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miércoles, 2 de marzo de 2016

CRIMEN CONTRADICTORIO

Por Leonardo Parrini

La interrogante en la canción de J.M. Serrat: qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va ser de ti…alude al temor evidente de padres por nuestras hijas e hijos cada vez que se ausentan del hogar, más allá del tiempo y del espacio diario. Los riesgos en esta época de evidente inseguridad social amenazan cotidianamente la vida de las personas más vulnerables. Hasta julio del año anterior, se registran 37 casos de mujeres víctimas de feminicidio en nuestro país. Sin embargo, resulta difícil concebir que dos muchachas salen de vacaciones, mochila al hombro, y terminen asesinadas en una playa ecuatoriana.  

El crimen de las argentinas Marina Menegazzo y María José Coni, de 21 y 22 años de edad, acaecido en la localidad de Montañita, -llamada por algunos Sodoma y Gomorra por su deliberada inclinación al divertimento en todas sus expresiones carnales extremas-, pone de relieve varios ribetes de nuestra sociedad criolla. Luego del hallazgo de los cadáveres una ola de prejuicios, suposiciones y hasta audaces conclusiones, estigmatizan a las víctimas por supuesta provocación del hecho. Se lo buscaron por andar solas, por ligar con desconocidos, por salir de noche, por ser tan apetecibles -se dice- en definitiva, por su condición de mujeres. El femicidio calificado, cometido en la persona de Marina y Maria José, avergüenza la conciencia nacional por el grado de incomprensión en la lectura de los hechos. Un juzgamiento social a dos mujeres que viajan solas, por el simple hecho de disfrutar sus vacaciones en un mundo que ellas creyeron más racional y justo.   

Una diligencia policial vertiginosa dio lugar al informe ministerial en rueda de prensa, cuya versión oficial anunciaba la detención de dos sospechosos, Segundo P., y Eduardo de la A., según se dijo- autores del crimen. El perfil de los implicados, aparentemente, no encaja con el perfil de las víctimas. La familia de las chicas asesinadas sugiere la hipótesis de que dos muchachas universitarias, nacidas en el seno de una tradicional familia mendocina de clase media, es poco probable que entablaran relación alguna con dos ecuatorianos que las doblan en edad, uno de raza negra, ambos de origen humilde y condición social marginal. Para los más suspicaces la primera versión policial cae bajo sospecha de encubrimiento de los hechos reales, bajo el argumento de haberse omitido etapas en el protocolo de la investigación forense.   

Sara Sarmiento, amiga de las víctimas que compartió momentos con Marina y Maria José días antes del crimen, afirma que las causas del asesinato se relacionan con una red de tratantes de blanca. ¿Qué indicios concretos dispone Sarmiento para hacer esa insinuación, o es que en los entretelones del crimen las muchachas fueron abordadas durante su viaje por miembros de una organización de esa naturaleza? Si ese es el caso, Sara debe aportar datos específicos que apunten a esclarecer los hechos en una investigación formal.

Una fácil y prejuiciosa lectura del crimen sugiere que las jóvenes victimadas dieron motivos para un asesinato de móvil sexual, al pernoctar en casa de dos desconocidos en un lugar propicio para el cometimiento del hecho. La condena social a las dos mujeres víctimas de femicidio, coincide con la desventurada afirmación de Michel Sanguinetti, policía canadiense, quien en abril de 2011 sentenció durante una charla universitaria: “las mujeres deberían evitar vestirse como putas para no ser violadas”, afirmación que recibió el repudio mundial. La malhadada frase del policía canadiense simboliza el nivel de degradación social que vivimos y contradice los más elementales derechos de la mujer a ser libre, autónoma de elegir amigos y entablar relaciones igualitarias, derecho a la decisión responsable sobre su cuerpo y de los accesorios que lo cubren o descubren. 

Vivimos en ausencia de una revolución cultural que nos sitúe, espiritualmente, en un lugar más digno frente a las dinámicas de género, y de la propia condición humana. Un sacudón que nos redima de la descomposición ideológica imperante, asumida como una forma de ser normal. Un remezón de la conciencia viene bien para no juzgar con tanta facilidad las apariencias de la mujer convertida en presa de caza cuando transita sola. ¿Sola, y quién se supone que falta a su lado, cual es el supermacho llamado a protegerla y de qué? ¿No estar en el lugar preciso y en el momento oportuno para saberte segura, implica que debes pagar con el cuerpo y la vida el apetito voraz de dos sujetos que matan alevosamente bajo efecto de alcohol o drogas? En un mundo machista y discriminatorio de violencia feminicida que desemboca en crímenes repudiables ¿qué va a ser de ti lejos de casa, nena, que va a ser de ti?

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