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domingo, 12 de julio de 2015

CHILE Y BOLIVIA: UN MAR DE TRANCES DIFÍCILES

Por Leonardo Parrini
  
En La Paz los funcionarios del Gobierno boliviano, encabezado por Evo Morales, escucharon del Papa Francisco lo que querían oír: Estoy pensando en el mar, diálogo, diálogo, dijo Jorge Mario Bergoglio. La exhortación papal fue interpretada como una predisposición del Pontífice a servir de mediador en un diálogo bilateral que conduzca a un acuerdo favorable a la obtención de riberas marítimas para Bolivia, lo cual fue desmentido por el Vaticano. El recordatorio del Papa sobre el tema del mar agitó el avispero diplomático entre las dos naciones sudamericanas que mantienen solo vínculos consulares desde 1978, luego de que Hugo Banzer rompiera relaciones con Chile de Pinochet. Las relaciones chileno bolivianas, históricamente conflictivas, se ven enturbiadas en la actualidad debido a que el 24 de abril de 2013, el gobierno de Bolivia inició ante la Corte de Justicia de La Haya, la presentación de una demanda para solicitar a Chile la negociación de una salida soberana al mar.

Una nota de prensa del periódico digital chileno El Mostrador, señala al respecto: El diplomático boliviano Andrés Guzmán, ex miembro de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima del gobierno boliviano manifiesta que "lo peor para ambas naciones, sería un nuevo gobierno de derecha. La forma en que se ha llevado el conflicto, es la más equivocada". El diplomático boliviano recalcó que la importancia de una salida soberana al mar va más allá de cuestiones económicas y tiene que ver con una necesidad de integración del pueblo boliviano. "El atraso y el desarrollo de Bolivia no depende de una salida al mar, tampoco es por una cuestión de espacio ni territorio, sino más bien por un derecho a la integración mundial de la que Bolivia no es parte”, sostuvo.

La diplomacia chilena cuestionó la competencia de la Corte de Justicia de La Haya para pronunciarse sobre el conflicto.  El canciller Heraldo Muñoz, recordó que fue Bolivia quien rompió las relaciones con Chile en 1978 y que, desde entonces, en diversas ocasiones se le ha ofrecido al Gobierno de La Paz reestablecer el diálogo: "Han preferido, sin embargo, la estrategia comunicacional del enfrentamiento y la hostilidad hacia Chile, porque ese es parte de su visión política. No vale la pena comentar las agresiones verbales contra nuestro país y las autoridades"

Una historia conflictiva

Así lo consigna la crónica: En 1879, el dictador boliviano Hilarión Daza estableció un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportados, en contra del tratado de 1874; que había sido declarado nulo. Cuando las compañías de salitre chilenas rechazaron pagar, Daza ordenó la expropiación y la subasta de estas compañías. En respuesta, Chile declaró la frontera nula y reactivó su vieja reclamación que había heredado una frontera de tierra con Perú usando el principio del uti possidetis. Además, Chile desembarcó tropas en Antofagasta el día de la subasta (14 de febrero). En respuesta, Bolivia declaró la guerra a Chile el 1 de marzo de 1879, aunque dada la lejanía con el litoral, este acto fue improductivo; mientras el ejército chileno, justificando sus movimientos por el estado de guerra, avanzó y ocupó la costa boliviana. Cuando Chile ocupó Antofagasta, el Perú envió una misión de arbitraje para mediar el conflicto, que fracasó. A su vez, Chile reclamó la neutralidad del Perú. Ante su negativa, Chile declaró la guerra al Perú y a Bolivia el 5 de abril de 1879. Chile derrotó a ambos países y anexó la costa reclamada por Bolivia, acto que fue ratificado en 1904 por Bolivia. Dicho Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia, señalaba la cesión absoluta y perpetua de los territorios bolivianos ocupados por Chile, correspondientes al antiguo departamento del litoral, actual región de Antofagasta, lo que dejaba a Bolivia sin acceso al océano Pacífico.    
Salvador Allende, en 1972 manifestó que “Chile tiene una centenaria deuda con Bolivia y estamos dispuestos a emprender una solución histórica”. La propia historia se encargó de desmentir esas buenas intenciones. El golpe de Estado militar de 1973 acaecido en Chile, echó por tierra la posible solución marítima para Bolivia en ese entonces.

Pretensión boliviana

La historia de relaciones trágicas entre ambas naciones tiene altos y bajos. Chile ha compensado en varias formas la falta de frontera marítima de Bolivia, facilitando el uso de sus puertos para la salida de los productos bolivianos. En los años setenta se llegó  a un preliminar entendimiento en base a la buena voluntad de las partes de ceder un corredor de 24 kilómetros de largo por ocho de ancho con acceso marítimo. El Perú intervino convenciendo a la nación boliviana de que no acepte y continúe con la reclamación de la salida al mar por otros medios.  

La crónica consigna en estos términos estos hechos: Los generales Augusto Pinochet y Hugo Banzer reestablecieron las relaciones diplomáticas en 1975 e intentaron zanjar disputas territoriales. Las negociaciones secretas se iniciaron en 1973. Ese año, Pinochet y Banzer se reunieron en el pueblo fronterizo boliviano de Charaña. Allí Pinochet acordó dar a Bolivia una pequeña franja de tierra entre la ciudad chilena de Arica y la frontera con Perú…El presidente peruano, Francisco Morales Bermúdez, no estuvo de acuerdo con la oferta de Charaña y en cambio redactó su propia oferta, en la cual las tres naciones compartirían la administración del puerto de Arica y el mar inmediatamente delante de él. Pinochet rechazó este acuerdo, y Banzer rompió relaciones diplomáticas con Chile en 1978, manteniendo a partir de esa fecha solamente relaciones consulares.

Chile y Bolivia deben y pueden buscar un entendimiento favorable para ambas partes. Aquello no significa desconocer tratados fronterizos que contradiga lo firmado por ambos países. El mar para Bolivia es una aspiración que debe realizarse por la buena voluntad, como una concesión fraternal chilena en base al espíritu latinoamericano. Nunca por la vía de contravenir el derecho internacional, peor aún por una incitación al uso de la fuerza bélica. La insinuación papal al diálogo entre las partes debe apuntar en ese sentido: un entendimiento entre hermanos, mirando hacia el futuro. Es imperativo dejar que el pasado aquiete las aguas de un mar de trances difíciles que desdicen la necesaria y natural hermandad latinoamericana que deberá prevalecer  entre Chile y Bolivia.   

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