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E c u a d o r - S u d a m é r i c a

viernes, 8 de mayo de 2015

DE LA TORMENTA EN EL VASO DE AGUA

Por Lucrecia Maldonado 

Este tipo de sucesos es cíclico, y no solamente eso: tiene parte y contraparte. Al igual que en el caso de un conocido cantautor de nuestro medio, ahora que un adolescente resulta más mártir que Jesús en la cruz debido al ‘ataque’ que ha sufrido por parte del presidente, me cabe una pregunta: ¿qué habría ocurrido si la caravana presidencial sencillamente pasaba de largo? Y la respuesta es tan simple y sencilla que hasta avergüenza: nada. No habría ocurrido nada. Absolutamente nada.

Pero, ojo, que no estoy defendiendo al niño. Y no es que no lo hago por esa puritana y moralista actitud que nos lleva a hablar del respeto a los mayores, ni por esa otra actitud, aún peor, que lleva a gente que seguramente proviene de familias perfectas a decir: “¿de qué hogar vendrá semejante patán?”, tampoco. Como todo niño, como todo adolescente, se cree adulto, y piensa que sus escasos diecisiete años le dan derecho a expresar su opinión con gestos que son insultantes más por tradición que por significado. No hay que meterse con el hogar. Este niño es solo la punta de un iceberg, y, hoy por hoy, funge del tonto útil que la oposición necesitaba para crear un nuevo producto mediático que distraiga la atención de cosas más importantes y venda la imagen de un presidente autoritario y represivo.

Es triste pensar que en algunos casos el peor enemigo del presidente Correa es él mismo. ¿Qué necesidad tiene de pararse a recriminar a cualquier hijo de vecino que comete alguna grosería menor contra él en alguna calle? Hasta por táctica, diríamos, o por estrategia: dejarlo con el gesto congelado, no tomarlo en cuenta, equivale a una actitud de limpia indiferencia ante la estulticia. Pero involucrarse en una gresca barrial por un yucazo no es faltarle al respeto al insolente: es faltarse al respeto a sí mismo y además faltarle al respeto a eso que pomposamente se llama “la majestad del cargo que ostenta”.

En el video de YouTube que consigna los hechos, la agresión más fuerte que se presenta es la de la enfurecida madre del muchacho a un agente de seguridad (lo abofetea con tal fuerza que las gafas que él lleva salen volando) y a un camarógrafo a quien también pretende golpear e insulta también con algún término ‘no radial’.

Sin embargo, la conducta más inapropiada o inconveniente en este caso no pertenece a ninguno de estos tres personajes. La conducta más inapropiada viene precisamente de una oposición enfermizamente artera, que se agarraría de un clavo ardiendo para continuar en su tenaz labor de socavamiento de la estabilidad del régimen. Entonces Lourdes Tibán presenta en su canal de YouTube el video del muchacho, cuyo acento evidencia más prepotencia que talento, relatando a una cámara anónima su versión de los hechos. A pesar de tratarse de un menor, se menciona su nombre completo en la identificación del video, y no se difuminan sus rasgos ni se distorsiona su voz, violentando así las normas más elementales sobre la protección de identidad de menores. Nadie la censura por eso. Gente de la más variopinta ralea se hace eco de la ‘agresión’ del presidente Correa al muchacho, que no es documentada por ningún medio audiovisual, sino solamente relatada por el joven. A nadie le interesa comprobar la veracidad de los hechos ni contrastar fuentes antes de emitir juicios, opiniones, insultos y otro tipo de cosas en las redes sociales.

1 comentario:

  1. Creo que Rafael Correa,presidente de los ecuatorianos tiene que comprender que vivimos un mundo rodeado de cámaras, en celulares, fotográficas. Que cuando se caravana recorre una calle, avenida o visita un lugar, todo el mundo enciende su equipo para registrar detalles de su paso.Un error, reclamo, insulto será amplificado y usado por los opositores para demostrar su teoría de que Correa en un ser de poca tolerancia. Señor presidente no es necesario resolver los problemas personalmente, ser tolerante es el mandato para una figura pública. Cuidado con los opositores rabiosos y miserables.

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