Por Lucrecia Maldonado
Cuenta Eduardo Galeano que hacia el final de su vida don Simón
Rodríguez, el maestro de Simón Bolívar, se quejó amargamente: “Yo quise hacer
de la tierra un paraíso para todos, y la convertí en un infierno para mí”.
¿Será ese el destino de todos
los que, en algún momento de su existencia deciden que el mundo no está bien y
que hay que jugársela por hacer algunos cambios? Recuerdo ese país que muchos
añoran, el anterior al gobierno de Correa. Ese vivir en la permanente zozobra
de que algo iba a pasar. Algo malo, claro. La tremenda vergüenza de ser
conocidos por una inolvidable castradora, de que el Presidente de la República
baile “El rock de la cárcel” en una tarima, de que vuelvan a ‘congelar’ el
dinero de todo el país en los templos del dios Mammón, o de que se corra la voz
de que el que anunció “cambiar al Ecuador o morir en el intento” salga huyendo
en helicóptero sin haber conseguido ni lo uno ni lo otro.
No se puede negar que no
faltaban emociones fuertes, y que la vida tenía su lado divertido y lúdico: los
paros anuales con que la UNE le regalaba a los niños de escuelas y colegios
fiscales por lo menos quince días de vacaciones adicionales, por ejemplo. O las
sufridas mujeres tramitadoras con niños sostenidos a la espalda por sábanas
mugrientas que recogían de antemano toda la documentación para el trámite que
fuera en las colas del Registro Civil, la Comandancia de Tránsito o la
Cancillería para facilitarnos la vida a cambio de un precio módico. Y también
tuvimos nuestra modesta época de terror, en donde un émulo de Videla, Pinochet
y Cía. nos liberó de la guerrilla y el terrorismo de un lado aplicándonos lo
mismo pero del otro. Tal vez, como suele suceder con los hijos de personas con
alcoholismo, nos acostumbramos a vivir mal.
Entonces aparece Rafael Correa y
decide que así no se puede seguir. En realidad mucha gente ya lo pensaba. Pero
cada derrocamiento de un ‘líder’ no hacía si no llevarnos a otro peor. En ese
momento llega él con ideas claras, con impulso transformador, y de repente
nosotros también despertamos, bueno, una parte de nosotros. Solo que Correa
trae una palabra que provoca escalofríos en ciertos ámbitos: socialismo. Y no es el único en
Latinoamérica. Entonces aquellos a quienes esa palabra les asusta arman una
estrategia que podríamos llamar… de vecinas, pero diabólicas.
Lo primero fue el rumor. No
importa cuán absurdo pudiera ser. Decían que a los que teníamos una casa con
tres dormitorios nos iban a obligar a recibir a una persona extra. Decían que
“nos iban a quitar los guaguas”. Decían (y siguen diciendo porque en realidad
es uno de los pocos miedo que todavía nos pueden meter) que se iba a acabar la
dolarización y nuestra economía se iba a ir a pique. Algún alucinado hasta vio
los contenedores con la nueva moneda en el puerto de Guayaquil. Ahí deben
seguir, supongo.
Lo segundo fue la
descalificación. Sostenida. Falaz. En todos los frentes. Al igual que el hombre
que arrancha el bolso de una mujer y luego, apostado en una esquina esconde el
botín y comienza a mostrar el camino a los que persiguen al ladrón diciendo “se
fue por ahí”, señalando la zona más oscura de la calle, los nada perfectos
líderes de oposición y los inefables comunicadores sociales de ídem comienzan a
acusar a Rafael Correa de lo que ellos mismo han sido y han hecho
inveteradamente, en uno de los más demenciales procesos de esquizofrenia social
jamás vistos. Es prepotente, dice Carlos Vera. Es grosero y soez, dice Nebot.
Es corrupto, clama Abdalá Bucaram. Es dictador, gimotea quien se proclamó
Dictócrata. Es irónico y mordaz, se queja el Pájaro Febres Cordero. Es
irrespetuoso, se lamenta Bonil. Es tirano, acusan los socialcristianos
camuflados bajo un nombre que no consigue más que evidenciarlos peor, como si
no hubieran sido discípulos del peor tirano que este país ha visto después de
García Moreno.
Lo triste es que Rafael Correa
cae en el juego. Promete cosas que tal vez no pueda cumplir, como la
conservación del Yasuní. Se defiende inoportunamente como si con sus acciones
no bastara. Cede a las provocaciones como un niño al que han dejado solo frente
a una vitrina abierta repleta de chocolates. Y además se pelea con quienes
podrían ser sus aliados. De gana, diríamos en ecuatoriano: de ganita. Sin
necesidad, corroborando las acusaciones de los virtuosos e impolutos líderes de
otrora. Con acciones impulsivas, eventualmente le da la razón al enemigo y
convierte en héroes a quienes deberían permanecer ignorados, al menos por el
dudoso mérito de insultar de obra al único Presidente que ha ganado más de diez
elecciones consecutivas en este país. Presta oídos a asesores más interesados
que leales.
Y está también ese catolicismo
del que no puede despojarse, como todo niño que fue educado en el ejemplo de
santo Domingo Sabio y el pánico al infierno por toda la eternidad. Entonces
sufren las mujeres en sus derechos sexuales y reproductivos. Auspicia la venida
del Papa con pompa y boato. Y se niega a transar en temas que no son para tanto.
No sé si, como afirman algunos,
la corrupción también campee en ciertas áreas de su gobierno. Es difícil
comprobarlo, y es más difícil que no sea así, porque aunque las élites
desplazadas no le hayan dado permiso, Rafael Correa es un ser humano y no tiene
por qué ser perfecto. Ha sido el mejor, y en mucho. Con eso basta. O debería bastarle, y sobre todo bastarnos a
la gente de buena voluntad. A veces yo también me he decepcionado. Hay cosas
que no apruebo, que no puedo aprobar. Pero es lo de menos. La lista de aciertos
es infinitamente mayor que la de errores, digan lo que digan.
Acosado por una jauría que no
ceja en su empeño, Rafael Correa ha perdido bastante de la inocencia
primigenia, de la frescura que nos hizo amarlo y elegirlo tantas veces
consecutivas. Lentamente, las masas van cediendo a la manipulación de las
élites, y le harán falta toda la inteligencia y el valor para revertir esa
vuelta perversa. Pero ese es el precio –que nadie más ha querido pagar – de
jugársela por una utopía: que, llegado el momento, el poder nos ensucie un
poquito el corazón. Y otro, tal vez mucho más íntimo y desgarrador: que el
altruismo de querer hacer de un país como este un paraíso para las mayorías
termine convirtiendo su vida en el infierno del odio y el acoso de las
poderosas minorías no solo locales, ellas sí prepotentes, corruptas, tiranas… y
de largo.
Muy bueno el reportaje. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuy bueno, real y conciente.
ResponderEliminarMuy Buen analisis, mis respetos.
ResponderEliminarMuy Buen analisis, mis respetos.
ResponderEliminarEl presidente Correa debe parar de decir que Cuba y Venezuela son paises que han progresado o han combatido la pobreza. Está comprobado que estos paises lamentablemente, han sido botin del comunismo y son saqueados por sus inmorales líderes. Por mas bueno que sea un mandatario, no debe ser eterno en el poder, porque se convierte en dictador.
ResponderEliminarel mismo banco mundial confirma que Venezuela si ha reducido pobreza aquí dejo el link http://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.NAHC/countries/VE?display=graph
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarDaniel muy cierto la reducción de la pobreza en Venezuela, pero una solo gota de sangre derramada es suficiente para tomar conciencia de que no está bien. Correa realizó grandes obras y hay que reconocerlo siempre. Muy de acuerdo con lo medular de este post, pero no se ha dicho los abusos de poder, y ya hay una gota de sangre derramada, la del Gral. Gabela, entre otras almas, suficiente para quienes estamos en contra de la violencia. Tampoco los opositores y banqueros del pasado, jamás con ellos.
Eliminarffff
ResponderEliminareso no es a lo que se refiere este articulo
EliminarUna cosa es la corrupción, sempiterna, y otra es la corrupción fundida con una forma de impunidad diseñada al detalle, y esta dos, a su vez, fundidas con una dilapidante, entrometida, atosigante, y en muchos casos audaz y falaz martilleo propagandístico, que no dice NADA ABSOLUTA, por ejemplo y entre otros miles, de los milagrosos, millonarios y enchufados al privilegio, emprendimientos de una hermana que no paga impuestos. Hitler fue propuesto para ser postulado al premio Nóbel de la paz, y enre otras linduras capitaneó una admirable obra pública. Esta vida es jodida, aunque con zapatos Le Vuttin ($ 1000,00 promedio el par), diría la Vivi.
ResponderEliminarYo me siento identificado plenamente con lo que nos has escrito, me hiciste sentir realmente reconfortado, pienso que muchas personas no se sienten identificados con Correa porque que todo lo que ha hecho, no les afectado de modo positivo, pero la mayoría de personas que si fueron afectado de forma positiva no están en los blogs, ni en el facebook y twiter, ellos ni si quiera tienen smarthphones, si hay justicia y gratitud en este pais ellos no lo abandonaran.
ResponderEliminarReamente El Sr. Presidente Rafael Correa ha hecho mucho por el país se sintonizó con lo que pedía el pueblo, obras que en muchos años no se hicieron o ya se olvidaron que antes de Correa sufriamos los cortes insesantes de luz porque teníamos solamente una triste central hidroelectrica que cuando no llovia el país se paralizaba. Carreteras de primer Orden eso tenemos, no las carreteras que hacian los gobiernos corruptos que todos los años debian ser arregladas. Pero me parece que su prepotencia le esta pasando factura, sus malos asesores, los corruptos que le rodean que se estan llevando el dinero del pueblo en actos de corrupción que no ha podido controlar o que ha permitido que pase, lo de la asambleista de Esmeraldas me parece que es una muestra de los muchos casos que hay y que han quedado en la impunidad. En lo que se refiere a educación muchos bachilleres no alcanzan para entrar en la carrera que desean por unas pruebas que miden aptitudes y no lo que enseñan en los colegios dejando a muchos jovenes truncados en sus aspiraciones vulnerables a los vicios, dice que imparte educación de calidad cuando en las escuelas fiscales les quita a nuestros hijos computacion e inglés, y antes ya quito normas de etica y buenos modales con los cuales fuimos educados nosotros y me parece que la mayoria somos buenos ciudadanos, permite que no sea delito llevar pequeñas cantidades de droga aumentando su consumo en escuelas y colegios acabando con el futuro del Ecuador yo como padre de familia si me siento afectado por todo esto. Con respecto a la inversion productiva no hay incentivos para el que da trabajo, se le castiga con impuestos de todo, ahora resulta ser mejor empleado que dueño de empresa porque tiene mayores prevendas si quieren pueden denunciar al empleador con mentiras y se le llevan la mitad de su empresa, quiere controlarnos todo, existe un hostigamiento general que cuando uno deposita mas de 5.000 dolares en el banco que de donde saco que como asi, igual cuando uno saca, pero como hacen los corruptos para depositar o para llevarse millones a ellos si no los controla nadie, uno siente que esta restringido en sus libertades como ciudadano. Sigue creando ministerios y secretarias para colocar a tantos vagos que no hacen nada y que se comen un presupuesto del estado en sueldos que no se compadece con los que ganan el sueldo básico. Para ser profesor se necesita ser PHD pero para ser asambleista no se necesita ni ser terminado la escuela una verguenza, eso ha permitido el presidente por eso es que algunos ya nos esta cansando esta revulución. Gracias por permitirme opinar
ResponderEliminarEste artículo, escrito en tiempos de polarización absoluta, es una de las pocas manifestaciones NO POLARIZADAS que he leído. De todas formas, te confieso que me provocaste un corto circuito cuando metiste a Bonil y al pájaro Febres Cordero en el mismo saco junto con majaderos históricos. Pero supongo que es por este mal de la polarización, de lo cual no hallo otro culpable que el gobierno nacional. He salido a casi todas las manifestaciones en contra del gobierno, (cuidándome de no posar en selfies, ni marchar al lado de banqueros, políticos y "periodistas" maleducados) no para gritar FUERA CORREA, FUERA; sino para decir, con mi cartulina y mis marcadores, que existe un error conceptual: el gobierno no es socialista, peor aún comunista; pues, no es de revolucionarios cantar canciones de Inti Illimani o Quilapayún hasta la ronquera, mientras se firman tratados de libre comercio con grandes imperios o se contratan relacionadoras públicas de EEUU para mejorar la imagen presidencial.
ResponderEliminarEl presidente ha llamado al diálogo, pero hasta ahora sólo veo una fiesta "con música y alegría" en la Plaza Grande a la que entras con invitación; no veo mesas de diálogo.
articulo TOTALMENTE CONSTRUCTIVO, resalto especialmente esta parte porque me ha pasado " A veces yo también me he decepcionado. Hay cosas que no apruebo, que no puedo aprobar. Pero es lo de menos. La lista de aciertos es infinitamente mayor que la de errores, digan lo que digan.
ResponderEliminarEs LOABLE el ideal, el accionar, lo conseguido por el LÍDER Rafael Correa, es LAMENTABLE q esa virtud de líder se diluya "con el tiempo,las agüitas y el PODER"
ResponderEliminarBasado en la encíclica Laudato Si, me atrevo a adaptar su contenido de acuerdo a las circunstancias políticas....
"Hay la urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento del GOBIERNO", porque "los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un AUTÉNTICO progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre". De tal forma q si hablamos de evolución se debería superar la REVOLUCIÓN CIUDADANA de unos cuantos por cierto y llegar a la REVOLUCIÓN HUMANA ECUATORIANA...
La mente confundida de Lucrecia Maldonado.
ResponderEliminarVeo que, como al ecuatoriano promedio, le gustan los machos. Que más que a un país, quiere un campeón, un salvador, un patriarca que lo lleve de la mano.
La pobre señora asimismo cree, como dicta el muñeco de paja, que cuestionar a este gobierno significa querer volver al pasado. Como si el pasado (limitándose únicamente las condiciones materiales del pasado encima más) fuese el único punto de comparación y los opositores ofrecieran una máquina del tiempo. Normal.
Recordándome al guayaquileño obnubilado, madera de guerrero, hincha socialcristiano con mentalidad de pueblito, la señora cree que el país sigue sin ser visto como un chiste vergonzoso, cuando en realidad es como el adolescente que cree que se las sabe todas y por ende carece de las habilidades para sopesar su estupidez (que el ojo avezado, casi siempre más adulto, no deja de notarlo con el correspondiente rubor).
No voy a ahondar sobre el hecho que lo más serio que pronosticaron los agoreros (dígase Gabriela Calderón, Osvaldo Hurtado, Carlos Andrés Vera, entre otros) se ha cumplido con creces, pero solo quiero recalcar que decir que "los otros también lo son" (prepotentes, groseros, tiranos, etc.), aun si fuese cierto, es una falacia retórica. Como tarea revisar lo que significa "tu quoque" y "two wrongs don't make a right".
Ella no sabe que la corrupción salpica este gobierno, a pesar de las ene denuncias, hallazgos e incluso defensas a capa y espada del propio presidente (que tiene como costumbre subirle la apuesta a todo) a gente con vileza recontra comprobada. Pero aunque así sea, es que Correa es humano pues, y como todos se equivoca. Claro, universalizando y simplificando las miserias quedamos todos en el mismo plano e infinitamente más conformistas (y pendejos).
El último párrafo es el más divertido porque expone una línea de razonamiento muy similar al de cualquier fanático religioso: tomar ideas nobles como rehén para justificar acciones delincuenciales. Los terroristas, por ejemplo, típicamente se justifican en utopías para realizar sus actos abominables. Esta Lucrecia, que tiene la tierna soberbia de autodefinirse como alguien "de buena voluntad" (ja, ja, ja), lo racionaliza con el adverbio diminutivo "poquito": toca ensuciarse un "poquito" (pero poquito nomás) el corazón para traer el paraíso para las mayorías. Solo faltó que dijera "en donde reine Dios" para que se aproxime... un poquito a la retórica de Álvaro Noboa. Genial.
A esta señora le haría bien chequear sus falacias. Y su ética sobre todo. También su edad mental. De pronto un psicoterapeuta le podría ayudar más que un tarotólogo a examinar sus facultades. Que además vaya y le pregunte a uno (a uno que sea un poquito bueno pero) lo que piensa de la psique de Rafael Correa para que le explique lo obvio.
Qué desacertado su comentario. Se ve que es una persona con odio que no tiene respeto por nadie.
EliminarSe trasluce que es una persona ilustrada, pero, lamentablemente destila odio, descalificando de la manera más mordaz y ofende en lugar de respetar opiniones ajenas.
EliminarEL PEZ MUERE POR SU PROPIA BOCA, SU CONCIENCIA CIEGA, PLAGADA DE ODIO IRRACIONAL LE HACE VER DEMONIOS EN TODAS PARTES, QUE PENA, DEBE VISITAR URGENTE UN SIQUIATRA.
EliminarMe da gracia y tristeza la ingenuidad de creer que: 1. Correa llegó con ideas claras, cuando desde un comienzo AP fue una fanesca de gente pegada con moco. 2. Que quizás hay corrupción en algunos sectores del gobierno, pero que Correa, que es tan humano e imperfecto, no sabe, no ha visto, no le toca. ¡Pobrecito, es que no es perfecto! 3. Que Correa causa escozor porque ha pronunciado la palabra Socialismo, cuando en sus prácticas (no en su discurso) se evidencia cuánto de derecha tiene y lo bien acomodados que están los grupos de poder en este gobierno. 4. Que Correa se ha jugado por cambiar el país, por una utopía, que es solo un altruista incomprendido... ¿De verdad, lo creen? 5. Me gustaría leer la lista de aciertos vs. los "errores". Así mismo decían de Pinochet, Franco o Hitler. Ellos también hacían buenas carreteras... En fin, Lucrecia perdió el sentido crítico. Aludiendo a términos literarios, ni verosímil es este texto. Solo parece que escribe una fan enamorada.
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