Por Leonardo Parrini
Como un producto
comercial bien marketeado el libro trilogía de E.L. James y el filme Cincuenta sombras de Grey recientemente
estrenado, ingresa al mercado precedido de una aurea impúdica, una suerte de corona
dorada que proyecta una imagen de narrativa erótica de grueso calibre que eleve
la adrenalina de lectoras y lectores. La historia narra las peripecias de Anastasia
Steel, joven de 22 años, estudiante de Literatura, que como
favor a su mejor amiga asume el rol de periodista entrevistando a uno de los
más prometedores y ricos empresarios del momento: Christian Grey. A partir de
entonces Anastasia cae rendida por el millonario seductor, terminando atrapada
en una vorágine sexual cuyas prácticas no son nada convencionales. De hecho, el
filme es una antología de recursos de bondage/disciplina, dominación/sumisión,
sadismo/masoquismo BDSM,
ante lo cual la joven no tendrá escapatoria, viéndose atrapada
en un juego de seducción y deseo irrefrenable.
El fuerte contraste
entre la inocencia de Anastasia matizado por el tentador mundo del dinero
controlado por el híper millonario Grey, contribuye a un estereotipo clásico de
la mujer seducida por el lujo a cambio de sexo, componentes que rayan en la prostitución
sofisticada encubierta de romance y erotismo. Ya en los detalles de la trama, Grey
obliga a Ana a firmar acuerdos de confidencialidad que le prohíben hablar de lo
que hagan juntos. En una habitación llena de juguetes BDSM y otros equipos de
sadomasoquismo, Grey le informa que el segundo contrato será uno de dominación
y sumisión y que no habrá relación romántica, sino sólo sexo. Ana recibe por
primera vez un castigo de Grey, lo que los deja a ambos seducidos y a ella confundida
por los regalos espléndidos de Grey. Entre una atmósfera de lujo y erotismo,
Ana conoce el pasado de Grey iniciado sexualmente a los 15 años por una amiga
de su madre, experiencia que le dejó muchas sombras en su vida.
La mirada femenina
El libro ha
recibido una diversa gama de críticas provenientes del análisis femenino. April
Alliston, académica de la Universidad de Princeton señaló que “Aunque no es una obra de arte literaria, Cincuenta
sombras de Grey es más que un fanfiction basado en la serie de vampiros Crepúsculo”.
La Revista Entertainment Weekly escribió:
“es alegre, fácil de leer, tan dulce y seguro como el BDSM (bondage, disciplina,
sadismo y masoquismo), erotismo sin contravenir la ley de designaciones comerciales”. The Dayly Telegraph criticó el libro como un “empalagoso
cliché”. Sonya Sorich, del periódico Ledger Enquirer describió
el libro como un placer pecaminoso y escapista, «pero también se refiere a un aspecto de la existencia femenina [la
sumisión femenina]”. Christine Sheehy, de The New Zealand Herald, afirmó que el
libro no «va a ganar ningún premio por su
prosa» y que «hay algunas descripciones sumamente atroces», pero que también es
de lectura fácil y si el lector puede «postergar su incredulidad y su deseo -si
se me permite la expresión- de dar una bofetada a la heroína por tener tan poco
respeto por sí misma, es posible que lo disfrute”. Jessica Reaves, del Chicago Tribune, escribió que el: “el
texto original no es gran literatura”, y señaló que la novela está “salpicada abundantemente y repetitivamente
con frases estúpidas”, y la describió como “deprimente”.
¿Qué hace que el
libro original, tanto como el filme, se proyecte como un fenómeno literario mundial
con más de 30 millones de copias vendidas?
El paradigma es claro:
la recurrente historia de la cenicienta que simboliza la mujer en busca del príncipe
azul, que en el caso de Grey ostenta una dorada cuenta bancaria y estatus de
poder social y económico que lo convierten en el aspiracional de un cierto prototipo
de mujer. La propuesta, según analistas, cala hondo en un público femenino que transita
los cuarenta años, no sin evidentes frustraciones sexuales; de hecho 50 Sombras de Grey fue catalogada como “pornografía
para mamás”.
En otras
miradas, la socióloga israelí Eva Illoz escribe en su ensayo Erotismo de Autoayuda: cómo es posible que se haya difundido
tanto una obra que “contiene muestras de la peor escritura que he visto nunca y
presenta de modo favorable el sadomasoquismo y el sometimiento de la mujer”.
La respuesta es simple, pero intensa: el libro sintoniza con tendencias muy
promovidas en la sociedad occidental, como la reducción de la sexualidad a
objeto de consumo o la creencia de que la satisfacción o el éxito, sexual en este
caso, se consigue aplicando recetas.
Un estudio sobre la posible influencia de la
novela en las mujeres jóvenes, publicado en la revista científica Journal of
Women’s Health, determinó que la historia enseña a las mujeres que el dolor y
la sumisión son eróticos, y a los hombres que las mujeres quieren un hombre que
las controle e intimide. Journal
of Women’s Health, advierte que la relación entre los dos protagonistas
tiene las características de una relación violenta, caracterizada por el acoso,
la intimidación y el aislamiento.
La crítica femenina sube de tono en las voces
de las profesoras universitarias Cristina Pujol (UAB) y Meritxell Esquirol
(UOC). Las dos expertas en Sociología de la Comunicación realizaron el estudio
titulado "Sujetos sexuales, objetos
comerciales: sexualidad femenina como 'lifestyle' en Cincuenta sombras de Grey",
en el que concluyen que tanto la novela como la película son un producto de mercadotecnia que
preserva "la mirada masculina,
heterosexual y blanca". Cincuenta sombras de Grey, "combina
el habitual discurso del amor romántico tradicional con una vivencia de la
sexualidad femenina libre y plena, pero convirtiéndola en un objeto
comercial", ha afirmado la investigadora Meritxell Esquirol. Las
autoras han analizado el imaginario sexual femenino que vende Cincuenta sombras
de Grey y concluyen en que “la feminidad
sigue siendo un valor mercantil; aunque parece que el libro democratice la
representación de la mujer, en realidad hace referencia a un ideal femenino que
consume sexo como quien compra un objeto glamuroso o sofisticado". La liberación sexual de la mujer que vende Cincuenta sombras de Grey es mentira, concluyen ambas
investigadoras.
Y el broche de oro lo pone la investigadora Martha G, para quien la historia es “entre
triste, lamentable, predecible, absurda y, sorprendentemente, muy poquito
erótica”. Según su análisis, la protagonista Ana es
una “niña buena” que se adentra en una
relación totalmente dominante a cambio de estatus, pero con un fin y objetivo:
transformar al solitario indomable en el príncipe azul y modélico padre de
familia que la sociedad impone y, por supuesto, que la mantenga. Eso sí, como
luego me llevas en tu cochazo, me dices cuatro frases “dulces” no aptas para
diabéticos y me regalas un vestido supermegacaro y por supuesto supermegasexy
para ir a cenar a un reservado y tomarnos una copa de Don Perignon, me
compensa.
Las voces femeninas
de la crítica parecen coincidir en que la historia entre Ana y Christian Grey
contiene muchas mentiras sobre el amor y la sexualidad. En primer lugar,
Christian, inmensamente rico, se presenta como “la fantasía sexual” más
interesante para las mujeres. Al final del día, como sugiere un análisis de
fondo a Cincuenta sombras de Grey: Quizás
merezca la pena no contribuir al negocio de tanta sombra. Una manera de
denunciar la violencia contra la mujer podría ser también el boicot a este tipo
de películas. Es poco eficaz hablar de tolerancia cero frente a la violencia
contra la mujer si a la vez se hace tanta publicidad, sin crítica, a una
película que convierte dicha violencia en una fantasía sexual, un producto de
consumo sexual. Un fraude.
Muy buen análisis.
ResponderEliminar