Por Leonardo Parrini
Los griegos
clásicos inventaron la palabra que define su actual momento histórico: crisis.
La fonética del término -κρίσις separar,
escoger- sugiere temor, pero esta palabra no tiene un significado negativo. Una
crisis es el momento en que la rutina ha dejado de servirnos como guía y
necesitamos optar por un camino y renunciar a otro. Crisis es todo lo contrario
a aceptar un destino inevitable. El tiempo de la crisis es el de la decisión,
la inteligencia y la valentía. ¿Es este el momento que vive Grecia?
La decisión ante
una crisis política o social, muchas veces, depende de quién ostenta el poder y
la capacidad de convencer a sus mandantes. Los islandeses, frente a su crisis,
decidieron ajustar cuenta a los banqueros y priorizar las relaciones sociales
basadas en factores humanos, desdeñando el mercantilismo. En España, en cambio,
se privilegia a los banqueros y el autoritarismo, se reduce sueldos a los
trabajadores cargando la crisis sobre sus hombros.
¿Cuáles son las
claves que permiten entender la crisis griega?
Grecia comporta
un endeudamiento agresivo que estalló en crisis en el 2008, cuyos recursos
fueron destinados a una carrera armamentista sin precedentes en la región.
Grecia, con once millones de habitantes y el 44% de su población viviendo por
debajo del umbral de la pobreza, es el mayor importador de armas convencionales
de Europa y ocupa el quinto lugar del mundo. Los banqueros de Berlín, Londres y
Wall Street han propiciado que Grecia reciba préstamos inadmisibles lo que la llevó
a tener la tasa más alta e insostenible de endeudamiento de Europa.
Esto contrasta
con la otra cara de la moneda. Los bancos prestamistas hacen un lucrativo
negocio dando créditos para que se les pague la deuda sobre la que ellos mismos
mantienen acreencia. El FMI se permite dictar la política económica a seguir en
Grecia y la comunidad de la eurozona, controlada preferentemente por los bancos
alemanes, presiona sobre las decisiones políticas de Grecia. El país heleno
gasta el 7% del PIB en defesa, es decir,
el doble que cualquier otro miembro de la Comunidad Europea. Grecia pudo
ahorrar 150 mil millones de euros si reducía su gasto militar a la par de los
otros países europeos. Pero el gobierno griego dedica 7 mil millones de euros
anuales en compra de armas, submarinos alemanes, aviones Mirage franceses y F16
norteamericanos y más 1.330 tanques. Uno de los conflictos fue la guerra civil
griega que enfrentó a los militares -apoyados por el gobierno de EE.UU de Harry
Truman- contra los trabajadores en 1945. Desde la invasión de Chipre en el año
1974, Grecia ha gastado 216 mil millones de euros en armamento. Desde hace más
de cinco décadas los escándalos de la red de sobornos imperante suponen el pago
de miles de millones de euros a los militares, encabezados por el Ministro de
Defensa Akis Tsochadzopoulos, acusado de recibir 8 millones por la compra de
submarinos franceses. Alemania y Francia alentaban la venta de armas a Grecia
en un jugoso negocio, mientras la Unión Europea presionaba al gobierno griego
para que recorte gastos estatales en salud. Eso explica la enorme deuda griega
con los bancos de países que prestaban dinero a Grecia para se endeude con sus
gobiernos en la adquisición de armamento alemán, francés y norteamericano.
La crisis actual
El momento de
crisis supone un cambio. La victoria de Syriza en las elecciones griegas sembró
ilusiones. Alexis Tsipras durante la campaña hizo promesas que contribuyeron
para posicionar a Syriza como un «partido de izquierda radical», preparado para
introducir grandes transformaciones en la sociedad helénica. Pero después de iniciar las
negociaciones con las instituciones europeas de la troika quedó al descubierto que
Tsipras aceptaba la mayoría de las exigencias de Bruselas. El gobierno griego dio
continuidad a la política de sumisión a las exigencias de la coalición de la
Nueva Democracia con Pasok, limitándose a introducirle alteraciones cosméticas.
Sus continuas concesiones a las propuestas de los representantes de la Troika
en Bruselas no han impedido que ellos aplazaron sucesivamente el acuerdo que
permitiría al gobierno de Atenas recibir 7200 mil millones de euros.
Tsipras, en un dramático
discurso, llamó al pueblo a votar no en un referendo el 5 de julio que
consultaba si estaba de acuerdo con las propuestas del Eurogrupo. El refrendo
fue rechazado por el Partido Comunista griego por considerarlo una maniobra
teatral del primer ministro. El pueblo dijo no, pero Tsipras traicionó la
confianza de los electores pidiendo un nuevo rescate de 53 mil millones de
euros y presentó al Eurogrupo propuestas aún peores que las ultimas que había
rechazado. Sin embargo el grupo europeo aplazó el acuerdo de nuevos préstamos
por contradicciones internas entre Alemania, Francia, Holanda y otros países que
desean excluir a Grecia de la eurozona, a diferencia de Francia que propicia su
permanencia.
Lo que se vive
en la actualidad en Grecia es una presión del chantaje, desestabilización y asfixia
financiera promovido por la Unión Europea y el FMI con el fin de imponer al pueblo
griego la continuidad del endeudamiento y aplicación de medidas antipopulares
como reducir sueldos, aumentar impuestos entre otras imposiciones que suponen sumisión. El pueblo no es responsable de la
deuda de la plutocracia: Ni la creó ni la debe pagar.
La llamada crisis griega, no es otra cosa que el resultado de una política de
entreguismo a la injerencia extranjera y concesiones del gobierno de Atenas al
capital internacional. Esta coyuntura se produce en medio de un proceso de integración
capitalista en Europa y una profunda crisis estructural del sistema. Situación
ante la cual se han caído las caretas: el gobierno de Tsipras no es tan revolucionario,
ni Europa es tan solidaria. Desde hace 4
meses, SYRIZA-ANEL han estado negociando con la Troika, es decir la Comisión
Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI, pero no a favor de los
intereses populares. Los países europeos confirman que no existe cohesión entre
ellos, ni el menor interés en salvar a Grecia de la crisis, más allá de hacer
un ingente negocio económico y político.
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