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viernes, 19 de junio de 2015

EL ROL POLÍTICO DE LA PRENSA



Por Leonardo Parrini

Si no sale en el diario, no existe. Esta era una de las afirmaciones preferidas de mi abuelo. Pero los tiempos cambian: ahora, aunque no exista si está en la prensa, existe. ¿Es eso credibilidad? Acaso sea simplemente mitología mediática, posicionamiento empresarial convertido en poder. En cuarto poder, se dice, después de los tres poderes estatales. Y eso es dudoso. La prensa es un poder omnímodo en la sociedad capitalista por su vinculación con ingentes negocios unidos en oligopolio, influencia en la percepción de la opinión pública y justificación del poder establecido. Según Harold Laswell, se entienden “los medios de comunicación como agentes omnipresentes que poseen una incidencia en las conductas de las personas individuales, las cuales son simples recipientes de los contenidos transmitidos”.

Esta afirmación de carácter histórico es reiterada por Maurice Lemoine, ex jefe de redacción de Le Monde de Paris, en su conferencia ofrecida en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina CIESPAL, en Quito. Lemoine pone énfasis en un fenómeno propio de nuestro tiempo. La prensa es protagonista en los golpes de Estado blandos o light, en los cuales  “los medios de comunicación han tomado el papel de los partidos políticos debilitados tras el neoliberalismo”.

Sin duda, se trata de acciones ejecutadas en un contexto continental diferente al de los años setenta. En aquellos días las dictaduras militares fueron el producto de golpes de Estado fraguados en cruentos procesos. La vida democrática fue interrumpida, violentamente, en países del cono sur como Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay o Perú con nefastos resultados sociales 

La historia ha cambiado. América Latina dejó de ser el escenario de derramamientos de sangre en dramáticos episodios de represión. La persecución, encarcelamientos y muerte de miles y miles de personas a manos de los organismos represivos del Estado, son cosa del pasado. No obstante, el surgimiento y consolidación de gobiernos, fruto de una correlación de fuerzas progresistas, amerita una renovada estrategia golpista. El retorno a la democracia latinoamericana en los años noventa generó una didáctica distinta, que enseñó a los pueblos el valor de la convivencia social y el repudio a la violencia política. Hoy es concebible, en cambio, un golpe incruento en el cual los medios juegan un rol preponderante, con “una estrategia más elaborada”, según Lemoine.

En esta estrategia, el periodista francés denuncia el rol de la prensa “como el principal instrumento para orientar a la opinión pública”. Convertidos en actores políticos, los medios informativos reemplazan a los partidos tradicionales desplazados del poder. Los ejemplos latinoamericanos darán la razón a Lemoine. El golpe de Estado en Venezuela, en abril del 200, que derrocó a Chávez comenzó con “un show mediático” que aupó a un empresario para que lo reemplace en el poder. En el año 2008, la prensa boliviana creó condiciones para la renuncia de Evo Morales al mostrar un país caotizado. Durante el “golpe institucional” paraguayo del 2012, la prensa jugó un rol determinante para someter a Fernando Lugo a un juicio político. El resultado fue que en 24 horas, el Presidente fue destituido por el Legislativo.

Convencidos de que la prensa era el reflejo de la sociedad nos hicimos periodistas, pensando en los medios como el espejo donde reconocernos diversos y pluralistas. La vida se encargó de despabilarnos. Una evidencia cobra cuerpo hoy en el Ecuador: la acción desafiante de la oposición, envalentonada, encuentra eco en la prensa que desnuda su verdadero rol político. Se vive un proceso que el propio Jefe de Estado ecuatoriano ha denunciado como "un golpe blando en marcha". Para muchos ecuatorianos puede parecer el cuento del lobo. Pero como decía mi abuelo, aunque parezca mentira, si está en los medios, existe.

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