Por Leonardo
Parrini
Cuando el periodista
redacta el lead, o primer párrafo de su nota, vinculando dos hechos diversos y
distantes y los relaciona por algún sentido, estamos en presencia de una
noticia de entrada múltiple. Exactamente
eso es lo que hace Moisés Naim, redactor del periódico español El País, al
relacionar en una misma crónica a Donald Trump y Alexis Tsipras, que “no podrían
ser más diferentes”. No obstante, unidos por un denominador común: la farsa. El
uno, abrumadoramente rico -según Trump, afirma poseer 10 mil millones de dólares-; Tsipras tramita una inmensa cantidad de dinero adicional a la deuda que ya sostiene
Grecia con los acreedores europeos para salvar la crisis, y de paso, el pellejo
político.
Ambos tienen en
común haber conseguido enfurecer a sus coterráneos. Trump, que aspira a la
presidencia de los EE.UU por los republicanos, puso a sus dirigentes con los
pelos de punta al darse el lujo de menospreciar los votos latinos, que
representan el 17% del electorado norteamericano, ofendiendo a los furibundos mexicanos que “nos
traen drogas, nos traen crimen, son violadores…”, según afirmó el deslenguado magnate.
Afirmación falsa, puesto que un “informe del Consejo Americano de Inmigración
demuestra que los inmigrantes (legales o no), independientemente de su país de
origen o nivel educativo, tienen menores tasas de criminalidad que los nacidos
en EE.UU”. Tsipras enfureció a los líderes europeos -con quienes negocia- al
organizar una consulta al pueblo que rechazó con un rotundo NO las nuevas medidas económicas antipopulares
impuestas por la banca prestamista. Pero a su vez, irritó a sus paisanos que le
creyeron la promesa que jamás apelaría a nuevos créditos de la banca y mantendría
una postura soberana respecto de las presiones de los acreedores a quienes
llamó “terroristas financieros”.
No obstante,
Trump y Tsipras tienen algo más en común: ser dos farsantes con suerte. Trump, pese
a sus afirmaciones temerarias contra los latinos, ocupa el primer lugar entre
los 15 aspirantes a la candidatura presidencial por el partido Republicano. Tsipras
pese a su “incompetencia y promesas incumplidas”, la misma sinuosidad de sus contrarios
europeos lo mantiene a salvo: Hace pocas horas 28 Estados de la eurozona firmaron un acuerdo sobre la
financiación puente para Grecia, basado en un préstamo del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera por 7.160 millones de euros que estarán disponibles
para el gobierno heleno. El analista Moisés Naim considera
que “los números y premisas en los que se basa el acuerdo que tuvo que firmar
Tsipras son tan falsos como los que usa Trump para apoyar las barbaridades que
dice”. El lider griego sostiene que firmó bajo la presión de “un cuchillo en el
cuello”, mientras que el FMI cree que el acuerdo no será viable; en tanto, los alemanes
prefieren ver fuera del euro al gobierno de Atenas.
Dos densos temas subyacen de fondo en esta noticia de entrada múltiple: hasta dónde la economía capitalista
que es “tiranía del dinero”, como dice el Papa Francisco, influye en un país como
Grecia que debe subsistir a la crisis con la dignidad de su autonomía nacional.
Y, hasta cuándo el poderoso dinero puede influir en la conciencia de un
electorado que deberá tomar una decisión soberana respecto del destino de un
país como EE.UU, cuya ponderación económica también es fruto del trabajo y del esfuerzo
migrante latino. Ambos temas son decisivos en momentos en que los pueblos latino
y griego se esfuerzan por asumir posiciones de soberanía. Según auguran
los analistas, la salida tiene un precio: Trump no alcanzará la presidencia de
los EE.UU y el gobierno de Tsipras no cumplirá con los compromisos
adquiridos, consumándose un fingimiento que ha sorprendido a medio mundo.
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