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jueves, 22 de mayo de 2014

HIMNO A QUITO Y LA ESQUIZOFRENIA HISTÓRICA


Por Leonardo Parrini

Joaquín Sabina decía que hay dos Españas, la monárquica y la republicana. Mater España que nos signó con estigma de blasones, encomiendas y feudalismos tardíos. Y otra que ejerció el influjo de la mejor poesía identitaria de una naciente República. Así mismo, entre las colonias emancipadas de España hay dos Quitos, uno colonial y otro libertario. Uno que se solaza en celebrar su parto feudal y otro, el de su alumbramiento emancipador del yugo español.

Esta suerte de esquizofrenia -doble personalidad ante la historia-, queda de manifiesto en una polémica que se suponía superada: cantar la segunda estrofa del Himno Quito que reza loas a la corona española; o cantar la cuarta estrofa en la que se reafirma la vocación insurgente, rebelde de una ciudad que se jacta de ser luz de américa, y donde tuvo lugar el primer grito de la Independencia del continente americano.

Y esa esquizofrenia histórica es también una bipolaridad política entre quienes están a favor del cambio social; y aquellos que, coincidentes con la decisión del nuevo Alcalde Mauricio Rodas de cantar la segunda estrofa, prefieren seguir sintiéndose colonizados, regidos por los designios de un rey, que aunque simbólico representa la rancia y obsoleta forma de relacionarnos con la Mater España.

Y aunque algunos dicen que otra cosa es con guitarra, los himnos son un tema de fondo, puesto que representan el sentir colectivo de una comunidad, nación o país. Según la Real Academia de la Lengua, himno significa: Composición musical emblemática de una colectividad, que la identifica y que une entre sí a quienes la interpretan. Y es que por lo general, asociamos los himnos, con aquellas canciones, que identifican, de manera patriota, a una nación o país en particular.

Los himnos surgen con las antiguas civilizaciones, canticos de alabanza a los dioses.  Exaltación culmine de un sentimiento patriótico, frente a la independencia conquistada, frente a un tipo de colonialismo u opresión interna de una nación. Y Quito no es la excepción, en su segunda estrofa original reza:

II
Oh, ciudad española en el Ande,
Oh, ciudad que el Incario soñó,
Porque te hizo Atahualpa eres grande,
Y también porque España te amó.

Y la estrofa que la reemplaza, según la ordenanza nueva:

IV
Cuando América toda dormía,
Oh muy Noble Ciudad, fuiste Tú,
La que en nueva y triunfal rebeldía,
Fue de toda la América luz.

En ambos sentidos estas estrofas del Himno a Quito reflejan un sentimiento colectivo de la correlación de fuerzas políticas e ideológicas imperantes, producto de la cultura dominante. Memoria colectiva y aspiracional plural de la comunidad, el himno es entonces resultado de una realidad dinámica que surge a partir de las voces y miradas de una ciudad cambiante. ¿Por qué, entonces, el himno Quito habría de ser estático si las miradas, desde y hacia la ciudad, han cambiado con la historia?

La próxima vez que cantemos este panegírico a la ciudad luz de América, habrá que considerar su pasado histórico, pero por sobre todo su futuro aspiracional de una ciudad digna, liberada de yugos y dueña de su propio destino. A ver si así superamos definitivamente esta suerte de esquizofrenia histórica que nos extravía y nos hace aparecer ante el mundo como un colectivo incapaz de redimir nuestra propia historia.

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