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lunes, 15 de julio de 2013

FRANCOTIRADORES EN LA RED


Por Leonardo Parrini

Los francotiradores en la red podemos ser más efectivos que armados de un rifle y apostados sobre el techo de un edificio. Esta deliberada afirmación pretende exaltar el sentido del derecho ciudadano a comunicarnos y a estar informados. A propósito de que la Ley Orgánica de Comunicación ecuatoriana está siendo estigmatizada por la prensa internacional y local como una “mordaza" a la que hay que desconocer, es pues la oportunidad de buscar nuevos espacios mediáticos ciudadanos. Si los linderos legales de la información en el Ecuador de hoy no permiten una fluida comunicación social en los medios “amordazados”, es hora de ir al encuentro de formas alternativas de intercambio informativo y relación interpersonal.  Es el momento de la desobediencia mediática, de la rebeldía contra el producto informativo y sus productores unidireccionados por el sólo afán de hacer negocios y hacer política, conforme sus intereses.

Si los agoreros de la muerte de la comunicación en el cadalso de una ley que no representa sus propósitos empresariales e ideológicos, se niegan taxativamente a observarla, pues la prerrogativa de lectores, radioescuchas y televidentes salta a la vista: buscar nuevas opciones mediáticas para hacer de la comunicación un derecho ciudadano colectivo, efectivo y proactivo.

Donde pongo el ojo, pongo el mensaje

Un “brusco shock de banalización en la prensa masiva” caracteriza los contenidos del producto mediático ofertado a diario por las empresas de comunicación. Y es bajo esa visión distorsionadora que se quiere satanizar un cuerpo legal que, precisamente, exige desbanalizar las funciones que la prensa se arroga a sí misma. Las empresas mediáticas han convertido esas funciones en un mito, en su afán desestabilizador del orden informativo pregonado por una teoría de la comunicación que se nos enseñó como una verdad absoluta en las facultades de comunicación y escuelas de periodismo. Los consabidos fundamentos de informar, entretener y educar o los mentados principios de objetividad, veracidad e imparcialidad ¿no son acaso afirmaciones ficticias o baladíes en boca de los voceros empresariales de la comunicación?

Frente a esta realidad, ciudadanos lectores, televidentes y radioescuchas nos queda otra alternativa: convertirnos en francotiradores en la red, desde los espacios sociales cibernéticos. De este modo, toca contrarrestar la tozuda actitud de los medios de negarse y negarnos a practicar y recibir una comunicación menos manipuladora, menos escandalosa y menos parcializada.

¿Qué sucedería si, al menos por un día, ningún ciudadano encendiera la radio o el televisor, ni leyera la prensa? Pues, con toda seguridad, la comunicación social acentuaría sus prácticas en medios alternativos. Ensayemos no leer periódicos, escuchar emisoras o ver televisión y comprobaremos cómo la espontánea necesidad de intercomunicarnos nos hará libres de manejar nuestros propios medios comunitarios, digitales y personales.

Seguramente surgirían más blogs personales en los cuales publicar noticias con libertad e intercambiar, sin cortapisas, textos e imágenes representativas de nuestra realidad inmediata. La urgente necesidad de exigir calidad a los contenidos mediáticos ya no dependería de terceros, cada cual desarrollaría su estilo personal de decir las cosas y, de este modo, mejoraría su capacidad de comunicarse. Se acrecentaría el espíritu crítico y propositivo de las personas, puesto que sin censura y sin la intermediación de un aparato de comunicación, hoy incontrolable, apuntaríamos con mayor certeza y efectividad a señalar lo bueno, lo malo y lo feo de la sociedad.  

Es muy probable que leyendo menos periódicos, viendo menos televisión o escuchando en menor medida las radios, se produzca un mayor intercambio informativo por chateo en las redes sociales. Los tuiteros se multiplicarían como comunicadores de novedades cotidianas y el muro del Facebook podría ser el principal medio comunitario y personal por excelencia. Ahora que en Argentina ha surgido la alternativa del Facepopular, como opción válida para los latinoamericanos de tener nuestra propia red social, es la inmejorable ocasión para convertirnos en francotiradores en la red, apostados en un lugar estratégico y privilegiado de practicar la comunicación como un derecho individual y colectivo.

Claro, no importa que esta idea forme parte de una hermosa utopía, pero ¿no es así como surgen las grandes transformaciones sociales? Las prácticas de comunicación comunitaria digital, están llamadas a ser el espacio de restauración del maltratado principio que dice que comunicar es poner en común los sentimientos e ideas de las personas. A partir de entonces, la comunicación devolvería al ciudadano común la potestad de ser -desde sus propios intereses-, el motor para el retorno de grandes causas colectivas, sin intermediarios.

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