Por Leonardo Parrini
El planeta se da
una última oportunidad en París. La Conferencia Mundial COP 21 sobre Cambio
Climático -convocada por la Naciones Unidas a partir del 30 de noviembre-, busca alcanzar acuerdos vinculantes
entre 150 naciones, que obliguen a las potencias más contaminantes a reducir la
emisión de gases que provocan el calentamiento global. La
cita de París es estratégica para el destino de la Humanidad, porque tiene el
objetivo de exigir medidas que “impidan transformaciones irreversibles, como
grandes sequías o la elevación del nivel de los océanos, que según los estudios
de referencia ocurrirán inevitablemente a lo largo de este siglo”, si las
emisiones de gases de efecto invernadero continúan a su nivel actual.
Protejamos la casa común, es el
último grito planetario que se escucha en las calles de la capital francesa. Y
no es puro simbolismo el hecho de que ese clamor se escuche en el escenario de
los atentados del 13 de noviembre, en varios sitios públicos de París. La cita
moviliza al mundo entero por “un clima de paz”, que permita alcanzar un
ambiente de distención política y consenso ecológico que genere una nueva
atmósfera de entendimiento entre los pueblos. El urgente desafío ambiental
concita la presencia de más de un centenar de líderes mundiales, impelidos por
el grado de responsabilidad que les compromete frente a la futura convivencia
planetaria, intención que cuenta con la voluntad de 183 países que han
expresado su compromiso de reducir gases con efecto invernadero.
La comunidad
científica ha declarado la alerta mundial: si el planeta sufre un aumento de su
temperatura media en más de 2C hasta el 2100, -respecto de la era
preindustrial-, los efectos serán irreversibles. El reto consiste en no
sobrepasar ese límite; en ese sentido, es vital fijar compromisos de reducción
de emisiones de dióxido de carbono (CO2), acabar con la dependencia de los
combustibles fósiles y desarrollar acciones de colaboración mutua entre los
países para detener el calentamiento global. Ese es el fin último de la COP 21
en París.
Justicia climática
Ecuador asiste a
la COP 21 en París con una delegación encabezada por el Primer Mandatario,
Rafael Correa, en calidad de Jefe de Estado y Presidente Protempore de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). El país sudamericano
que ostenta la Constitución más conservacionista del mundo, en términos de
reconocer los derechos de la naturaleza, fija una contundente y clara posición
en la cita de París: justicia climática. Este principio se fundamenta en la
existencia de desigualdades provocadas por la pobreza, en tanto resultado de la
mala distribución de la riqueza planetaria. A su vez, la concentración de la
riqueza en pocas manos, es un fenómeno inherente a los países, más consumidores
y, por tanto, los más contaminantes del planeta. Los países ricos mantienen una
deuda ecológica con los países pobres que debe ser zanjada. Ecuador propone en
la COP 21, la creación de una Corte Internacional de Justicia Ambiental que
responda a la necesidad de establecer la justicia climática necesaria para la
armónica convivencia de las naciones.
Al mismo tiempo,
nuestro país se pronunciará por establecer el compromiso internacional de
reducir la emisión de gases de efecto invernadero, en un 40% hasta el 2030 y en
un 60% hasta el 2040. Este acuerdo amerita tener carácter vinculante para las
partes que deberán, obligatoriamente, cumplir el compromiso adquirido en París
de reducir la emisión de gases. Ecuador se pronunciará también por un nuevo
tratado para gestionar el conocimiento, compensando a los países que generan
dicho conocimiento, sin privatizarlo. De igual modo, las emisiones netas evitadas se refieren a que los países en vías de
desarrollo que provean servicios ambientales deberán ser compensados por éstos.
El cambio
climático involucra intereses geopolíticos globales, por tanto un acuerdo de
reducción de emisiones de gases afecta a determinados países, cuya economía
depende de industrias movidas por combustibles fósiles. No obstante, la posición ecuatoriana insiste que
aquellas naciones que tienen una responsabilidad mayor sobre el problema,
tengan una acción también mayor sobre la solución. En términos de los recursos necesarios
para sostener un fondo verde climático, que requiere de $ 100.000 millones de
dólares anuales hasta el 2020, Ecuador propuso gravar con una tasa del 3% al 5%
el barril de petróleo, lo que permitirá generar de 30 mil a 50 mil millones de
dólares por año.
El mundo
enfrenta la más severa crisis climática de su historia. En torno a esta
situación existen varios elementos por considerar: energía, geopolítica,
bloques emergentes, un mundo multipolar. Esto sugiere soluciones que implican
un diálogo multilateral para resolver las controversias. En este sentido, la
COP 21 en París hace oír un último grito planetario por alcanzar paz y
seguridad, desarrollo sostenible y derechos humanos, componentes que atraviesan
el candente tema del cambio climático.
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