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Por Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini
Como
en las viejas formas de hacer política, dos candidatos a los comicios
presidenciales del Ecuador 2013, - un ex banquero y un
ex coronel - han abierto las puertas de sus secretarías políticas como un
baratillo de ofertas y proponen cifras al alza en el valor del Bono Solidario
que brinda el Estado a los pobres. Esto sería tentador para los indecisos
votantes si alguno de los dos oferentes dijera, claramente, cómo piensa
incrementar dicho valor. Pero en política lo no dicho suele ser más importante
que lo que se dice, entonces nada nos dicen al respecto.
El
Gobierno, terciador en las elecciones con el presidente Rafael Correa como
candidato oficial, se anticipó a decir que los incrementos de los 50 o más
dólares del bono solidario contra la pobreza, deben ser financiados por el
lucro de la riqueza. Acto seguido, señaló que las utilidades de la banca es la
fuente de riqueza desde donde se obtendrán los recursos para financiar la
bonificación popular ofrecida en campaña.
Voces
discordantes salen a la palestra diciendo que la sugerencia gubernamental de
financiar el bono, -creado por Mahuad en tiempos de la cólera popular contra el
feriado bancario que congeló las cuentas a miles de familia en país-, es hoy
una forma de “debilitar la solvencia del sistema bancario”. Prohibido olvidar
que la medida bancaria que dispuso de los depósitos de los ahorrantes fue creada
por el derrocado ex presidente Mahuad inspirado, precisamente, en uno de los
banqueros de entonces, hoy candidato aspirante al poder que participa en el
baratillo de ofertas.
El
gobierno de Correa ha señalado que se trata de financiar el incremento del bono de desarrollo humano, llamado con
toda razón solidario, poniendo en marcha “la mayor transferencia y
redistribución de recursos en la historia de este país” en un gesto que luce,
eso sí, como una forma de solidaridad social. La banca hoy rompe vestiduras y
defiende sus intereses con voces que reúnen en un coro junto al candidato
banquero a su asociado, el alcalde de Guayaquil conspicuo representante "de la oligarquía costeña", y a sectores de una prensa
agenciosa que editorializa contra la medida oficial, predispuesta a defender los intereses bancarios en su agenda temática.
La
campaña electoral con ofertas de baratillo de elevar el valor del bono - por
encima de los 50 dólares ofrecidos por el gobierno -, emprendida por el candidato
ex banquero y candidato ex coronel, es a todas luces un error estratégico de
sus asesores: ¿cómo pretenden competir, electoralmente, contra un gobierno que tiene
la credibilidad y los recursos para ofrecer y cumplir la oferta sin arriesgar
imagen?
La
estrategia del gobierno de prometer el alza del bono y al mismo tiempo sugerir
que sea financiada por la banca, tiene un doble efecto ganador: por una parte solventa una promesa electoral con plata ajena; y por otra, exacerba los ánimos
del candidato banquero que se pone al descubierto al salir como como defensor
de una banca que aún es recordada como la perjudicadora de los intereses populares,
cuando congeló las cuentas y dejó a miles de ecuatorianos de brazos cruzados.
Prohibido olvidar.
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