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martes, 8 de enero de 2013

ECUADOR, PAÍS CON VOCACIÓN TURÍSTICA

 Por Leonardo Parrini

El turismo es la industria sin humo, o mejor, el turismo es la política de la paz. Esta actividad receptiva creció en el Ecuador en un  51% en los últimos cinco años. Los países de Colombia Perú, EEUU y España son los que mayor ingreso de turistas registran hacia nuestro territorio. Y un dato adicional: los jubilados gringos, por quinta vez consecutiva, eligen a Ecuador como su destino turístico preferido.

¿Por qué se visita el Ecuador? Obviamente por sus atractivos naturales de playa, montaña, selva y sitios históricos valorados culturalmente a nivel mundial. Y por cierto, por sus emblemáticas Islas Encantadas de las Galápagos. Pero también se lo visita por su gente, por su arte y cultura, por su amabilidad y confort hotelero, por su gastronomía y tradiciones. Un país se lo visita cuando tiene optimismo y entusiasmo de recibir huéspedes.

¿Qué debe exhibir un atractivo país receptor de turistas? Excelente información turística de lugares, operadores, itinerarios y tours; además, una confortable infraestructura en hoteles y restaurantes, servicios de transporte eficiente y un clima de hospitalidad, paz y seguridad. También debe ofrecer un clima de paz social, estabilidad económica, puesto que nadie visita un lugar con riesgos de violencia o descontrol de precios y tarifas cambiarias abusivas.  

Destino turístico mundial

El turismo es la política de la armonía y la belleza, de la convivencia y el intercambio. Para hacer un turismo efectivo, un país primero debe creer en sí mismo, conocerse a sí mismo y tener confianza en sí mismo. Un país turístico es un territorio amable y amante que deja ver al mundo su mejor rostro, sus mejores hábitos y costumbres. Un país turístico enamora al visitante para que regrese. La vocación turística es un acto de convivencia colectiva y generosa. Es bueno que a mi vecino turístico también le vaya bien y deje una buena imagen; así, de ese modo, a todos nos va bien. El turismo nos enseña e invita a ser mejores como país, como ciudad, como personas. El turismo nos obliga a sonreír, a dialogar, a informar con buena voluntad, a mostrarnos con orgullo a los huéspedes. Un país turístico hace sentir placer al visitante, convocándolo a vivir gratas experiencias e inolvidables sensaciones.

El Vice Ministro de Turismo del Ecuador, Luis Falconi anunció que el país rompió récord en el  incremento anual de arribo de turistas,  que alcanzó un 12% en comparación con el año pasado.  “El balance es de casi 130 mil llegadas de turistas más que el año 2011 en que ingresaron un millón 141 mil 37 visitantes”, indicó la autoridad. Según la fuente oficial, “en el 2006, las plazas de empleo en turismo apenas registraban 36 mil puestos de trabajo en ocho mil 11 establecimientos; actualmente, esa cantidad se ha elevado a 100 mil fuentes de empleo en más de 19.800 establecimientos”.

El Ecuador superó dos trancas administrativas del pasado que atentaban contra el turismo: atrás quedaron los ministros y funcionarios palanqueros que ingresaban al Ministerio de Turismo a promover su negocio privado, como operadores turísticos, hoteleros o moteleros que multiplicaron sus ganancias al paso por ese ministerio. Atrás quedaron los grises burócratas que no atinaban cómo y dónde difundir las bellezas naturales del país, ni de qué manera hacer del turismo una política sustentable de Estado.
 
El aumento que tuvo Ecuador como destino turístico le hizo merecedor a 10 reconocimientos de nivel mundial y una recomendación como “uno de los mejores destinos”, por las revistas Lonely  Planet y National Geographic Traveler. Por qué no decirlo: provoca legítimo orgullo constatar que el Ecuador cuenta con un mosaico de estímulos para el turismo receptivo, convertido ahora en una nueva vocación nacional.

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