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sábado, 19 de enero de 2013

AFRICA MÍA, PERO SIN FRANCESES EN MALÍ


 Por Leonardo Parrini

Cuando evoco a África viene a mi memoria la imagen de Meryl Streep durante un ardiente atardecer en la sabana africana junto a Robert Redford, su amante cazador, en un descanso del rodaje del film África Mía, la mirada romántica del cine gringo a un continente violento y diverso. Pero cuando profundizo un poco en mis saberes de esas tierras lejanas e ignotas, me dejo llevar por la exquisita cadencia de la música de Peter Gabriel, artífice del superlativo rock británico de fuerte influencia de danzas, polirritmias y ostinatos africanos.

En mis evocaciones me resisto a aceptar que África sea la vasta locación de filmes románticos o sólo el génesis de danzas y ritmos de dumdum, de estirpe e influjo ancestral en la musica europea, sino esencialmente el continente heterogéneo de 52 naciones independientes, con una gran diversidad étnica y cultural, unas mil lenguas y al menos cinco grupos culturales mayoritarios.

Los franceses invaden Malí

Al leer la noticia de que Francia ha invadido militarmente a Malí, una nación norafricana de poco más de 1.240.000 km2, con una población de 14,5 millones, la mayoría concentrada en Bamako su capital, mis evocaciones vuelven a la realidad de un continente milenario. Allí, en la extensa llanura africana desde tiempos inmemoriales, el colonialismo francés se afincó en busca de riquezas naturales, estableciendo gobiernos que rompieron las formas de gobernanza local y cuyas consecuencias sociales, políticas y económicas fueron intensas.  

En 1830, Francia ocupó Argelia y durante ciento treinta y dos años el territorio argelino fue colonia francesa. Argelia representaba un lugar ideal y estratégico para el imperio francés, decidido a fundar colonias en África septentrional. En menos de dos años llegaron a Argelia alrededor de veinte mil franceses, iniciándose el sistemático despojo de las tierras fértiles, una de las notas dominantes de la colonización de ese país.








La historia se repite

Malí, asentada en el centro del desértico continente africano, hoy día se encuentra ocupada por los franceses con similares motivaciones coloniales que pretenden imponer formas de gobernanzas según el interés galo. Francia, esta vez, actúa aupada por sus aliados británicos, norteamericanos y canadienses que han prestado apoyo político y logístico a la nueva invasión al continente africano.

En el fondo del conflicto subyace una historia que se remonta a 1916, cuando los Tuaregs intentaron crear su propio estado en Malí. Posteriormente, al cabo de un siglo, las revueltas étnicas han tenido diversa intensidad; en los años noventa los enfrentamientos fueron más violentos, pero terminaron aplastados por fuerzas militares asentadas en Bamako, la capital de Mali.

En la actualidad, Al Qaeda Magreb Islámico (AQMI), es la organización de origen argelino que se impone en Mali, con derivaciones del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) que a su vez se había escindido del Grupo Islámico Armado (GIA). Ambos han librado una larga guerra civil en Argelia, que según cifras estimadas habría cobrado cerca de un millón de muertos en los últimos veinte años. Es el propio Osama Bin Laden quien bendijo la integración del GSPC en Al Qaeda (La Red), que a partir de 2007 se convierte en AQMI.

Un golpe de estado perpetrado, en marzo de 2012, por el capitán Amadou Sanogo es la ocasión que el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA) consideró propicia para la consecución del objetivo que lleva persiguiendo desde hace un siglo. El propósito es la implantación de un emirato islámico en todo el Sahel, desde Mauritania a Somalia, con Nabil Abu Alqama al frente del mismo.

Los franceses lo tienen nada fácil. Su propósito, con la intervención militar de 2.000 efectivos aliados al ejército regular de Mali, es “parar la agresión de los islamistas, asegurar la capital, Bamako, y preservar la integridad territorial del país". Esta misión la lleva a cabo en este país africano pese al riesgo que corren los ocho rehenes franceses cautivos de las milicias salafistas. Pero la suspicacia internacional pone a Francia en la mira de la ambición por la nada despreciable riqueza de Malí consistente en oro y algodón.

No obstante, la verdadera riqueza de Malí radica en sus tradiciones musicales, literatura, danza y escultura. Estilos como el hip hop y el reggae son también una realidad y no sólo entre los más jóvenes: la proliferación de grupos que incorporan la crítica social facilita la circulación de mensajes y la concienciación. Tiken Jah Fakkoli, el cantante de reggae más popular de Malí, no se cansa de denunciar todo tipo de situación ilegal, como por ejemplo en su tema titulado explícitamente "Françafrique". Este término se utiliza para designar la relación criminal de Francia con sus antiguas colonias, apoyando a las dictaduras. En una de sus canciones, Tiken Jah es concluyente y habla de la intervención militar francesa en toda la región de esta forma: "Primero son los pirómanos y después quieren ser los bomberos”.  

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