Por Leonardo Parrini
Cuando el sociólogo canadiense Marshall Mc Luhan anunciara en la década de los sesenta la globalización de la comunicación en una gran “aldea global”, hacía referencia a “las consecuencias socioculturales de la comunicación, inmediata y mundial de todo tipo de información, que posibilitan y estimulan los medios electrónicos”. En otras palabras, aludía a un medio que permitiera ver y oír personas en el momento y lugar donde ocurre la comunicación y en tiempo real. El concepto, mencionado por primera vez en el libro Guerra y paz en la Aldea Global, 1968, sugiere una aldea global que reproduce las condiciones de comunicación de una aldea real donde suceden acontecimientos cotidianos y personalizados. El cambio sugerido por Mc Luhan lo estamos viviendo hoy con el advenimiento de un fenómeno mediático virtual que pasó a formar parte de nuestra vida cotidiana. El ancho mundo se ha convertido para nosotros en “una pequeña aldea global, cuyas características de los medios hacen emerger en la sociedad comportamientos tribales”.
Cuando el sociólogo canadiense Marshall Mc Luhan anunciara en la década de los sesenta la globalización de la comunicación en una gran “aldea global”, hacía referencia a “las consecuencias socioculturales de la comunicación, inmediata y mundial de todo tipo de información, que posibilitan y estimulan los medios electrónicos”. En otras palabras, aludía a un medio que permitiera ver y oír personas en el momento y lugar donde ocurre la comunicación y en tiempo real. El concepto, mencionado por primera vez en el libro Guerra y paz en la Aldea Global, 1968, sugiere una aldea global que reproduce las condiciones de comunicación de una aldea real donde suceden acontecimientos cotidianos y personalizados. El cambio sugerido por Mc Luhan lo estamos viviendo hoy con el advenimiento de un fenómeno mediático virtual que pasó a formar parte de nuestra vida cotidiana. El ancho mundo se ha convertido para nosotros en “una pequeña aldea global, cuyas características de los medios hacen emerger en la sociedad comportamientos tribales”.
Y ese
comportamiento ha dado paso a lo que podríamos denominar la ciudadanización de la política y la personalización de la comunicación, que
mucho antes de que fuera enunciada como un derecho, se vino gestando en la práctica
diaria, cocinando en la fragua de la vida democrática de la sociedad. Ambos son
fenómenos caracterizados por la participación activa y directa de la gente
común en el hecho político y comunicacional. Este nexo comunicativo, sin
intermediación, se acentúa con el surgimiento de las redes sociales que son el
medio ciudadano y personalizado por excelencia. A partir de este hecho, dos instituciones
acusan una merma de clientela, los partidos políticos y los medios
tradicionales de comunicación que ven cómo la ciudadanía prescinde de ellos, en
un momento determinado, para ejercer el derecho a la participación política y a
la comunicación de manera directa.
En este contexto
asistimos en el Ecuador al fenómeno que denominaremos intencionalmente el webeo en la política, es decir, la
práctica electrónica de ejercer opinión política en la web, valiéndose del
humor en los llamados memes o fotos con
uso de textos satíricos. Esta circunstancia devino en la trivialización humorística
de acontecimientos y personajes políticos con una difusión temática de hechos intrascendentes,
como aquel que hace alusión a que si el Presidente Correa puede o no hacer
compras en sus viajes al exterior, publicado en uno de los nemes de Crudo
Ecuador
La cuenta de
Facebook y Tweeter llamada Crudo Ecuador, página de sátira política
puesta al aire en un “sitio de opinión y libre expresión con toque humorístico
y sarcástico”, ha generado una polémica sobre el libre uso de las redes
sociales. Las imágenes de esta página “no representan una realidad, todo es
manipulado”, dice en su descripción en Facebook, principal plataforma que
utiliza. Según información disponible en
su perfil, la página funciona desde julio del 2012. Allí básicamente se postean
memes que se burlan del Gobierno, práctica que el Presidente Rafael Correa ha
calificado de “ataque sistemático y financiado”, con vinculaciones con un
partido político, cuyo autor mantuvo el anonimato hasta hace poco luego de ser
investigado. En respuesta el mandatario ecuatoriano anunció la activación de “10 000 voluntarios” para que actúen frente a
estas páginas que, en sus palabras, tienen a una organización política detrás y
que usan sistemas de inteligencia.
La
trivialización de la política
La trivialización o el webeo en la política
cuenta con otros actores anónimos como la cuenta Ecuatoriano hasta las huevas que se burla del Gobierno, de la
Policía y del Alcalde de Quito. El
Mercioco es otro sitio web que difunde noticias distorsionadas en un
formato de periódico virtual. Junto a estos medios está El Republicano, definido como un pseudo medio informativo de circulación
en la web. Ante estas manifestaciones, el Presidente Correa no duda en su
respuesta: “cada vez que se haga una de
estas tonterías, se mandará a las redes un mensaje (para) acudir a tal página. Se verá toda
la explicación del caso para que la gente rebata tanta mentira y tanto abuso en
las redes sociales”. Por eso el Gobierno estimuló la creación
de la web Somos + para enfrentar
dicho “desprestigio” y que sean los mismos internautas quienes respondan: “Si ellos mandan un tuit, nosotros
mandaremos 10. 000”, advirtió Correa.
Esta guerra mediática virtual no declarada, pero
asumida en las redes sociales con sarcástico tono de crítica, amerita algunos
interrogantes: ¿por qué es desestabilizador su mensaje satírico, acaso toda crítica
al orden imperante supone una suerte de subversión política? Y ¿cómo es que -según
Gustavo Abad, profesor de Comunicación en la Universidad Central- el discurso
del poder es tan restringido y empobrecido que le hace imposible dialogar con
campos semánticos más amplios, como el de la metáfora, la parodia, la risa, la
poesía y el periodismo? Si la ciudadanía se ha empoderado comunicacionalmente
con la presencia de medios electrónicos alternativos de uso diario y directo, esto debería fortalecer la convivencia social,
a partir de una profundización de la democracia. Pero, contrariamente, este
empoderamiento por el fenómeno de la ciudadanización
de la política y la consecuente personalización
de la comunicación, hace pensar a algunos funcionarios del Estado en la posibilidad
de legislar el control de las redes sociales en el Internet. Así lo deja
entrever Mauro Andino, presidente de la Comisión Ocasional que procesó la Ley
Orgánica de Comunicación, cuando se apena que “el Internet y las redes sociales
se utilicen para causar daño a las personas”. No obstante que existen activistas
virtuales que se esconden “en páginas falsas creados desde ciertos centros
clandestinos para atacar la reputación” de las personas”, según la Ley de
Comunicación, las redes sociales no pueden ser reguladas ni sancionadas. Sin
embargo el Superintendente de Comunicación, ha sido claro: “más temprano que
tarde” será necesaria una legislación.
En tanto, en las últimas horas se conocía que
la cuenta de Crudo Ecuador había sido suspendida luego de que el autor, ya
identificado, recibió amenazas en su domicilio. El activista cibernético anunció
en Facebook, como administrador de la página satírica, su retiro de carácter definitivo
de las redes sociales: “Bueno señores, hasta aquí llegó todo”. Simultáneamente circuló en Facebook un manifiesto
por la libertad de expresión, el anonimato y la privacidad en la red: La sátira y el anonimato no deben ser objeto
de intimidación, online u offline. Considerando que los derechos humanos
garantizan la libertad de expresión, la intimidad (privacidad), entre otros
derechos que se encuentran reconocidos en la Carta Universal de Derechos
Humanos, en la Constitución, en el Código Orgánico Integral Penal, en la Ley de
Comunicación y en el proyecto final de Ley de Telecomunicaciones, y diversos
acuerdos internacionales. Sin duda, sería un síntoma de descomposición e
intolerancia política llegar a controlar el uso de las redes sociales por medio
de una ley que regule el uso del Internet. La democracia es una marea que sube
y baja al ritmo de la participación ciudadana, aun cuando esa participación sea
satírica y se traduzca en trivial webeo en la política.
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