Por Leonardo Parrini
Tener petróleo es una bendición, no una maldición, ha manifestado el Presidente
Rafael Correa. Afirmación optimista a la que habría que adicionarle otra idea
relacionada: la maldición es haber tenido gobiernos entreguistas que pusieron
en las manos de las transnacionales petroleras, literalmente, el destino del país.
Esa conducta servil con los monopolios petroleros internacionales está
dando nefastos frutos hoy día, precisamente, por la acción de una de las
empresas que explotaron el crudo ecuatoriano con funestos resultados para el país:
la Chevron. Prueba de ello son las afirmaciones apocalípticas del Canciller Raúl
Patiño, quien ha sentenciado la “quiebra del Estado ecuatoriano”, de resultar
favorecida en su demanda la empresa Chevron por el tribunal internacional de La
Haya.
La empresa norteamericana logró vincular al Estado al juicio que ésta
planteo a comuneros amazónicos, residentes de la región contaminada por la transnacional
durante sus años de explotación del hidrocarburo en el Ecuador. La Chevron
provocó al Estado desplegando una campaña de desprestigio internacional
de la justicia ecuatoriana que falló en contra de la petrolera obligándola a
pagar 19 mil millones de dólares por daños ecológicos en la Amazonia
ecuatoriana.
La alerta del Canciller Patiño cobra sentido, puesto que el presupuesto
General del Estado ecuatoriano es de aproximadamente 30 mil millones de dólares, y
de darse el fallo de La Haya a favor de Chevron, el Estado debería pagarle 19
mil millones de dólares. Esto significa, según el Canciller, que Ecuador “tendría que entregar todos los rubros de
exportaciones a futuro, incluido café, petróleo y banano, a la petrolera”
La cifra por sí misma suena espeluznante, más aun si “constituye un 20%
del Producto Interno Bruto de 80.000 millones de dólares (...), así es el peso
de lo que podría significar un fallo en contra de nosotros en el caso Chevron
III, a eso hay que sumar 2.000 millones que nos exigen pagar a la petrolera Oxy
e igual nos estamos defendiendo", según manifestó el Canciller.
Establecer responsabilidades
¿Qué hizo mal el Ecuador y cuál es la responsabilidad de los gobiernos pasados
para que la extracción petrolera haya resultado una pesadilla para el país? Sin
duda, no haber puesto las cosas en claro desde un principio frente a las
transnacionales; no haber establecido reglas del juego definidas en favor del
país. La urgencia de explotar el crudo para obtener recursos fiscales hacia que
no se hiciera un debido seguimiento a los contratos y sus cláusulas de cumplimiento.
Es así que la Texaco en ese entonces, hoy propiedad de la Chevron, hizo “una simulación de remediación en centenares de
piscinas de residuos tóxicos, cubriéndolas con una capa superficial y
dejándolas en el mismo estado contaminante". No obstante, habrían sido funcionarios
del gobierno demócrata cristiano de Yamil Mahuad quienes afirmaron y firmaron
que la Texaco había cumplido con la limpieza de los residuos contaminantes en
la Amazonía ecuatoriana.
A esta realidad se suman de manera paradojal tres juicios de la Chevron
contra el Estado ecuatoriano: “El
primero que está cerrado se planteó en 2004, cuando Chevron inició un proceso
arbitral en Nueva York en contra de Petroecuador. El segundo fue en 2006,
cuando la compañía planteó una demanda al Estado ante la Corte Permanente de
Arbitraje de La Haya, en donde la Corte demandó una violación al Tratado
Bilateral de Inversiones (TBI) y en el 2009, la tercera causa, también a La Haya
por incumplimiento del TBI”.
A este historial desalentador,
-que da cuenta de las aciagas relaciones del país con las petroleras-, se suma la
sospecha de conspiración que involucraría a personal de la ex Corporación Estatal
Petrolera Ecuatoriana, CEPE, y de Petroecuador. "Es necesario identificar
quienes participaron, que se averigüe, si hubo funcionarios de Mahuad que
escribieron algo que se investigue si hubo conspiración y se deben establecer
las responsabilidades", dijo el Canciller. Sería justo y necesario que, además,
se deban establecer responsabilidades en contra de los representantes de aquellos
gobiernos que transformaron un recurso natural no renovable, como el petróleo, en
una maldición para el país.
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