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jueves, 10 de abril de 2014

EL RETORNO DE MILAN KUNDERA


Por Leonardo Parrini

Desde la última vez que leí a Milan Kundera han pasado ya unos cinco años. En el ínterin, en mis relecturas daba con el autor de siempre, profundo enigmático, poético, tan entregado a enseñarnos a vivir. Hoy espero un reencuentro con su necesaria lectura. En todo este tiempo, - son unos catorce años después de publicar La Ignorancia,- que el escritor checo se había recluido, autoexiliado ¿en sí mismo? y hoy retorna con un título inquietante para un libro no menos suscitador: La fiesta de la insignificancia. Un texto, según la crítica, menos pesadumbroso y más irónico que sus antecesores.

Un Kundera de 84 años cumplidos hace 10 días-, “esquivo y huraño, escondido voluntariamente”, es recibido por la crítica europea con total expectativa. El diario francés Le Monde lo ve “ligero como una pluma de perdiz o de ángel”, y especula sobre los vericuetos que Kundera debió transitar este tiempo de reclusión discrecional. Le Fígaro habla del “gran retorno de Kundera”, mientras que Le Nouvel sentencia que este será “el último vals” del autor de La insoportable levedad del ser.

Rebelde y polémico

Kundera ha sido hombre de mil oficios, -el de escritor es uno de tantos- entre los que destaca como pianista de jazz por influencia de su padre. Literato de academia y cineasta por formación universitaria, Kundera es un hurgador del hombre en el sentido existencial del término; sus diversas actividades lo confirman como común denominador. En esa amalgama de escritor e indagador del género humano, su militancia en el partido comunista checo no es extraña, a pesar de su expulsión en 1970. Su primera obra La broma, tuvo un raro y contradictorio destino: galardonada en su país por la Sociedad de Escritores Checoslovacos, fue prohibida junto con los demás escritos de Kundera, luego de la invasión soviética a Praga de 1968.

El reconocimiento internacional fue precedido por el premio Commonwealth Award, obtenido por Milán Kundera por el conjunto de su obra. El palmarés continuó con el Premio Europa-Literatura en 1982, pero la consagración definitiva del autor checo vino de la mano de su obra cumbre en 1984: La insoportable levedad del ser, calcificada como “una extraordinaria historia de amor”, llevada al cine por Philip Kaufman con aceptable éxito. En el 2007 Kundera no asiste a recibir el Premio Nacional Checo de Literatura aduciendo motivos de salud.

El retorno

Kundera regresa a la palestra literaria “más enigmático y polisémico”, que en libros como La inmortalidad o La lentitud, en esta última obra La fiesta de la insignificancia. Beatriz De Moura, editora, anticipa detalles: “Están presentes casi todos los temas preferidos del autor y llevados a su esencia: la maternidad, la sexualidad, el poder con sus facetas -desde la crueldad y la arbitrariedad hasta el absurdo y la ternura-, la zafiedad de los falaces”. Kundera retorna, luego de apartarse y ocultarse, con un toque de humor, fina ironía, según los editores: “Fácil de leer, pero difícil de comprender”, se asegura. “En conjunto, Kundera hace una desenfadada visión del mundo que no cesa de caer en lo irrisorio y que termina en un festejo burlesco”. El periódico italiano Il Corriere della Sera lo definía como un “divertimento surrealista y una parábola felliniana en la que se mezclan personajes con elucubraciones extravagantes”.

Imprevisible y libérrimo, insólito e inesperado, según sus críticos, Milan Kundera confirma en su retorno lo que ya nos había dejado escrito en su obra, que la exultación es lo suyo: “Todo esto me angustia, pero no debo estar triste, no debo, que la tristeza no vaya unida a mi nombre, esa frase de Fucik es mi consigna…”

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