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lunes, 20 de julio de 2015

CLAVES DE LA CRISIS GRIEGA


Por Leonardo Parrini

Los griegos clásicos inventaron la palabra que define su actual momento histórico: crisis. La fonética del término -κρίσις  separar, escoger- sugiere temor, pero esta palabra no tiene un significado negativo. Una crisis es el momento en que la rutina ha dejado de servirnos como guía y necesitamos optar por un camino y renunciar a otro. Crisis es todo lo contrario a aceptar un destino inevitable. El tiempo de la crisis es el de la decisión, la inteligencia y la valentía. ¿Es este el momento que vive Grecia?

La decisión ante una crisis política o social, muchas veces, depende de quién ostenta el poder y la capacidad de convencer a sus mandantes. Los islandeses, frente a su crisis, decidieron ajustar cuenta a los banqueros y priorizar las relaciones sociales basadas en factores humanos, desdeñando el mercantilismo. En España, en cambio, se privilegia a los banqueros y el autoritarismo, se reduce sueldos a los trabajadores cargando la crisis sobre sus hombros. 

¿Cuáles son las claves que permiten entender la crisis griega? 

Grecia comporta un endeudamiento agresivo que estalló en crisis en el 2008, cuyos recursos fueron destinados a una carrera armamentista sin precedentes en la región. Grecia, con once millones de habitantes y el 44% de su población viviendo por debajo del umbral de la pobreza, es el mayor importador de armas convencionales de Europa y ocupa el quinto lugar del mundo. Los banqueros de Berlín, Londres y Wall Street han propiciado que Grecia reciba préstamos inadmisibles lo que la llevó a tener la tasa más alta e insostenible de endeudamiento de Europa.

Esto contrasta con la otra cara de la moneda. Los bancos prestamistas hacen un lucrativo negocio dando créditos para que se les pague la deuda sobre la que ellos mismos mantienen acreencia. El FMI se permite dictar la política económica a seguir en Grecia y la comunidad de la eurozona, controlada preferentemente por los bancos alemanes, presiona sobre las decisiones políticas de Grecia. El país heleno gasta el 7% del PIB  en defesa, es decir, el doble que cualquier otro miembro de la Comunidad Europea. Grecia pudo ahorrar 150 mil millones de euros si reducía su gasto militar a la par de los otros países europeos. Pero el gobierno griego dedica 7 mil millones de euros anuales en compra de armas, submarinos alemanes, aviones Mirage franceses y F16 norteamericanos y más 1.330 tanques. Uno de los conflictos fue la guerra civil griega que enfrentó a los militares -apoyados por el gobierno de EE.UU de Harry Truman- contra los trabajadores en 1945. Desde la invasión de Chipre en el año 1974, Grecia ha gastado 216 mil millones de euros en armamento. Desde hace más de cinco décadas los escándalos de la red de sobornos imperante suponen el pago de miles de millones de euros a los militares, encabezados por el Ministro de Defensa Akis Tsochadzopoulos, acusado de recibir 8 millones por la compra de submarinos franceses. Alemania y Francia alentaban la venta de armas a Grecia en un jugoso negocio, mientras la Unión Europea presionaba al gobierno griego para que recorte gastos estatales en salud. Eso explica la enorme deuda griega con los bancos de países que prestaban dinero a Grecia para se endeude con sus gobiernos en la adquisición de armamento alemán, francés y norteamericano.  

La crisis actual

El momento de crisis supone un cambio. La victoria de Syriza en las elecciones griegas sembró ilusiones. Alexis Tsipras durante la campaña hizo promesas que contribuyeron para posicionar a Syriza como un «partido de izquierda radical», preparado para introducir grandes transformaciones en la sociedad helénica. Pero después de iniciar las negociaciones con las instituciones europeas de la troika quedó al descubierto que Tsipras aceptaba la mayoría de las exigencias de Bruselas. El gobierno griego dio continuidad a la política de sumisión a las exigencias de la coalición de la Nueva Democracia con Pasok, limitándose a introducirle alteraciones cosméticas. Sus continuas concesiones a las propuestas de los representantes de la Troika en Bruselas no han impedido que ellos aplazaron sucesivamente el acuerdo que permitiría al gobierno de Atenas recibir 7200 mil millones de euros.

Tsipras, en un dramático discurso, llamó al pueblo a votar no en un referendo el 5 de julio que consultaba si estaba de acuerdo con las propuestas del Eurogrupo. El refrendo fue rechazado por el Partido Comunista griego por considerarlo una maniobra teatral del primer ministro. El pueblo dijo no, pero Tsipras traicionó la confianza de los electores pidiendo un nuevo rescate de 53 mil millones de euros y presentó al Eurogrupo propuestas aún peores que las ultimas que había rechazado. Sin embargo el grupo europeo aplazó el acuerdo de nuevos préstamos por contradicciones internas entre Alemania, Francia, Holanda y otros países que desean excluir a Grecia de la eurozona, a diferencia de Francia que propicia su permanencia.

Lo que se vive en la actualidad en Grecia es una presión del chantaje, desestabilización y asfixia financiera promovido por la Unión Europea y el FMI con el fin de imponer al pueblo griego la continuidad del endeudamiento y aplicación de medidas antipopulares como reducir sueldos, aumentar impuestos entre otras imposiciones que suponen sumisión. El pueblo no es responsable de la deuda de la plutocracia: Ni la creó ni la debe pagar. La llamada crisis griega, no es otra cosa que el resultado de una política de entreguismo a la injerencia extranjera y concesiones del gobierno de Atenas al capital internacional. Esta coyuntura se produce en medio de un proceso de integración capitalista en Europa y una profunda crisis estructural del sistema. Situación ante la cual se han caído las caretas: el gobierno de Tsipras no es tan revolucionario, ni Europa es tan solidaria.  Desde hace 4 meses, SYRIZA-ANEL han estado negociando con la Troika, es decir la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI, pero no a favor de los intereses populares. Los países europeos confirman que no existe cohesión entre ellos, ni el menor interés en salvar a Grecia de la crisis, más allá de hacer un ingente negocio económico y político.

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