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martes, 1 de septiembre de 2015

COLOMBIA VENEZUELA: LA FRONTERA CALIENTE


Por Leonardo Parrini

La estrategia colombiana de regionalizar el conflicto bilateral que mantiene con su vecino del norte, Venezuela, fracasó ayer en el seno de la OEA, cuando de 35 países miembros, solo 17 votaron a favor de reunir a los cancilleres latinoamericanos para analizar el tema. El conflicto fronterizo colombo venezolano seguirá siendo un tema bilateral susceptible de analizar, posiblemente, en Panamá, como eventual país mediador, ya que tampoco Unasur recibirá a las partes mientras que “Colombia no tiene muchas opciones frente al tema de la frontera”, según el analista Carlos Patiño. El impasse entre ambas naciones refleja el peor momento de sus relaciones internacionales, luego de la deportación de 1.097 colombianos de territorio venezolano a lo que se suma el abandono voluntario de otros 9.800. El cierre de la frontera agrega un elemento más dramático a la situación de los desplazados.

Lo que silencia la prensa

Un hecho significativo es el sistemático silencio de la prensa colombiana, que ha omitido referirse a ciertos aspectos que explican el conflicto bilateral entre Colombia y Venezuela. Por el contrario, ha puesto énfasis en el “drama humanitario” de los deportados, reduciendo el tema a una “estratagema” del Presidente Nicolás Maduro a quien se lo ha denostado como “lunático, bruto y ordinario”, al tiempo que han posicionado a los venezolanos como gente “tropical y chabacana”.  

Los conflictos de toda frontera se relacionan esencialmente con el comercio entre naciones vecinas, en términos de contrabando, escasez, precios competitivos, entre otros aspectos económicos. La realidad de la frontera colombo venezolana no es la excepción, sin embargo la prensa colombiana silencia aspectos claves del conflicto. En el departmento de Táchira circulan 160 mil vehículos que consumen “más gasolina que Caracas”, es decir, “un millón diario de galones de gasolina sale de Venezuela cada dia hacia Colombia”, comprado a un costo de 200 pesos y que son revendidos a 4.000 pesos en el territorio colombiano. Un negocio considerado más rentable que el propio narcotráfico fronterizo. Al contrabando de gasolina se suma el tráfico de alimentos. Según versión de analistas, “Táchira posee el 4,5 % de la población venezolana, pero “consume” el 8,5 % del total de alimentos de este país; es decir, prácticamente la mitad de lo que llega a esta región sigue derecho hacia Colombia como contrabando. Mientras un litro de leche subsidiado por el Estado Bolivariano cuesta en 200 bsf, en Colombia lo venden a 14 mil bsf”.

El impacto venezolano del contrabando hacia Colombia es significativo. Con serios problemas de abastecimiento el país bolivariano subsidia productos básicos a la población con una enorme fuga de bienes por su frontera sur. Con productos venezolanos de contrabando crece “un gran negocio especulativo en Colombia”, el mismo que representa para Venezuela una pérdida de 3.650 millones de dólares, cifra que supera las exportaciones de café colombiano en el 2014, que ascendió a 2.473 millones de dólares. Otro factor económico detonante es el cambiario, con el mercado paralelo de 3.000 casas de cambio colombianas que a lo largo de la frontera “devalúan artificialmente el bolívar”. Así, un bolívar equivale a 2.52 pesos colombianos, pero los cambistas lo venden a 4.8 pesos colombianos; es decir, un kilo de arroz que en Colombia vale 562 bolívares se compra en Venezuela a 10 bolívares.

Esta situación no aparece publicada  en los periódicos colombianos, pero tampoco nada se dice de la realidad de Cúcuta, ciudad colombiana fronteriza que depende totalmente del contrabando venezolano “con un 33% de pobreza, 19% de desempleo y 80% de informalidad”. El contrabando que es el mal del siglo XXI favorece a Colombia y a miles de familias colombianas que cruzan diariamente la frontera a comprar productos baratos que luego revenden a precios multiplicados en su territorio, mientras el grueso del negocio lo manejan las grandes mafias contrabandistas. Pero esta realidad los diarios colombianos “no la tocan, no la explican, no la detallan, se quedan solamente con el drama humanitario”. ¿Por qué los medios colombianos no dieron un despliegue similar a los centenares de miles de desplazados, despojados y desaparecidos que en los últimos 20 años generó el conflicto de su país? La respuesta es obvia. Frentre al conflicto fronterizo con Venezuela, la prensa colombiana ha tratado un problema económico social como un tema político. En tanto, los dirigentes del país cafetalero ahora intentan regionalizar un conflicto local, pese a la mesura del continente latinoamericano que hasta el momento lo ha impedido.  

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