Por Leonardo
Parrini
Desde que tengo
uso de razón –es decir, un elemental discernimiento sobre las cosas- vengo
escuchando la palabra crisis para referirnos al modo de vida de nuestros
países. Una forma de ser que no conoce otra perspectiva que no sea la de estar
mal y, eventualmente, ir en picada hacia un hoyo negro. La denominada crisis
hace referencia en el diccionario a un
estado de cambio brusco o modificación importante en el desarrollo de algún
suceso. No obstante, oh sorpresa, la endémica crisis nos afecta desde
siempre y no ha cambiado en sentido alguno, que no sea reiterar ese fatalismo
histórico y geográfico que marca la vida a los latinoamericanos.
Ciertos agoreros
viven empeñados en presagiar crisis en el Ecuador en términos de escasez de
recursos para financiar la vida del país. Un shock motivado por la caída de los
precios internacionales del petróleo, mono producto de exportación ecuatoriano.
Sumado esto a la disminución del ingreso de divisas que envían los emigrantes
criollos afincados en EEUU y Europa. Y otros indicadores “críticos” como reducción
de la inversión internacional directa, caída de importaciones, etc.
Para la prensa
opositora, que saca brillo a sus bolas de cristal, las crisis tienen matices
diversos: A diferencia de la crisis que
vivió el país en el 2009, el Gobierno deberá enfrentar un 2015 sin ahorros y
con escenario externo más complejo. Antes hubo ahorro, ahora hay endeudamiento.
En réplica, el Ministro de Economía,
Patricio Rivera ha dicho: Hay varias maneras de
enfrentar un shock. Una es no educar a mi hijo, no llevar a mi esposa al médico
y ahorrar dinero en la cuenta. La segunda es enviar a mi hijo a la escuela y a
mi esposa al médico, e invertir en mi negocio, pero pidiendo financiamiento.
Una obstinada
postura antigubernamental, repica la cantaleta: Mientras que hace seis años el
país estaba en un proceso de “desendeudamiento”, este año ha tenido que
recurrir a fuerte financiamiento externo. Además de un recorte al Presupuesto
de este año de USD 1.420 millones, el Gobierno firmó convenios de
financiamiento por USD 7.500 millones. De esos, USD 4.000 millones entrarán
este año para diversos proyectos, un 45% de todo lo que requiere el Gobierno
para financiarse este año.
Otras voces afirman que la crisis
actual es de menor magnitud. Tal es la postura de Carlos de la Torre,
catedrático de la Universidad Católica, que afirma que la crisis no comprometerá
las exportaciones del sector privado como en el año 2009, no obstante que el dólar
actual es más fuerte que años atrás. Hoy se trata de una caída de los precios del petróleo,
un producto estatal que no se relaciona con las exportaciones privadas.
El Estado ha adoptado medidas
pertinentes para enfrentar el periodo de turbulencia económica. Una de las
medidas es mantener el nivel de inversión estatal para estimular la actividad económica
y evitar de este modo el desempleo y el decrecimiento económico. El Mandatario ecuatoriano ha afirmado que “el problema no es fiscal, puesto que, el
ingreso petróleo es de un 22% del total del ingreso estatal”. Según el presidente Correa, la situación de la economía nacional está signada por un problema
externo, en la medida de que las exportaciones petroleras son el 55% de las exportaciones totales del país y con economía dolarizada que se mantiene “sólida y que mantendrá el gasto público y continuará potenciando las políticas anti
cíclicas para contrarrestar ese choque externo”. De esa forma, dijo, Rafael
Correa, “continúa el nivel de actividad económica sin que haya un colapso
externo. Hacemos eso porque las cuentas fiscales del Ecuador gozan de una gran
salud”.
Este panorama se
vislumbra a diferencia de las crisis endémicas que asolaron al país en años
pasados. Antes, la crisis implicaba paquetazos con medidas económicas de ajustes antipopulares,
elevación del precio de los combustibles con efecto sobre el precio de los
productos de primera necesidad por directa especulación, inestabilidad política
y violencia callejera, huelgas obreras y manifestaciones de descontento
ciudadano, paralización del sector productivo, disminución del empleo y un callejón
sin salida que conducía a la caída de los gobiernos de turno.
Al finalizar el
2015 el balance es positivo. La economía ecuatoriana creció en un 0.4 por
ciento, pese a que fue un año duro con una apreciación del dólar y
la caída de los precios de petróleo, según el diario El Ciudadano. Ecuador está
sobre el promedio de crecimiento económico de la Región. Y que si se considera
los ocho años de Gobierno se evidenciará que el país supera con creces a otras
naciones con un promedio de crecimiento del 3,9; mientras que América Latina
fue del 2,9 por ciento.
En el año 2015 dejaron
de entrar al país 7.000 millones de dólares que equivale al siete por ciento de
sus exportaciones. El Gobierno hizo la tarea para reducir el impacto de la
venta de petróleo en las finanzas públicas, que ahora representa una décima del
presupuesto. Sin embargo, el sector privado no aplicó estrategias acertadas
para mejorar su producción y aumentar sus ventas.
La mentada
crisis endémica se amplifica en una caja de resonancia de la prensa opositora
que promueve un panorama desalentador para este año 2016, con fines claramente electorales.
El desafío responsable consiste en convertir los fatalismos históricos en
oportunidades de transformación de la vida de nuestros pueblos. Pese a los
agoreros del desastre.
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