Por Leonardo
Parrini
Dios los cría y
el diablo los junta, dice el adagio popular. Ese parece ser el principio que
propicia la unidad de la derecha, izquierda y socialdemocracia, a rio revuelto.
Único común denominador: ser opositor al régimen de Rafael Correa. El ajetreo
político en busca de un frente único que ponga contrapeso a las pretensiones
oficialistas en las elecciones presidenciales y de asambleístas de febrero de
2017, tomó nuevo rumbo esta semana en Cuenca. El encuentro que sostuvieron el
Alcalde Jaime Nebot, los prefectos Paúl Carrasco, de Azuay, y Marcelino Chumpi,
de Morona Santiago; además de Ramiro González, presidente de Avanza y Guillermo
Celi, dirigente de SUMA, habla de una amalgama forzada en la animadversión a
Rafael Correa y la pretensión de borrar todo vestigio de la revolución
ciudadana.
La agenda no
tuvo puntos previos establecidos, salvo el ánimo de forjar un frente único para
elegir una nueva asamblea constituyente. El fin justifica los medios. Este artilugio
sirve de derrotero político para un propósito: conseguir la nueva correlación
de fuerzas en la Asamblea Nacional que permita derribar de un plumazo todo lo hecho
por el actual gobierno. Entre los puntos claves de una futura plataforma
electoral consta la decisión de derogar la Ley de Comunicación, poner fin a las
conquistas ciudadanas en seguridad social, impedir que el IESS ejecute aportes
al Estado y poner freno a la obra gubernamental, reduciendo drásticamente la inversión
estatal en proyectos de desarrollo social.
Para Nebot la
alianza electoral en función de la próxima asamblea, es un tema clave en la
unidad de la derecha. Esto haría posible la derogación de las Enmiendas, devolver
“el libre ejercicio” a los medios de información y retornar a la desinversión estatal.
Nebot ha reconocido que en este afán “no hay fusión de ideologías” y que en este
juego de coincidencia y disidencias, “lo ideal sería una lista única para
enfrentar elecciones del 2017”. Al mismo tiempo, ha sentenciado que “si no se
enmienda, habrá 14 meses de desempleo, elevación de precios y desconfianza”. El
Alcalde guayaquileño confirmó su decisión de no ser candidato presidenciable,
y que lo más lógico es conseguir la unidad en construcción. Para ello, dijo,
hay que “hablar menos a destiempo y no hacer girar las cosas en torno de uno”,
anteponiendo las ambiciones personales.
En la cita de
Cuenca no estaban todos los que son y no son todos los que estaban. Faltaron el
ex banquero Guillermo Lasso y el Alcalde quiteño, Mauricio Rodas. El primero,
no dispuesto a declinar su candidatura presidencial en favor de algun otro
postulante; y el segundo, consciente de que su pretención no tiene opción
viable. Lasso ha manifestado que “la unidad es un medio y no un fin”. Su idea
fuerza es mostrarse preocupado por la falta de empleo, y reiterar que sin
prensa libre no hay democracia. Eso explica su propuesta de “botar al tacho de
la basura de la historia la Ley de Comunicación”.
El encuentro en
Cuenca esta semana tuvo lobby previo. En una reunión a la que asistieron los ex asambleístas Paco
Moncayo y César Rodríguez, quien ahora forma parte de Podemos, Salvador
Quishpe, prefecto de Morona Santiago, Henry Cucalón del PSC, Nívea Vélez de
Convocatoria de Loja, los representantes de SUMA Mauricio Rodas, Paul Carrasco,
Cesar Montufar y Ramiro González de Avanza. El fin fue definir “una agenda
plurinacional para participar en las elecciones de 2017”.
La visión oficialista
Doris Solís, del movimiento Alianza País, ha manifestado que el objetivo
de la reunión de Cuenca es “desmontar la revolución ciudadana y poner fin al
gobierno de Rafael Correa”. Solís se pregunta ¿quiénes son quienes y qué los
une? La respuesta salta a la vista: la unidad de la “derecha con la pseudo
izquierda, es estar en contra de todo” lo realizado por el actual Gobierno. Se
trata de “una unidad sin ideología, que prioriza los negocios privados”, concluye
la dirigente oficialista. Se evidencia el claro propósito de acabar con el rol
protagónico del Estado y de poner fin al modelo de gestión de la administración
pública.
La derecha política ecuatoriana, en sus aspiraciones de retornar al
poder, representa una involución política y social del país hacia clásicas fórmulas
neoliberales. La política es el arte de hacer que las cosas sucedan. La derecha
unida podría ser vencida, a condición de que la voluntad popular, cambie el
sentido a los porfiados hechos.
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