Fotografia de Leonardo Parrini
Por Leonardo Parrini
Vino desgarbado, mayor poeta tal
vez, sintiéndose más libre en aquella condición que no nos reclama nada de la
vida. Luis Eduardo Aute, invitado por el festival de poesía Paralelo Cero, realizado en marzo, publicó una antología de poemas
y canciones, cantó guitarra en mano y confirmó su arraigo a esta tierra que de
alguna manera es también la suya. Con aire de ausencia y andar bamboleante se
acerca, saludamos y nos instalamos a conversar como dos amigos que se encuentran,
luego de algunos años de haberle entrevistado con motivo de una muestra de su
pintura en la Fundación Guayasamín. La trayectoria de su vida me enfrenta a la
trilogía vital del cantautor, poeta y pintor que perviven en su sensibilidad de
artista multifacético y completo.
En esta trilogía vital, ¿te sientes más tú mismo como pintor, cantautor
o poeta?
Desarrollar la imaginación a través de un medio requiere de una cierta incomodidad.
En donde menos incómodo me siento es cuando me encierro en el taller pintando,
fabricando imágenes, manchándome con los colores e intentando construir formas
en un espacio en blanco. Me siento muy descargado, me descarga mucho, eso de no
tener que responder a ninguna regla de juego. Pintar es hacer lo que te dé la
gana. Trabajar con palabras, que son muy capciosas, requiere de mucha entrega y
mucho rigor y la música también. Pintar es un acto de plena libertad y ahí me
siento más yo mismo porque es una expresión directa. No hay ningún intermediario.
En la música hace falta un instrumento, respetar unas reglas de juego armónicas,
de ritmo, que no son para respetarlas, pero hay que respetar.
¿Qué tienen en común estos tres oficios?
El denominador común de estos lenguajes es evitar la visita al
psicoanalista, resulta mucho más positivo, mucho más barato que pagar un
psicoanalista, comprarte unas pinturas y ponerte a inventar imágenes o hacer
música. En mi caso, creo que estaría en un manicomio si no tuviera la
posibilidad de fabricar imágenes, sonidos y cualquier cosa que pueda comunicar
emoción o transgresión. Yo creo que el llamado artista es un inadaptado, en
términos generales se comunica mal con los demás y la mejor forma que ha encontrado
para comunicarse es escribiendo, haciendo música o pintando, a través de su
capacidad de expresarse.
Este tiempo de crisis, es un tiempo propicio para la poesía…
Yo creo que nunca fue tiempo para la poesía, eso es un bluf. Es un
concepto, pero puede haber un poema que no sea nada poético. La poesía está en
toda las relaciones humanas, es intentar tener una mirada un poco más allá de
lo obvio y crear otra visión de la realidad, arrojar una luz en aquello que no
se ve demasiado claro. Es pura necesidad de supervivencia, incluso para
aquellas personas que consideran que la poesía nunca tuvo función, ni razón de
ser. Estoy seguro de que no entenderían su vida si no tuvieran en algún momento
una necesidad de trascender la realidad que están viviendo a través del sexo,
del alcohol o de las drogas. La necesidad de trascender del plano de la
realidad es una dinámica poética.
Se cree que la poesía no da réditos contantes y sonantes, ¿cuál sería
su sentido profundo, aquella
trascendencia…?
Si, esa trascendencia. La poesía es el salto al vacío, es imaginar lo
que se te venga en gana e intentar encontrar luz donde hay nada más que oscuridad,
para luego volver a encontrar más oscuridad. Es una capacidad de introducir
magia. Poesía y magia es lo mismo. A todos nos hace falta un poco de magia. Hay
muchas situaciones en la vida en las que uno se entrega para que lo engañen un
poco, que perviva otra realidad de la que se vive todos los días. La poesía
escrita nunca se vendió, siempre fue perseguida, los trovadores eran perseguidos.
Nunca fue mayoritaria la poesía.
Neruda dice que la poesía tiene una capacidad demoledora y Gabriel
Celaya confirma que es un arma, ¿lo crees así?
La poesía tiene la capacidad inmediata de reinventar el mundo como uno
cree que debe ser, y puede ser dinamita pura para derrumbar cualquier tipo de
imposición del poder. Es la libertad absoluta y absolutamente imprescindible
para la supervivencia. En el amor, o hay esa música que es poesía en la pareja
que está haciendo el amor o es puro aérobico de genitales. Quien más y quien
menos, necesita en algún momento de su vida salir un poco de la realidad y
vivir con otra sensibilidad. La abducción poética es la magia que te lleva a
cualquier lugar.
Se te otorgó en Ecuador el Premio Poeta de Dos Hemisferios y
publicaste, además, el libro De un tiempo
a esta parte…
Bueno es mejor que haya premio a que no, son homenajes. Estoy en esta
etapa que corresponde a los premios y a los homenajes. Yo lo agradezco mucho y
prefiero que me los hagan en vida y no en la tumba. Produce cierto alivio que
lo que se hizo aquí no fue en vano. El libro es una antología seleccionada por Xavier
Oquendo, a su manera, de poemas, canciones o poemigas. Es una edición muy
cuidada, está muy bien, muy bonita.
Alguna vez dijiste: Creo que a lo
largo de la vida vamos matando, poco a poco, el niño que fuimos…somos verdugos
de nosotros mismos ¿Sigues siendo ese niño, cómo te gustaría que te recordemos?
Ese es un problema suyo, no mío, (ríe). Me da igual cómo me recuerden, no
voy a estar aquí... Sí me importa que mis hijos tengan un buen recuerdo de su
padre, eso cada vez me importa más. Quisiera que no estuvieran demasiado
desengañados del padre, pero creo que todos estamos obligados a matar al niño
que fuimos. Recuperamos un poco ese niño cuando tenemos hijos. El hecho de
intentar crecer con él es un poco recuperar a ese niño que todos lo tuvimos muy
arrinconado, y de eso hay una cierta mala conciencia. Entonces, cuando se tiene
un hijo uno intenta compensar ese mal trato al niño arrinconado con el niño que
es fruto de su vida, e intenta en el juego, revivir la infancia.
El poeta elige una ventana que
da a la calle para concederme una toma fotográfica. Observo a este creador en
su trilogía vital, a través del lente de la cámara, y veo revivir el eterno
niño que habita en Luis Eduardo Aute.
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