Fotografía El Telégrafo y L.Parrini
Por Leonardo Parrini
Más allá de la
parodia al nombre de la pieza teatral del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, Un tranvía llamado deseo, (A Streetcar named Desire), el
actor y director ecuatoriano Jorge Mateus asume el desafío de dirigir esta obra
respondiendo, acaso, a un íntimo deseo: corroborar de que el teatro es, en
esencia, una metáfora de la vida en la confrontación de dilemas existenciales de fuertes trazos vitales. La adaptación y montaje en Quito de este clásico del teatro norteamericano,
estrenado por primera vez en 1947 con Premio Pulitzer en género dramático, es
el mayor reto asumido por J. Mateus con un elenco nacional integrado por los
actores Santiago Carpio y Sonia Valdez, en roles protagónicos.
La historia: una trama
narrada en tinta fuerte por T. Williams (1911-1983) cuenta la relación de Blanche
DuBois (Sonia Valdez), de origen acomodado, atractiva y excéntrica, con su
hermana Stella, durante una visita que realiza a su apartamento de la calle Campos Elíseos, en la ruta llamada Deseo por donde transita el tranvía citadino
de Nueva Orleans. Stella convive con Stanley Kowalski (Santiago
Carpio), un obrero de origen polaco en un patio de vecinos junto a otros inmigrantes.
La obra alude a la confrontación de dos mundos antagónicos, la cultura refinada
de la pequeña burguesía sureña estadounidense y el agreste entorno proletario inmigrante.
La reseña de la
obra cuenta: Blanche llega a casa de Stella con la noticia de que su antigua
plantación Belle Rêve, Bello Sueño, en Laurel Misisipi, se ha perdido por la
mala gestión de sus ancestros. La llegada de Blanche interfiere
en la vida de su hermana y su cuñado Stanley, hombre lleno de energía con
una presencia varonil, práctica y tosca. Blanche comienza una relación con un
amigo de Stanley, Harold Mitchel, no obstante que existe una atracción oculta
pero poderosa entre Blanche y Stanley. Su atracción va en contra de los valores
morales y culturales de ambos; sus conflictos representan el antagonismo entre
los grupos sociales a los que representan: la fuerza bruta de la naturaleza es
tan poderosa como los prejuicios morales. Al final, eclosionan todas las
emociones de Blanche y, desequilibrada, es internada en una casa de salud
mental. En el epílogo, en una frase resume su vida: Siempre he dependido de la amabilidad de los extraños.
Un actor intenso
Jorge Mateus confesó en nota de prensa que realizar
Un tranvía llamado deseo es el “sueño
deseado de cualquier director”. Enhorabuena para el talento ecuatoriano, se ha
hecho realidad ese sueño del teatro nacional de emular la fama mundial de una
obra clásica de alto estirpe dramatúrgico. Al leer su entrevista evoqué los
días en que Jorge Mateus se iniciaba en el teatro, allá a fines de los setenta,
cuando puso en cartelera Las Criadas de
Jean Genet, y el famoso tríptico, Crónicas
del Desamor, obras de las cuales guardo en digital los afiches que le
diseñé, en ese entonces, con fotografías tomadas a las escenas durante
los ensayos. En lo sucesivo, vinieron una retahíla de obras monologantes, y las
colectivas: Diario de una dama
neoyorquina, Corazón de Agua tibia, El rincón de los Amores Inútiles,
Justamente ahora, entre otras. En ese avatar, Jorge Mateus, paseó su
talento histriónico y dramatúrgico por los escenarios del país y del exterior,
alternando con su labor de investigador teatral y director del Grupo El Callejón del Agua.
En una
entrevista anterior para LAPALABRABIERTA, este monologador de las tablas, había
reconocido su predilección por el soliloquio. Mateus, dice que de esa manera
puede “trabajar cosas que me interesan de
manera más intensa, más íntima; claro que he dirigido grupos grandes y
pequeños, pero en los últimos años he hecho sólo unipersonales”. Sobrio,
intenso, afiatado en su oficio actoral, el suyo es un quehacer que penetra
profundo los vericuetos del género humano y su tránsito por una vida donde no
está todo dicho, ni todo saldado, en deuda existencial del hombre por alcanzar
un sentido de vivir. Mateus acciona y reflexiona sobre diversos resortes del
alma humana que se activan al estímulo de interrogantes vitales: qué sentido
tiene vivir, actuar y dirigir, son soplos de un mismo aliento. Con ese talante
suyo de austeridad personal y profesional, Mateus a estas alturas de su
trayectoria, asume este nuevo trabajo de mostrar la obra de Tennessee Williams con
serena pasión, como un desafío llamado deseo.
Funciones en el Teatro de CCI en Quito, de jueves a sábados a las 20:00 y los domingos desde las 18:00.
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