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miércoles, 14 de enero de 2015

JORGE MATEUS Y UN DESAFÍO LLAMADO DESEO


 
Fotografía El Telégrafo y L.Parrini
Por Leonardo Parrini

Más allá de la parodia al nombre de la pieza teatral del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, Un tranvía llamado deseo, (A Streetcar named Desire), el actor y director ecuatoriano Jorge Mateus asume el desafío de dirigir esta obra respondiendo, acaso, a un íntimo deseo: corroborar de que el teatro es, en esencia, una metáfora de la vida en la confrontación de dilemas existenciales de fuertes trazos vitales. La adaptación y montaje en Quito de este clásico del teatro norteamericano, estrenado por primera vez en 1947 con Premio Pulitzer en género dramático, es el mayor reto asumido por J. Mateus con un elenco nacional integrado por los actores Santiago Carpio y Sonia Valdez, en roles protagónicos.

La historia: una trama narrada en tinta fuerte por T. Williams (1911-1983) cuenta la relación de Blanche DuBois (Sonia Valdez), de origen acomodado, atractiva y excéntrica, con su hermana Stella, durante una visita que realiza a su apartamento de la calle Campos Elíseos, en la ruta llamada Deseo por donde transita el tranvía citadino de Nueva Orleans. Stella convive con Stanley Kowalski (Santiago Carpio), un obrero de origen polaco en un patio de vecinos junto a otros inmigrantes. La obra alude a la confrontación de dos mundos antagónicos, la cultura refinada de la pequeña burguesía sureña estadounidense y el agreste entorno proletario inmigrante. 

La reseña de la obra cuenta: Blanche llega a casa de Stella con la noticia de que su antigua plantación Belle Rêve, Bello Sueño, en Laurel Misisipi, se ha perdido por la mala gestión de sus ancestros. La llegada de Blanche interfiere en la vida de su hermana y su cuñado Stanley, hombre lleno de energía con una presencia varonil, práctica y tosca. Blanche comienza una relación con un amigo de Stanley, Harold Mitchel, no obstante que existe una atracción oculta pero poderosa entre Blanche y Stanley. Su atracción va en contra de los valores morales y culturales de ambos; sus conflictos representan el antagonismo entre los grupos sociales a los que representan: la fuerza bruta de la naturaleza es tan poderosa como los prejuicios morales. Al final, eclosionan todas las emociones de Blanche y, desequilibrada, es internada en una casa de salud mental. En el epílogo, en una frase resume su vida: Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños.

Un actor intenso

Jorge Mateus confesó en nota de prensa que realizar Un tranvía llamado deseo es el “sueño deseado de cualquier director”. Enhorabuena para el talento ecuatoriano, se ha hecho realidad ese sueño del teatro nacional de emular la fama mundial de una obra clásica de alto estirpe dramatúrgico. Al leer su entrevista evoqué los días en que Jorge Mateus se iniciaba en el teatro, allá a fines de los setenta, cuando puso en cartelera Las Criadas de Jean Genet, y el famoso tríptico, Crónicas del Desamor, obras de las cuales guardo en digital los afiches que le diseñé, en ese entonces, con fotografías tomadas a las escenas durante los ensayos. En lo sucesivo, vinieron una retahíla de obras monologantes, y las colectivas: Diario de una dama neoyorquina, Corazón de Agua tibia, El rincón de los Amores Inútiles, Justamente ahora, entre otras. En ese avatar, Jorge Mateus, paseó su talento histriónico y dramatúrgico por los escenarios del país y del exterior, alternando con su labor de investigador teatral y director del Grupo El Callejón del Agua.

En una entrevista anterior para LAPALABRABIERTA, este monologador de las tablas, había reconocido su predilección por el soliloquio. Mateus, dice que de esa manera puede “trabajar cosas que me interesan de manera más intensa, más íntima; claro que he dirigido grupos grandes y pequeños, pero en los últimos años he hecho sólo unipersonales”. Sobrio, intenso, afiatado en su oficio actoral, el suyo es un quehacer que penetra profundo los vericuetos del género humano y su tránsito por una vida donde no está todo dicho, ni todo saldado, en deuda existencial del hombre por alcanzar un sentido de vivir. Mateus acciona y reflexiona sobre diversos resortes del alma humana que se activan al estímulo de interrogantes vitales: qué sentido tiene vivir, actuar y dirigir, son soplos de un mismo aliento. Con ese talante suyo de austeridad personal y profesional, Mateus a estas alturas de su trayectoria, asume este nuevo trabajo de mostrar la obra de Tennessee Williams con serena pasión, como un desafío llamado deseo.


Funciones en el Teatro de CCI en Quito, de jueves a sábados a las 20:00 y los domingos desde las 18:00.

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