GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

domingo, 9 de agosto de 2015

PARO NACIONAL ¿REGRESO AL PASADO GOLPISTA?

Por Leonardo Parrini

¿En qué momento nos empezaron a vender el futuro con pestilencia de pasado? Antes de ser así, fue necesario que la memoria, más pájara que nunca, olvidara la prohibición de olvidar el pretérito imperfecto del Ecuador en manos de los mismos que hoy quieren imponer la versión remozada de viejas prácticas neoliberales en el ejercicio del poder. Los cabecillas del intento retro, por demás repetido en anteriores oportunidades, se disputan el protagonismo callejero para perfilarse como opcionados candidatos a la Presidencia en el 2017. Esta propensión es la constante de quienes añoran el país caótico, mediocre e ingobernable donde hacían de las suyas y sacaban grandes réditos. Uno de los comentaristas que se hace eco de esa tendencia, el bloguero y analista colombiano José Hernández, tiene la sinceridad de reconocer que los mentalizadores beligerantes que calientan las calles con sonadas violentas para posicionarse como líderes natos de la oposición, no cumplen a cabalidad con el perfil necesario para reemplazar a Rafael Correa.

Guillermo Lasso que encabeza los sondeos entre los opositores, según Hernández, es señalado en su análisis FODA como el banquero guayaquileño -que lleva algún tiempo fraguando su candidatura-, como “el político más profesional de la oposición”. Su lastre es ser un rancio representante de la bancocracia y carece de un perfil que lo diferencie de la derecha; que viene contaminado con rezagos de la vieja oligarquía socialcristiana proyectando, por lo mismo, una clara percepción de pasado. Jaime Nebot, otro potencial candidato en su proclamado modelo exitoso en la alcaldía de Guayaquil no funcionó, no funciona ahora. Para Hernández el nuevo postulante a encabezar la candidatura presidencial de la derecha, Mauricio Rodas, necesita darse a conocer en todo el electorado aprovechando aun los “bajos niveles de resistencia” ciudadana que inspira. “Su perfil de político-fashion, vuelve incierto lo que diga sobre sus convicciones. Si renunciara a la Alcaldía para hacer campaña, el electorado quiteño lo castigaría”. Mientras que el eterno opositor a los ocho años de régimen de Correa, el coronel Lucio Gutiérrez, no puede más que remitirnos a su gobierno, un régimen derrocado por el pueblo con una fuga presidencial aparatosa al exilio. “Su techo electoral vuelve segura su derrota en una lid presidencial”.

Las actuales intenciones de voto se reparten así: Correa entre 40 y 42%. “Es decir, puede ganar en la primera vuelta si logra 40% y suma 10% o más de votos válidos de diferencia con quien lo siga. Esa es una gran ventaja porque los votos duros son suyos mientras el 35% de votos anti Correa se repartirán”, señala Hernández. Las cifras de intención de voto también permanecen repartidas en los sondeos: Lasso: entre 24% y 30%. Nebot: entre 8 y 10%. Rodas: entre 12 y 14%. Gutiérrez: 2%. Carrasco: menos de 1%. Páez: menos del 1%. Estos postulantes terciarían con Rafael Correa quien, según el analista, “es trabajador tenaz y gran tarimero. Ha recorrido muchas veces el país. Es conocido y reconocido. Sus seguidores son devotos. Tiene el récord de duración en el poder en el país. Ha hecho obras”.

La opción golpista

La oposición concibe un plan B que arranca de una masiva fuerza popular movilizada en las calles con la función de paralizar al país, caotizarlo e inspirar la respuesta restauradora de los militares y proceder a un recambio legal que maquille de constitucionalidad a un golpe de Estado blando. En el trasfondo de los argumentos opositores subyacen dos ideas: calentar la calle para obligar al presidente Correa a rectificar supuestos desaciertos en la política económica y dar marcha atrás en la reelección presidencial, pretendida a través de enmiendas a la Constitución. Esta táctica de movilizar gente en las calles tiene antecedentes en anteriores marchas, y funcionó durante años, dando a los opositores la ilusión de una movilización permanente que derivaba y concluía en la caída del Presidente de la República. Los levantamientos indígenas de los años noventa tenían apoyo en las clases medias y cada sonada callejera multiplicaba el descontento popular. A su vez, la partidocracia utilizaba a los indígenas con fines golpistas para poner fin a los gobiernos que no eran del agrado ciudadano. 

El régimen ha denunciado que hoy día se pretende, nuevamente, sacar las castañas con la mano del gato y utilizar el movimiento indígena que da la cara y pone el pecho, mientras que los sectores de la pequeña burguesía urbana parapetada en gremios de médicos, profesores, jubilados, choferes, ex militares, etc., pretenden cohesionar un movimiento con características desestabilizantes desde la tramoya. El manual de política callejera aconseja sumar a diferentes sectores, al punto de que el conflicto escale a niveles caóticos de gran intensidad, como una estrategia retro que dio resultados en el pasado. El momento político amerita una reflexión: ¿es aceptable que una horda callejera derive en un movimiento golpista que incite a las FF.AA a poner fin al actual gobierno, presionando un golpe de Estado civil, sin llegar a terciar en las elecciones del 2017? La lógica de paralizar el país, propiciando enfrentamientos, auspiciada por los mentalizadores del paro nacional del 13 de agosto, es un deliberado intento de dirimir las diferencias políticas dejando de hacer política, para comenzar hacer subversión con fines desestabilizadores.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario