Por Leonardo
Parrini
La oposición en Venezuela
se rebela contra 16 años de chavismo. La derrota oficialista en las elecciones parlamentarias
de ayer, tiene toda la fuerza de una alerta nacional, cuya advertencia se veía
venir ante los reiterados errores del gobierno venezolano. El resultado electoral,
considerado un plebiscito, implica que “la crisis económica, la inseguridad o
la persecución a los dirigentes opositores han sido motivos suficientes para
que la sociedad haya dicho basta y optado por un cambio en el mapa político del
país”.
Al mismo tiempo,
puede ser que se cumpla lo que denunciaron antes del resultado electoral los miembros
del gobierno: el fin de las conquistas sociales. O en todo caso, el retorno de
los perseguidos y la liberación de la dirigencia
detenida, luego de las protestas callejeras del primer semestre del 2014. Este “nuevo
ciclo de vida”, -como lo llaman los opositores al chavismo-, se hará realidad
con la gestión de la nueva mayoría parlamentaria opositora al régimen de Nicolás
Maduro.
El triunfo electoral de la
contrarrevolución venezolana tiene varias lecturas, y se produce dos semanas después
de la derrota de la revolución del siglo XXI en Argentina, con el triunfo presidencial
de Mauricio Macri, candidato de la derecha sureña, ante el oficialista Daniel
Scioli. El resultado de estos procesos electorales confirma que en Venezuela “confluyeron
bajo un mismo paraguas, el de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), un crisol
de partidos políticos que van desde el centro izquierda hasta la derecha más
conservadora”.
La guerra económica como la denomina Maduro,
dio como ganadora a la oposición venezolana, proceso que según el historiador
ecuatoriano, Juan Paz y Miño, permitió al pueblo venezolano medir luego de 16
años, los esfuerzos de la reconstrucción conservadora. Dicho proceso constituye,
para el analista, un riesgo en América Latina, después de lo que ocurrió en Argentina,
además de ser una oportunidad de oro para constatar que, electoralmente, ya no
es un camino lo que antes era de golpismo y violencia. En ese camino se
evidenciaron tres enemigos de la revolución llanera: los empresarios y las elites
adineradas, el imperialismo y cierto medios de comunicación privados que libraron una batalla diaria en medio
de una crisis que alimentó la desesperanza y la desazón popular.
El futuro de Venezuela
El historiador
Paz y Miño manifiesta que podría suceder lo que ya ocurrió antes en Ecuador con
un Congreso opositor: una pugna de poderes. Ese es el riesgo que se cierne en Venezuela. Por
el contrario, la existencia de un Congreso venezolano con apoyo al gobierno de
Maduro, garantizó la gobernabilidad de ese país. Ahora se abre el camino a la desobediencia civil, una posición contraria
a la tendencia de América Latina que busca consolidar las democracias.
Los antichavistas
se valieron de un ambiente de crisis aupada por la campaña sostenida de los
medios de comunicación opositores, convertidos en actores políticos. A eso hay
que sumar el desabastecimiento de productos generado en plena guerra económica
desatada por los empresarios venezolanos. A lo que hay que agregar, “la
inflación, cierta escasez, el sabotaje eléctrico, la burocratización alimentada
a menudo por ineficacias y corrupciones, y hasta errores administrativos o
políticos que perjudicaron la imagen del Estado”.
En mirada del
historiador Paz y Miño, dada a la realidad venezolana hace algunos meses, se
confirma hoy que un factor es concluyente: “en Venezuela se comprobó que tampoco
bastan la organización y la movilización populares; ni solo la decidida acción
gubernamental con beneficios indudables como las Misiones, atención en salud,
educación, vivienda, bienestar colectivo, etc. Tampoco es suficiente el manejo
económico. Pesan -y mucho- los errores, el burocratismo, la ineficacia, la
inseguridad, etc., que enseguida son aprovechados por los opositores para
explotar descontentos y unirlos a las acciones desestabilizadoras”. Ese es el
germen de la contrarrevolución venezolana en marcha.
la corrupción, sobre todo, ha sido el germen de la contrarrevolución ciudadana del siglo XXI en Ecuador. Ese fue el detonante para sacar a Mahuad y Agdála, para que huya Gutiérrez y no veo motivo para que no provoque el des-enamoramiento de la población respecto a Rafael Correa...
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