Escudo británico
Por Leonardo Parrini
El impasse diplomático surgido
entre Ecuador e Inglaterra por la presencia de Julian Assange en la embajada
ecuatoriana en Londres, -y su petición de asilo político-, ha puesto en el
tapete internacional una vieja discusión entre lo político y lo jurídico. ¿Qué
fue primero el huevo o la gallina?
Además de aquella clásica
interrogante, surgen otras en torno al caso Assange, como callejones sin salida.
¿Debe supeditarse la norma jurídica a los principios políticos? ¿Las leyes
internas de un país están por sobre sus
acuerdos internacionales, suscritos en convenios multilaterales o viceversa?
En
principio debe quedar claro que el asilo es un asunto de orden político,
relacionado con el reconocimiento a los derechos humanos amparados en convenios multinacionales, incluida la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de la ONU, suscrita por todos las naciones del mundo, sin excepción.
Esto quiere decir que, tanto la petición como la aceptación de asilo, responden a causas eminentemente políticas inherentes al derecho de una persona a buscar refugio en cualquier país del mundo, por
el hecho de sentirse perseguido por sus ideas, credos, convicción u opinión
de orden político o religioso. Solicitar asilo es un acto político, aceptarlo
o negarlo es otro acto político, equivalente, como potestad del peticionario y
del país que lo acoge.
Si el asilo
es un acto político ¿qué consideraciones jurídicas deben ser tomadas en cuenta para
conceder o no el amparo al demandante del asilo? En esto el derecho de asilo es
claro: no puede un prófugo de la justicia ordinaria solicitar asilo o quién,
con sus actos, contravenga los códigos penales del país que supuestamente lo
persigue.
Los escenarios posibles
Inglaterra amparada en sus leyes internas que hace prevalecer por sobre el derecho al asilo que también
suscribe, se reserva la potestad de ingresar con la fuerza pública en las instalaciones
de la embajada ecuatoriana en Londres y arrestar a Julian Assange
para entregarlo a las autoridades suecas que lo reclaman por supuestos
delitos sexuales. En este caso, el país europeo apela a su Ley de Recintos
Diplomáticos y Consulares de 1987, que le permite revocar el estatus
diplomático de una embajada en territorio británico, lo que potencialmente le
permitiría a la policía ingresar a la embajada ecuatoriana para arrestar a
Assange.
Donald Rothwell, profesor de
derecho internacional en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Australia, quien ha comentado sobre el tema de Assange, opina que "En
sentido literal, probablemente diría que es una violación del derecho
internacional porque la embajada tiene o no tiene la inviolabilidad y la
inmunidad de la que goza como embajada legítima. Y nadie está sugiriendo de
ningún modo que los ecuatorianos no tienen una presencia diplomática legítima
en Reino Unido que es respetada bajo la Convención de Viena".
Los escenarios posibles para
la suerte de Julian Assange estan claros. Inglaterra ha negado anticipadamente el
salvoconducto al australiano para salir de la embajada y embarcarse en un avión con destino
a Quito. Eso implica la detención inmediata de Assange cuando pise territorio británico, la extradición a Suecia y su envio a los EEUU para
ser juzgado por espionaje, delito que en ese país se paga con la pena de muerte. Inglaterra tiene como opción
extrema ingresar a la embajada y sacarlo de acuerdo con sus leyes interna antes mencionadas. Esto podría suceder una vez que el Ecuador conceda el asilo y Assange viva indefinidamente
en la embajada.
Un titular de prensa el día de
hoy resulta premonitorio: Assange no podrá llegar a Quito. De ser así, se
derrumban los conceptos de libertad de expresión, amparado en los cuales
Assange difundió los WekiLeaks. Junto a ellos, se desploma en entredicho la
figura del asilo político como un derecho humano esencial. Además, quiere decir
que las decisiones internas de un país priman sobre sus acuerdos internaciones.
La interrogante de cajón es: En qué mundo vivimos, cuánto avanzó la humanidad en
materia de convivencia internacional, si vale más lo que impongo unilateralmente
sobre lo que propongo y suscribo en los foros mundiales. La respuesta es una
sola: vivimos en un mundo regido por la ley de la selva, donde el más fuerte,
el león británico, se siente con derecho que le otorga su fuerza para
doblegar nuestra voluntad soberana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario