GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

viernes, 8 de febrero de 2013

EL CORONEL SÍ TIENE QUIEN LE ESCRIBA


Fotos El Comercio
Por Leonardo Parrini


El coronel que gobernó el Ecuador entre enero del 2003 y abril del 2005, si tiene quien le escriba, a diferencia del personaje de la célebre novela de García Márquez El Coronel no tiene quien le escriba. De nuestro coronel criollo, defenestrado Presidente, la prensa ha escrito profusamente, incluso en momentos en que Lucio Gutiérrez, molesto, quemó ejemplares de diario El Comercio que denunció, en noviembre del 2003, presuntos aportes económicos del narcotraficante César Fernández a la campaña electoral del coronel.

El coronel, que había ganado las elecciones un año antes de ese incidente, asumió el poder en enero del 2003 y permaneció como Presidente del Ecuador hasta el 20 de abril del 2005, fecha en que una revuelta ciudadana calificada originalmente por el propio Gutiérrez de rebelión de forajidos, lo obligó a huir del Palacio presidencial en un helicóptero con destino a Brasil, luego de que el Comando Conjunto de las FFAA le quitara su apoyo institucional y el Congreso Nacional declarara la vacancia presidencial por abandono del cargo.

El giro político

Los múltiples escritos sobre el coronel Gutiérrez lo caracterizan como un hombre variable, que traicionó los principios de los sectores progresistas que lo llevaron al poder. Con un discurso de cambio social, el coronel había cautivado a la izquierda y centro izquierda al prometer en una fogosa arenga “cambiar al país o morir en el intento”. En el fervor de la campaña, y previo a su ascenso al poder, Gutiérrez se había reunido con Fidel Castro y Hugo Chávez, a quien identificaba como su referente ideológico y al que ofreció formar parte de las Brigadas Bolivarianas.

Pero el propósito de cambio del coronel se esfumó, y terminó en un giro político, solo una semana después de asumir la Presidencia, cuando en calidad de flamante mandatario acude a los EE.UU en busca de apoyo para su gestión y declara ante el entonces Presidente George Bush: “Hemos dicho que queremos convertirnos en el mejor amigo y aliado de los EEUU”. Acto seguido, la prensa consideró que Gutiérrez se acercaba al imperio norteamericano, pero “se alejaba de sus bases y del Ecuador”.

Gutiérrez, en su viaje a los EE.UU el 9 de febrero del 2003, establece acuerdos y firma una Carta de Intención con el Fondo Monetario Internacional FMI, en la que se compromete a seguir al pié de la letra sus recomendaciones para el Ecuador. El coronel acordó con el FMI el incremento del costo de los servicios públicos, privatización de empresas estatales, congelamiento de salarios, eliminación del subsidio del gas, término de los préstamos del IESS y de las pensiones jubilares, así como otorgar todas las garantías para el pago de la deuda externa ecuatoriana con sus acreedores internacionales.

La receta fondomonetarista fue aplicada de inmediato con un paquetazo económico que el propio Gutiérrez llamó pinchazo, consistente en el alza de los combustibles y del IVA, reducción del gasto del Estado y congelamiento de los salarios en el sector público; medidas que fueron asumidas por el hombre fuerte del régimen del coronel en el manejo de las finanzas, el banquero Mauricio Pozo.

Una nueva modalidad de gobernar constató la prensa, por esos días, en el gobierno de Gutiérrez: el nepotismo, con la entrega a sus familiares del control de varias instituciones del sector público. Entre los cargos repartidos consta la Presidencia del Fondo de Solidaridad, entregada a su cuñado Napoleón Villa, quien acuñó el término de cholocracia para referirse al nuevo estatus del círculo más próximo al Presidente. Su hermano Gilmar Gutiérrez llegó a ser uno de los personajes más influyentes del gobierno. Un ejemplo de la situación denunciada fueron los 87 cargos públicos entregados en la telefónica Pacifictel, según la prensa, a los allegados del coronel. El ex canciller ecuatoriano, Edgar Terán, dice que la presidencia de Gutiérrez se caracterizó por el “nepotismo pocas veces visto en la historia ecuatoriana”. Bajo esa figura el régimen puso en manos de ex compañeros de armas del coronel el manejo de las compañías telefónicas, eléctricas y petroleras del país.

Terminado el romance con los sectores de la izquierda, el coronel se abocó a gobernar bajo los claros designios neoliberales impuestos por las recetas de Fondo Monetario Internacional y por lo que su instinto de dictócrata -como se autocalificó- le dictaba, en la ejecución de medidas para cumplir con ese compromiso internacional. El periódico norteamericano, The New York Times, escribió sobre el coronel: velozmente reemplazó su uniforme color verde oliva por un traje de corbata para visitar Miami, New York y Washington.

Tal es así, que a su regreso de los EE.UU, establece una alianza con León Febres Cordero, considerado por sus opositores como “el dueño del país” y el más conspicuo representante de la oligarquía costeña ecuatoriana. El acuerdo dura poco, luego de que el lider guayaquileño decide romper con su aliado serrano con intención de enjuiciarlo políticamente por supuestos aportes recibidos del narcotráfico y del Partido de Trabajadores de México durante su campaña.

El principio del fin

Otras acciones del régimen llevaron a la prensa a denunciar  sonados escándalos, como el presunto gastó de 14 millones de dólares en la organización del certamen de Miss Universo, evento manejado por el magnate norteamericano Donald Trump. Los errores se sucedían uno tras otro y en su afán de controlar el poder judicial, el régimen del coronel desconoció la Corte de justicia existente e instauró la llamada Pichicorte, con jueces que actuarían bajo influencia del Gobierno en acciones tales como asegurar el retorno de Panamá del exiliado ex presidente Abdala Bucaram. La crítica situación era consignada por la prensa en duros términos, a tal punto que circuló una lista negra de periodistas y medios de información que integraban la nómina de los organismos de seguridad con la identidad de conocidos periodistas hostigados por el régimen, en la que figuraban Diego Oquendo y Orlando Pérez.  

En la orfandad política el coronel, sin el apoyo de la derecha ni de la izquierda criolla, profundiza el aislamiento del régimen, camino hacia su caída inminente. En este clima la protesta social se convirtió en masivo clamor popular de cambio. Las movilizaciones de sectores laborales, indígenas y jubilados se hicieron frecuentes. Una huelga de 35 días protagonizada por jubilados llevó a la muerte a más de una docena de manifestantes de la tercera edad que mantuvieron una huelga de hambre. La protesta estudiantil tuvo gran impacto en contra de la situación económica y por la obtención de un carnet estudiantil que nunca se concretó.

En medio de la grave crisis de gobernabilidad los indígenas se movilizaban y tomaban las carreteras, había escases de productos en los mercados y la canasta básica era ya inalcanzable por su alto costo. A la deplorable situación económica, se sumaron el caos social y la inestabilidad política del régimen. Los enfrentamientos eran cada día más frecuentes, como el que tuvo lugar en las instalaciones del Ministerio de Bienestar Social, cuando funcionarios de esa dependencia abrieron fuego contra una multitud que protestaba por la situación del país.

Los forajidos se fueron sumando a los manifestantes en abril del 2005 y llegaron a ser miles. La caída de Lucio Gutiérrez era inevitable. Ésta ocurrió el 20 de abril de ese año cuando el coronel escapó a bordo de un helicóptero desde el Palacio de Gobierno, y luego de una desesperaba carrera por la pista del aeropuerto internacional de Quito, logró abordar un avión que lo llevó a Brasil. La historia se escribe en presente o en pretérito perfecto. De cualquier modo, el coronel siempre tendrá quien le escriba una reseña contra el olvido.


1 comentario:

  1. gracias por recordarnos lo vivido... Lástima que se te olvidó la represión brutal que además acabaría con la vida del Julio García... gota que derramó el vaso y condujo a la huida del dictócrata.

    ResponderEliminar