Fotografía de Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini
El Premio Nacional de Poesía
Jorge Carrera Andrade, año 2012, cayó en buenas manos y en buena lengua. Aquellas que amasan y la que habla el dialecto poético de Juan Secaira en promisoria
tentativa, vislumbre sombrío, como el pan
de cada día. Palabra necesaria la suya, de versos encontrados a la vuelta de
una vivencia cotidiana. Poesía evocativa y provocativa de añoranzas y
pretéritos perfectos en los que el pasado no regresa anclado a un mero registro
de la memoria, sino que iza velámenes para emprender una travesía existencial
que no está exenta de dolores y desdichas.
Recreada la imagen a partir de
la vivencia, ésta se hace poesía claroscura, sin subvertir una atmósfera sombría,
dialéctica de contrarios, que recrea la poética de Secaira, escrita en un muro
en penumbras donde cuelgan versos de un poeta dolido por un pasado que se
escabulle y escamotea la dicha de un presente de añoranzas urgentes.
Dijimos hace un tiempo, a propósito
del recital Seis poetas Seis voces, donde Secaira dejó oír la suya: “Asistir a
un recital colectivo de poesía en un mundo de comunicaciones virtuales, discursos
parafrásticos y simulaciones electrónicas es, en definitiva, una
tentativa que bordea la más flagrante utopía. Significa volver a recobrar la fe
en la palabra que busca la emoción, como condición poética esencial.” Y no nos
equivocamos.
La palabra poética de Secaira nos
devuelve, por antonomasia, la fe en lo real sin simulacros. Lo reiteramos una
vez más: Juan Secaira, poeta del
desencanto, el descrédito de lo circundante es lo suyo: Encontrar la belleza en eso que dicen fealdad. ¿Un antipoeta, que
acorrala al verso en su propia antítesis? Como
un calambre fue la felicidad / Imprevista
reacción del espíritu ante la eventualidad del diario vivir. Su poesía es
la de un vaticinador de antípodas de aquello que no llega a ser: La vida nos lleva / Víctimas no somos / Solo
extraños. Y así vaticina: Nadie más
tocará nuestra sangrante belleza enajenada, violada y dispuesta a
escabullirse.
¡Vaya oficio de hurgar y
evocar en las densidades del ser aquello que no fue o será! Aspiración dual de
un ser y no ser que trae consigo esta poesía inhóspita que no se deja habitar fácil
por las emociones del lector, porque está ahí como un presagio, un designio,
una verdad largamente fermentada en la encimas del alma atribulada del poeta.
En semejante trance la poética de Secaira es conmoción y emoción,
como diría Ezra Pound.
Cuando el jurado otorga un premio,
se hace eco de las resonancias de un poeta y asume la responsabilidad de
entregárnoslo entero, en sus aciertos y desaciertos. En esa medida, el libro No
es dicha, galardonado en justa lid, no es una obra premeditada, no es un fruto
perfecto, sino un soplo esencial de vida que intenta persuadirnos de que la
poesía es la búsqueda de una emoción a través de la palabra.
La poética de Juan Secaira en su
libro No es dicha, acreedor al Premio
Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, vislumbra con certeza el otro
lado de aquello que no es dicha. Insinuante tentativa que por antonomasia nos remite
a un mundo de plenitudes, añorado como una ausencia. Sugestiva promesa trae consigo el instante poético de No es dicha, la esperanza: gesto desapercibido que
vuela, como atisba Juan Secaira, el poeta de vislumbre sombrío.
excelent lo q escriben aqui palabras q llegan y muestran y transmiten lo q manifiesta una persona a travez d sus obras
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