del
país, intervienen en asuntos internos del Ecuador con fines proselitistas. A la
vez que financian la acción de grupos y dirigentes políticos criollos que,
mediante el cacicazgo, pretenden seguir manipulando a las poblaciones indígenas
amazónicas que exigen su derecho ciudadano de obtener beneficios de la
actividad hidrocarburífera y la consecuente preservación y respeto de su
entorno natural, a través de una explotación hidrocarburífera responsable.
Hoy, que la palabra del
habitante amazónico vale e incide en las decisiones de gestión pública del
Estado en el manejo de nuestros recursos naturales, existe la inmejorable
oportunidad de optimizar esa política a través de nuestra opinión ciudadana, y
hacer sentir nuestros derechos como ráfaga de los nuevos vientos que corren por la
indómita región amazónica ecuatoriana.
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