Por Leonardo Parrini
Una coincidencia generalizada
es que brujos, adivinos y agoreros concuerdan cada fin de año en presentar una
visión pesimista del futuro del país. Pareciera que en lugar de bola de cristal
tuvieran un cheque en blanco para desacreditar la realidad nacional, a guisa de
ser “visionarios”. Lo curioso del caso es que contradicen en sus especulaciones
a otros mecanismos de prospección y proyección como encuestas, opiniones periodísticas,
análisis econométricos o de coyuntura política. Precisamente, la opinión
pública o privada, expresada en encuestas, sondeos de opinión o focus group que
manifiestan tendencias y/o aspiraciones de la población son otra opción de reflejar de mejor manera el inconsciente
colectivo de un país.
Un reciente sondeo ciudadano sustentado
por la consultora Cedatos, sobre la base de 2.129 entrevistados en quince
ciudades del Ecuador, permite consignar que el 63% de los ecuatorianos opina que su país va
"por buen camino", frente a
un 31% que piensa lo contrario. En cuanto a las perspectivas económicas para el
2014, el 56% de los encuestados señaló que en materia económica “el año próximo
será igual" que el actual y un 30% dijo que será mejor. El estudio evidencia que el 55% cree que Ecuador actual “ha mejorado en diferentes
áreas”, 25% piensa que sigue igual y un 15% que ha empeorado. Más del 75% de ciudadanos
entrevistados espera que haya mayor prosperidad económica o que siga en los
mismos niveles. Este optimismo se expresa también en la esfera de la política.
De acuerdo con el estudio de Cedatos, “siete de cada 10 ecuatorianos creen que
hay un clima de respeto a la democracia y a los derechos humanos”. No obstante, la mayor preocupación de la población es la delincuencia y
la inseguridad existente, al punto de que un 58% de los encuestados considera
que estos males han aumentado en el país, mientras que un 43% sostiene que la
corrupción se ha incrementado y un 23% que disminuyó en el Ecuador. Otras
preocupaciones de la ciudadanía son “el pleito entre el Estado ecuatoriano y la
petrolera estadounidense Chevron (14%), seguida por la variación de los precios
del petróleo (13%). En el campo político, después de la reelección presidencial
(35%) aparece en segundo lugar la decisión del Gobierno de explotar el petróleo
del Yasuní (12%)”
Los vericuetos políticos y económicos
En términos políticos, el Ecuador de la revolución ciudadana dista mucho
de ser el país de Manuelito de
antaño; por el contrario, se desarrolló una “burguesía moderna” que aprovechó
la coyuntura favorable en el ámbito internacional, en tanto, la estructura de clases y las distancias sociales
no cambiaron de manera significativa. En el país se impone un modelo
modernizador que debe caminar por sus propios medios. Un síntoma social que se
evidencia es el paulatino crecimiento de la clase media, sin embargo,
políticamente está dividida frente al régimen de Rafael Correa. Según informe
del Banco Mundial la clase media ecuatoriana representa el 34% del país en
relación con el 30% de representatividad en el ámbito latinoamericano. La clase proletaria urbana y rural, campesinos, comunidades indígenas tienen la esperanza
que el proyecto político oficial continuará mejorando sus destinos.
El proceso electoral de inicios de año para elegir autoridades seccionales
marca la pauta del clima político para el 2014, con la perspectiva de reelección
de las dignidades a nivel de Gobiernos Autónomos Descentralizados. El régimen apuesta a ganar-ganar con candidatos sacados de
distintas tendencias que se sumarían al proyecto oficial, conforme la
estrategia definida por los asesores. En la lucha por el poder esta decisión es
compatible con la directriz del socialismo de establecer políticas públicas que
funcionan en base de estrategias a largo plazo y para ello requiere de la constante
reelección de sus funcionarios.
Lo social supeditado a lo económico y ambas realidades en función de lo político,
es otra de las características del régimen que se vería fortalecida el año 2014,
con planes de desarrollo comunitario, impulso a realidades locales y énfasis en
vencer la miseria extrema de ciertos sectores del país con recursos fiscales. Los
excedentes provenientes del petróleo, el sueldo del Ecuador, son la tabla de
salvación de los proyectos sociales de la revolución ciudadana. Ese mismo petróleo,
tan vapuleado por algunos y deificado por otros, es la fuente de juventud para remozar
un proyecto estratégico de país que implica cambiar las modalidades de producción
industrial con el llamado cambio de la matriz productiva y energética del Ecuador,
generando otro tipo de industrias. Para ello la utilización de la mano de obra técnicamente
profesionalizada y la industrialización del trabajo son dos pasos vitales que
el régimen dará apelando a la fuerza joven de la población y a los recursos hidrocarburíferos,
a través de una ingente inversión pública en ascenso.
Es fácil colegir que el Presidente
Correa privilegiará la misma política de
expansión de gasto fiscal durante en su nuevo período para el 2014. No
descartan los analistas “una focalización de subsidios en el mediano plazo y
una estatización de la seguridad social para captar sus recursos, así como
mayor endeudamiento público, básicamente con China, mediante anticipos petroleros”.
Estos recursos incrementarán las arcas fiscales, cuyos fondos petroleros han permitido
dinamizar la economía, estimular el consumo, las ventas de las empresas y al
aparato productivo. Es favorable a estos planes el precio del crudo, de USD 78
de promedio, para financiar la deuda pública que oscila entre el 20% y el 23%
del PIB. Si esperamos batir el record de crecimiento económico del 2011 que fue
del 7.8%, el régimen deberá estimular la inversión privada en los planes estratégicos
del país que representa sólo el 30% respecto del 70% de la inversión pública. Esta
estrategia debe repercutir en lo social y en lo político. “El crecimiento económico, la reducción de la
pobreza y del desempleo, según Correa, se están logrando con inversión nacional
y también extranjera, que sí está llegando al referirse a los créditos chinos
para proyectos hidroeléctricos”.
Una perspectiva positiva
Un capítulo de la realidad nacional que merece mención es la conflictiva
relación del régimen con las empresas mediáticas que se han sumado persistentemente
a una campaña, si no de desinformación, al menos de desazón nacional. En los últimos
años, a partir del régimen de Rafael Correa, los medios informativos nos han enseñado
la pedagogía del desencanto con la que hemos aprendido a develar qué intereses
están “detrás de una supuesta posición
neutra, objetiva y sin prejuicios, por parte de los medios tradicionales de
comunicación, para descubrir los verdaderos intereses que persiguen y defienden”. De allí que una
asignatura pendiente en el país para el 2014, será “consolidar a los medios públicos como
espacios ciudadanos de comunicación, con una creciente participación social
para la definición de líneas editoriales. Ampliar entre todas y todos medios
comunitarios que puedan expresar las diversas voces de las organizaciones
sociales y de los colectivos organizados”.
Pese a la premonición del FMI difundida ampliamente por los medios
informativos que preconiza un crecimiento
de la economía nacional del 4.4% y el desempleo del 5,5%; de cara al 2014, los ecuatorianos tienen una perspectiva positiva del futuro inmediato del país. Pero no hay que ser adivino para darnos cuenta que el triunfo contra la pobreza y el subdesarrollo radica en la conducta de
un Estado administrador responsable, socialmente sensible, aliado a un sector empresarial
empoderado con la decisión de apostar al desarrollo del país, más allá de su legítimo
afán de lucro. En esta alianza que todos reclaman, o al menos aspiran, entre lo
público y privado, entre lo nacional y local, entre lo político y lo técnico, están
los componentes de una política pública que profundice los cambios en el
Ecuador hacia una sociedad más equitativa en lo social, más racional en lo económico
y más promisoria en lo político, sin importar lo que digan los brujos.
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