Por Leonardo Parrini
El turismo es la industria sin
humo, o mejor, el turismo es la política de la paz. Esta actividad receptiva creció
en el Ecuador en un 51% en los últimos cinco
años. Los países de Colombia Perú, EEUU y España son los que mayor ingreso de
turistas registran hacia nuestro territorio. Y un dato adicional: los jubilados
gringos, por quinta vez consecutiva, eligen a Ecuador como su destino turístico
preferido.
¿Por qué se visita el Ecuador?
Obviamente por sus atractivos naturales de playa, montaña, selva y sitios
históricos valorados culturalmente a nivel mundial. Y por cierto, por sus emblemáticas
Islas Encantadas de las Galápagos. Pero también se lo visita por su gente, por
su arte y cultura, por su amabilidad y confort hotelero, por su gastronomía y
tradiciones. Un país se lo visita cuando tiene optimismo y entusiasmo de
recibir huéspedes.
¿Qué debe exhibir un atractivo
país receptor de turistas? Excelente información turística de lugares,
operadores, itinerarios y tours; además, una confortable infraestructura en
hoteles y restaurantes, servicios de transporte eficiente y un clima de
hospitalidad, paz y seguridad. También debe ofrecer un clima de paz social,
estabilidad económica, puesto que nadie visita un lugar con riesgos de
violencia o descontrol de precios y tarifas cambiarias abusivas.
Destino turístico mundial
El turismo es la política de la
armonía y la belleza, de la convivencia y el intercambio. Para hacer un turismo
efectivo, un país primero debe creer en sí mismo, conocerse a sí mismo y tener
confianza en sí mismo. Un país turístico es un territorio amable y amante que
deja ver al mundo su mejor rostro, sus mejores hábitos y costumbres. Un país
turístico enamora al visitante para que regrese. La vocación turística es un
acto de convivencia colectiva y generosa. Es bueno que a mi vecino turístico
también le vaya bien y deje una buena imagen; así, de ese modo, a todos nos va
bien. El turismo nos enseña e invita a ser mejores como país, como ciudad, como
personas. El turismo nos obliga a sonreír, a dialogar, a informar con buena
voluntad, a mostrarnos con orgullo a los huéspedes. Un país turístico hace
sentir placer al visitante, convocándolo a vivir gratas experiencias e inolvidables
sensaciones.
El Vice Ministro de Turismo del
Ecuador, Luis Falconi anunció que el país rompió récord en el incremento
anual de arribo de turistas, que alcanzó un 12% en comparación con el año
pasado. “El balance es de casi 130 mil
llegadas de turistas más que el año 2011 en que ingresaron un millón 141 mil 37
visitantes”, indicó la autoridad. Según la fuente oficial, “en el 2006, las plazas
de empleo en turismo apenas registraban 36 mil puestos de trabajo en ocho mil
11 establecimientos; actualmente, esa cantidad se ha elevado a 100 mil fuentes
de empleo en más de 19.800 establecimientos”.
El Ecuador superó dos trancas
administrativas del pasado que atentaban contra el turismo: atrás quedaron los
ministros y funcionarios palanqueros que ingresaban al Ministerio de Turismo a
promover su negocio privado, como operadores turísticos, hoteleros o moteleros que
multiplicaron sus ganancias al paso por ese ministerio. Atrás quedaron los grises
burócratas que no atinaban cómo y dónde difundir las bellezas naturales del
país, ni de qué manera hacer del turismo una política sustentable de Estado.
El aumento que tuvo Ecuador como destino turístico le hizo merecedor a 10 reconocimientos de nivel mundial y una recomendación como “uno de los mejores destinos”, por las revistas Lonely Planet y National Geographic Traveler. Por qué no decirlo: provoca legítimo orgullo constatar que el Ecuador cuenta con un mosaico de estímulos para el turismo receptivo, convertido ahora en una nueva vocación nacional.
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