Por Leonardo
Parrini
Dios los cría y
el diablo los junta, expresó una anciana en la puerta del local donde se
realizaba la convención nacional de Sociedad Unida Más Acción SUMA en Cuenca. En
ese contexto la derecha política ecuatoriana hacia un nuevo intento por
reagrupar fuerzas para enfrentar a la testaruda revolución ciudadana que no da
tregua. Hasta esa ciudad arribaron Jaime Nebot y Mauricio Rodas, alcaldes de
Guayaquil y Quito, respectivamente, convocados por el conclave derechista en el
marco de la rendición de cuentas del Prefecto del Azuay, Paúl Carrasco.
Las intenciones
eran claras, pero las explicaciones no lo fueron tanto: Nebot dijo “Hemos venido a
sellar un compromiso conjunto y sellar la unidad, la indispensable Unidad
Nacional, que hace años venían “comentando y cuajando”. A confesión de partes relevo de pruebas. La derecha
busca unificar fuerzas para lidiar en la arena política con el oficialismo de
cara a las elecciones del 2017. No obstante, esta intención es desmentida por Cynthia
Viteri quien aseguró a pie juntilla que “nadie ha hablado de elecciones ni de
hacer oposición al Gobierno”. Y a renglón seguido dejó en claro sus propias intenciones:
“Queremos decir al mundo o al país que solamente con la descentralización y con
el respeto de las autonomías se podrá progresar”, indicó. Afuera del recinto,
algunos partidarios de la tendencia derechista coreaban: “Viva la democracia”, haciéndose
eco de las palabras de la ex parlamentaria. Al grito unificado de una barra traída
de Guayaquil, Jaime Nebot alzaba las manos en señal de popularidad.
Entusiasmado con los gritos proferidos por
las barras, Paul Carrasco subió al escenario, habló de la democracia y de su
triunfo el pasado 23 de febrero, en un panegírico de la libertad, según él
conculcada. Nebot, en declaración de réplica, se apresuró a decir que el frente
unido no tiene aún un protagonista principal. Mientras que Carlos Vera, el ex
presentador de noticias, en su habitual desenfado, se negó a dar declaraciones para
los medios públicos.
Mauricio Rodas, más político que de costumbre,
se limitó a decir que hace un año él tuvo que enfrentar “un aparataje
gubernamental y que participó en forma abierta en las elecciones”. Y agregó que
ahora es hora de defender y promocionar los principios del 23 de febrero. En otras
palabras, el discurso de oposición al régimen de Rafael Correa. Aunque la unidad
acusó dos ausencias notorias, el Alcalde de Guaranda, Ramsés Torres, y el Alcalde
de Cuenca, Marcelo Cabrera, ambos inasistentes por motivos ajenos al encuentro.
La
celosa unidad
Este no era el primero ni el último conclave
derechista sin humo blanco. Anteriormente, el 12 de septiembre del 2014 habíanse
reunido en Guaranda los Prefectos y Alcaldes de la tendencia. En esa ocasión, y
encajonados en la ciudad de la siete colinas, habían asistido a "una falsa posición
separatista entre los GADs y el Estado ecuatoriano”, según la visión de Alianza
País.
Lo cierto es que desde Guaranda el discurso
de la derecha unida aún no se unifica. No exhibe coherencia programática aun cuando
refleja, precisamente por reflejo, un común denominador ideológico que siempre
ha estado presente en el ideario de la reacción. Un estatuto de declaraciones abstractas
y generalizantes referidas a la defensa de la libertad y la democracia como adalides
del capitalismo neoliberal. Así las cosas, podemos colegir que la derecha unida
si podría ser vencida en las próximas elecciones de continuar a la deriva política,
con predominio de posiciones personalistas o regionales, o con énfasis en
declaraciones sin carne ni hueso.
La derecha unida podría ser vencida porque no
tiene proyecto político sólido ni innovador. Carece de un discurso que vaya más
allá de la defensa de "las libertades y la democracia" -vigentes por lo demás-, maquillando
de esta forma sus verdaderos intereses de clase. El no proponer un plan de gobierno
factible y coherente, acorde con los grandes
intereses nacionales y ciudadanos, acusa una falencia que se observa hace rato
en la tendencia derechista ecuatoriana. Reincidir en el pecado social del neoliberalismo
económico y político, es poco menos que un suicidio electoral. Si a eso se suma
un innegable instinto de revanchismo, estamos en presencia de un proyecto de
unidad derechista que nace abortado, en el intento de restauración conservadora. A estas alturas del partido el
pueblo ya no come cuentos en base a los discursos de patéticos cadáveres políticos
que saltan a la palestra con cinismo sin igual, o de aquellos imberbes activistas
que aún no se ponen pantalones largos en una arenga política de alta competición.
Aunque el pueblo siempre tiene la última y sabia palabra.
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