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jueves, 14 de octubre de 2010

CORAZON DE MINERO














Por Leonardo Parrini

La enseñanza que queda del accidente minero que llegó a feliz término es que la clase obrera chilena, premunida de una fortaleza física y espiritual forjada en duro trabajo que realiza, es un grupo humano de singulares características.  ¿Puede haber tarea más esforzada que perforar la roca del desierto chileno para extraer pintas de oro o cobre  a más de 700 metros de profundidad?

El corazón de minero, como dicen pletóricos  de orgullo los hombres y mujeres del norte de Chile, no es otra cosa que ese temple adquirido en dura brega laboral, extrayendo riqueza natural en condiciones extremas de trabajo físico. Actividad que a través de varias generaciones viene desarrollando el minero chileno en situación de explotación notable, lo que hizo posible que sea, precisamente, en la zona minera del norte de Chile, donde surgieran los primeros mancomunados proletarios. Este conglomerado laboral es el germen del movimiento obrero organizado chileno de  carácter  reivindicacionista y, tempranamente en el siglo veinte, del partido comunista fundado en 1922, donde surgen pioneros de raigambre obrera como Emilio Recabaren, fundador del movimiento sindical chileno.  

Los primeros yacimientos

Con una historia de esfuerzo y organización laboral,  la pequeña y gran minería chilena data de los albores de la República cuando surgen los primeros yacimientos mineros de plata en la zona de Coquimbo, como Arqueros, en 1825, Chañarcillo en 1822 y Tres Puntas en 1848. En 1830 cobra auge el yacimiento aurífero de Andacollo, aunque sus orígenes se remontan más allá de la Colonia. El Teniente, yacimiento de cobre que se forma  en la década de los años treinta, tiene sus orígenes   en el siglo diecinueve, siendo el yacimiento subterráneo de cobre más grande del mundo.

En la actualidad existen grandes yacimientos de cobre como Chuquicamata, la mina de tajo abierto más grande del mundo; Escondida, El Abra, Disputada de las Condes, El Teniente y Andina. Otros menores son La Candelario, Salvador, Radomiro Tomic y Mantos Blancos.  A nivel de la minería menor, los pirqueros o pequeños mineros chilenos, trabajan con escasos medios técnicos y es la Enami, Empresa Nacional de Minería el principal comprador de su producto. Los mineros chilenos están sometidos a jornadas de trabajo por turnos, lo que implica aislamiento de sus familias y trabajo en condiciones de fuerte desgaste  físico y sicológico.

La mina San José

La minera San Esteban, propietaria de la mina San José, fue fundada por el ingeniero húngaro Jorge Kemeny en la década del ochenta. Este yacimiento produce al año 1.200 toneladas de cobre, una cifra insignificante frente a los 5.5 millones que genera Chile. El descubrimiento y comienzo de los trabajos de explotación en la mina San José data de 1840. En la década de 1980 la empresa San Esteban Primera SA se hizo cargo de la explotación. Luego de su fallecimiento, en el año 2000, tomaron el control del negocio familiar sus hijos Marcelo y Emérico Kemeny Füller.

La situación económica de la minera bajo la nueva administración sufre de un importante endeudamiento. Sus ingresos rondan los 8 millones de dólares anuales y al mismo tiempo mantiene deudas con la Empresa Nacional de Minería, el Estado chileno y los bancos por aproximadamente 17,8 millones de dólares. La empresa cuenta actualmente con 170 empleados en la mina de oro y cobre San José. Estos trabajadores reciben salarios por encima de la media para mantenerlos ligados a un proyecto que era reconocido por la comunidad como altamente peligroso. Los mineros de la mina San José trabajaban por 150 mil pesos (260 dólares).

Al momento del derrumbe en agosto, la mina San José enfrentaba una crisis financiera al borde de la quiebra con una deuda de medio millón de dólares. Los 33 trabajadores de la mina no estaban asegurados porque, según los dueños del yacimiento, los costos de las pólizas son muy altos y las coberturas insuficientes. Desde la Superintendencia de Seguros les respondieron que los seguros de trabajo en Chile son de los más baratos del mundo.

Finalizada las tareas de rescate de los 33 mineros, queda por rescatar el sentido de justicia en este dramático episodio de la minería chilena, lo que implicaría la exigencia de que los dueños de la mina respondan frente al accidente. No obstante, esto es poco probable puesto que, según el experto jurista chileno Héctor Hernández,  “el solo hecho de infringir, incluso gravemente, normas de seguridad en el trabajo, en este caso en el plano de seguridad de la minería, en Chile no es delito, o sea, a diferencia de lo que ocurre en otros países desarrollados donde si hay normas específicas”, puntualizó el abogado. Pasada la euforia del rescate y apagadas las cámaras de televisión, las autoridades chilenas tienen la obligación de ser consecuentes con su promesa de que, frente a estos hechos, no habrá impunidad. Que así sea.
Chuquicamata, Escondida, El Abra, Disputada de Las Condes, El Teniente

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