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jueves, 24 de julio de 2014

¿SE PUEDE SER MARXISTA BOLIVARIANO HOY DÍA?


Por Leonardo Parrini

“Alerta, alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”. Esta arenga la hemos oído en múltiples ocasiones en mítines de la izquierda marxista, de la centro izquierda, e incluso, en un colegio quiteño aniñado con motivo de una efeméride relativa al Libertador. Al margen de esta personalización surrealista que la metáfora confiere a la espada de Simón Bolívar y que pretende rescatarla como símbolo de lucha política y social, la fecha de su natalicio acaecido el 24 de julio de 1783, amerita reflexionar sobre el sentido de la presencia bolivariana en América Latina, bajo cuya égida se pretende amparar un pensamiento revolucionario hoy día. 

Del rol independentista de Simón Bolívar aprendido en la escuela, heredado en el pensamiento político liberal y posteriormente reivindicado por la propaganda del nuevo socialismo del siglo XXI, no cabe duda. Pero, a poco escudriñar en la historia no es difícil encontrar una magna contradicción del pensamiento marxista en relación con la figura del prócer latinoamericano. Y los entredichos acerca de la figura de Bolívar surgen en las fuentes mismas del marxismo, en la célebre carta de C. Marx a F. Engels de febrero de 1958, en la que el pensador alemán descarga una diatriba de este calibre: el "canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque". En esa misma oportunidad, afirmó que Bolívar era un mito de la fantasía popular: "La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar".

La preocupación de Marx por Bolívar tiene origen en un artículo que le fuera solicitado por el periódico New York Daily Tribune con fines académicos; no obstante, el “tono prejuiciado” del escrito motivó el rechazo del editor. Finalmente el texto fue publicado como Herr Vogt para una enciclopedia americana, en el que Marx expresa: Bolívar estableció un escogido cuerpo de tropas bajo el nombre de guardaespaldas y se rodeó con el aparato de una corte. Pero como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento. Y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas.

El relato marxista inicia con una descripción de Bolívar como “descendiente de familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela”. De hecho Bolívar nació en el seno de una familia “de origen vasco de la hidalguía criolla venezolana”. De refinada educación, Bolívar se nutre del pensamiento de Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu y toma contacto en Paris con Napoleón y Humboldt. Se afilia a la masonería abrazando el pensamiento liberal bajo el compromiso de liberar a su país de la dominación española. En dos oportunidades, en 1810 y 1813 intenta fraguar movimientos independentistas que sufrieron reveces, hasta conseguir en 1816 hacerse del control del país venezolano.  

Bolívar soñaba con formar una gran confederación que uniera a todas las antiguas colonias españolas de América, inspirada en el modelo de Estados Unidos. La crónica registra: Bolívar cruzó los Andes y venció a las tropas realistas españolas en la batalla de Boyacá (1819), que dio la independencia al Virreinato de Nueva Granada (la actual Colombia). Reunió entonces un Congreso en Angostura (1819), que elaboró una Constitución para la nueva República de Colombia, que englobaba lo que hoy son Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá; el mismo Simón Bolívar fue elegido presidente de esta Gran Colombia. Luego liberó el territorio de la Audiencia de Quito (actual Ecuador) en unión de Antonio José de Sucre, tras imponerse en la batalla de Pichincha (1822). Bolívar, presidente ya de Colombia (1819-30), lo fue también de Perú (1824-26) y de Bolivia (1825-26), implantando en estas dos últimas Repúblicas un modelo constitucional llamado «monocrático», con un presidente vitalicio y hereditario.

Respecto de la campaña de Bolívar en suelo Americano, Marx en su carta a Engels, consigna que “el Libertador rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810, a pesar de las instancias de su primo José Félix Ribas. En cuanto a la misión de Bolívar a Londres en 1811 (junto con Bello y López Méndez), Marx afirma que ésta se redujo a la autorización para exportar armas, teniendo que abonarlas de contado y pagar fuertes derechos”.

En un intento por explicar la versión marxista de la figura de Simón Bolívar, Ana María Rivadeo sostiene: “La historia de América Latina se caracteriza, en efecto, en ese momento, por la ausencia de una voluntad nacional y popular de las elites criollas que habían encabezado la independencia. Esta debilidad de las elites, aunada a la ausencia de masas populares con un proyecto autónomo, configuran una situación histórica que no favorece la apertura, en el pensamiento de Marx, de un horizonte de búsqueda teórica análogo al que ya había considerado para otros procesos, o a los que consideraría en el futuro  como Rusia”

Los reveces de Bolívar en sus campañas iniciales son descritos por Marx como traición: La pérdida de la plaza de Puerto Cabello en la Primera República, es “una huida cobarde y a escondidas de Bolívar para ocultarse en San Mateo y con posterioridad participar, personalmente, en el asalto y detención de Miranda en La Guaira, traicionándolo de esta forma al entregarlo engrillado al general español Monteverde, quien lo envió a Cádiz donde luego moriría”. Por la que Bolívar habría recibido favores de la corona española, en reconocimiento por su servicio prestado al Rey de España con la entrega de Miranda.

La campaña de Santa Marta en 1814 emprendida por Bolívar es denostada por Marx al punto de decir que Bolívar “permitió a sus soldados que la saquearan durante cuarenta y ocho horas”. Mientras que la retirada a Jamaica, en 1815, es descrita como una “huida de Bolívar durante ocho largos meses, mientras los generales patriotas ofrecían su tenaz resistencia en Venezuela”. Para Marx, Bolívar es el dictador traidor y cobarde que abandona a Arismendi en 1817, en Margarita, en manos de los españoles, y luego a Freites en la Casa de la Misericordia en Barcelona, donde éste muere en batalla. Frente a ello, no se escatimaban sarcasmos contra Bolívar como el 'Napoleón de las retiradas'.

La conquista emprendida en Nueva Granada habría sido –según Marx- un gesto militar de las tropas inglesas y en referencia de la batalla de Carabobo en 1821, señala que Bolívar solicitó tregua que sus subalternos habrían rechazado. De igual modo, en la versión marxista, “los logros de la campaña de Quito (1822) se debieron a los oficiales británicos'. Y en Bolivia, sometida a las bayonetas de Sucre', Bolívar dio curso libre a sus tendencias de despotismo”. Los edictos bolivarianos habrían sido motivados en el Congreso de Panamá, en 1826, para unificar América del Sur, por el afán de Bolívar “de satisfacer sus apetencias de poderes dictatoriales”.

La descripción de Simón Bolívar compartida por Marx no deja dudas de su denuesto: Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos lo rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano...Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita.

Frente a esta leyenda negra, escrita de puño y letra por Carlos Marx, cabe reflexionar si los afanes marxistas que emanan de la propia tierra de Bolívar, en el discurso oficial del Gobierno de Bolivariano de Venezuela, cuyo presidente Nicolás Maduro afirma haber “asumido el marxismo”, resisten, al menos, un análisis de coherencia ideológica. La respuesta a la pregunta ¿se puede ser bolivariano marxista hoy? queda pendiente, como la espada de Bolívar sobre América Latina.

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