Por Leonardo
Parrini
Por lo general se han mostrado inoficiosos los gestos declarativos de los organismos internacionales
o regionales, en cuanto a su eficacia y eficiencia para dar soluciones a corto
y largo plazo a las inmensas desigualdades, injusticias y necesidades
imperantes en la región suramericana.
Un reciente
encuentro del Cosiplan, Consejo planificador de UNASUR reunido en Quito, puso
en el tapete de la discusión la necesidad de contar con una planificación
estratégica regional con visión de futuro para ayudar a erradicar la pobreza
como un desafío ético y moral de Suramérica. Este objetivo loable desde todo
ángulo, sonaría ampuloso de no ser porque los delegados al encuentro regional
se detuvieron largamente en indicar el cómo hacer posible ese desafío continental.
Al tenor del encuentro se dijeron algunas verdades y denunciaron ciertos hechos
que llaman la atención en el panorama de la región. Unida a la vocación integracionista
suramericana se enunció el propósito de hacer ejercer una planificación integral,
que no sea la suma de las partes aisladas o de esfuerzos nacionalistas por
separado. En esa tónica se concibió a la planificación como una ilusión
movilizadora en la perspectiva de una integración regional soberana.
Con mirada integracionista,
el Secretario de Plantificación de SENPLADES, Pabel Muñoz, valoró como un
acierto gubernamental ecuatoriano haber recuperado la planificación y el rol
del Estado y ponerlos en una instancia protagónica. El “regreso del Estado”
implica que han regresado algunas facultades
esenciales: la rectoría estatal. Existe cada vez una mayor experticia para
diseñar política pública como un ejercicio de soberanía política. “Hacer lo que
el país necesita y no lo que otros nos plantean o que hagamos, creo que
superamos la etapa de las recetas para pensar nuestros países con cabeza
propia”, señaló Muñoz.
Como resultado
del proceso de recuperación del rol planificador del Estado en el Ecuador se
mencionó un buen desempeño económico, con la inversión pública más alta de la
región: 15% del PIB. El país, luego de renegociar la deuda externa, ahorró 8
mil millones de dólares que fueron transferidos al pago de la deuda social. Se
han invertido 9 mil millones de dólares en el sector social ecuatoriano y se ha
mejorado la red vial que hace al país más productivo. Se evidencia una caída
del 12% en el índice de pobreza por ingresos y una disminución de 8 puntos de
la brecha entre ricos y pobres, lo que ha generado igualdad. Detrás estos
logros están el sentido de la planificación y de lo público.
El
diagnóstico regional
Un panorama
regional de asignaturas pendientes se enunció en el foro de UNASUR. En el marco del
diagnóstico suramericano se reconocieron déficits en el avance del cumplimiento
de objetivos relacionados con la concreción de una justicia social y equidad
económica en la región. Las estadísticas presentadas durante las intervenciones
son evidentes. En la región suramericana existe no menos de 90 millones de
personas en situación de pobreza. Algunos países suramericanos mantienen
niveles mayores al 10% de su población por debajo del nivel mínimo de consumo
de energía alimentaria. Aproximadamente el 10% más rico de la población
regional recibe 42% de los ingresos totales, mientras que el 40% más pobre
recibe menos del 11%.
La región aún registra tasas de desempleo entre el 11.5% y 4.4%. Existen notorios déficits de
recursos necesarios para cubrir necesidades de demanda en servicios de
infraestructura. La región evidencia importantes pérdidas per cápita
por falta de mantenimiento y reparación de infraestructura de riego, energía,
caminos pavimentados y otra infraestructura.
Las contradicciones regionales son evidentes. En el continente el
capital prevalece sobre el trabajo, y las condiciones mínimas laborales no se
cumplen, mientras que la región mantiene una tasa de desempleo entre 11.5% y el
4.4% y la organización sindical está criminalizada. Siendo excedentaria en
términos de liquidez, la región tiene 760 mil millones de dólares depositados
en EE.UU e invertidos en bonos de inversión. No hemos superado la paradoja del
subdesarrollo: países pobres, con sus reservas internacionales y excedentes de
liquidez, financian a países del ricos del norte. Los países de la región se
encuentran entre el puesto 30 y 134 de un total de 148 naciones en el Índice de
Competitividad Global. Este panorama no es otro que el de la injustica social.
Como muestra un botón: la Seguridad Social cubre menos de 66% en todos los
países de la región. Esto es un reto por enfrentar.
En Suramérica en
el año 2012 existían 90 millones de personas pobres, 22% del continente. Esta
cifra que debe escandalizar, es una alerta de que no se ha planificado la
erradicación de la pobreza en la región. Es una alerta, además, en la no
consecución de los logros de la política pública de nuestros países. Todavía en la región suramericana existen
cinco países que mantienen un nivel superior del 10% de su población por debajo
del nivel mínimo de consumo de energía alimentaria. El hambre en la región
sigue siendo una preocupación y debe estar contemplado en la agenda de la
planificación. El desafío es cómo resolver las gigantescas contradicciones de
Suramérica que exhibe cifras alarmantes: el 10% más rico de la población recibe
42% de ingresos totales. El 40% de los pobres recibe menos del 11%. Esta alerta
habla de un desarrollo desequilibrado e inequitativo, entre sectores urbanos y
rurales, entre elites y pueblos. En la región se requieren 127 mil millones de
dólares para cubrir las necesidades de demandas en servicios de
infraestructura, según estudio conjunto de CEPAL Y UNASUR.
En contraste con
Suramérica, Europa u los EE.UU muestra síntomas de crisis. El Desempleo en 2013
en la Unión Europea fue de 11,9% en zona de Euro y de 10,7% y en la Unión Europea. Existe pleno empleo en
Alemania y Austria, pero hay tasas de paro del 27% en Grecia y 26% en España
con 6 millones de desempleados. La Organización Internacional del Trabajo,
OIT, dijo en el 2013 que la crisis deja en la desocupación a 197 millones
de desempleados en el mundo. Simultáneamente, la economía de EE.UU y UE viven
un evidente ciclo de declive económico y han surgido grandes dudas de su
solvencia y estabilidad, puesto que no se visualiza en el corto plazo que el
dinamismo de recuperación sea similar al de los años precedentes.
Frente a esta realidad surgen las economías emergentes de los BRICS,
-Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Se prevé que China será la mayor
economía del mundo y de Europa e India será el tercer gigante, mientras que
Brasil será la cuarta economía mundial. Este fenómeno traslada el centro de la
realidad económica a estos países. El contexto geopolítico
en estas naciones muestra que se plantean la reconfiguración del poder, en
términos del protagonismo de nuevos actores y su influencia en los espacios
geográficos territoriales económicos y políticos a nivel mundial. Esto implica ver con claridad los cambios políticos y las
relaciones de poder -y su redistribución en el orden internacional actual-,
colocando en primer plano nuevas alianzas en la hegemonía mundial y sus
implicaciones en los sistemas de gobierno internacional.
Planificación para la integración
soberna
Cuando se habla
de una planificación estratégica se hace referencia a una planificación
prospectiva, sobre el futuro, y hacían dónde marcha el modelo y la plataforma
de integración. El Plan debe tener viabilidad y piso político. No es un plan de
carácter administrativo, es un plan político, en un formato de estructura de
acción operativa en términos estrategicos. Lo que le da la posibilidad de
aplicación es su viabilidad política y esto se lo da el consenso político y el
consenso político se construye en el diálogo político.
En definitiva,
no hay capacidad de incidir en el comportamiento mundial de las lógicas de
poder mundial, si la región no se consolida como un actor en capacidad, en
unidad, de integración para incidir en los grandes temas. El debate frente a
estos temas expresó la preocupación por el futuro de UNASUR, con gobiernos de
diversa índole ideológica. Se valora la voluntad política de debatir, de
colocar las diferencias sobre la mesa y un elemento de confianza importante
fundamentado sobre el respeto. El debate incluye las dos palabras: unidad en la
diversidad. Hay un punto: qué es lo que tenemos y qué es lo que necesitamos
defender, qué permite dar referencia de poder en la estructura de poder
mundial. Hay tres elementos que nos unifican, en términos de importancia: la
paz, la democracia y la soberanía. Necesítanos la paz como dinámica particular
de los países, el desarrollo democrático y la defensa de la soberanía. Estos valores que nos unifican desde el punto de vista
político e ideológico, desde luego pueden concatenarse en términos de desarrollo como el común denominador de un futuro digno como región.
No hay comentarios:
Publicar un comentario