Por Leonardo Parrini
Alguna vez dije que Yamil Mahuad era el
presidente de la mirada oblicua y las manos grandes. Y esa era una alusión a una
cualidad física, sin que dicha impronta quisiera significar nada más. Alguien
lo interpretó como una metáfora alusiva a un hombre deshonesto. Con el paso de
los años es posible que Mahuad mantenga la mirada oblicua, más cansina tal vez,
pero sus manos siguen siendo grandes de nacimiento y me pregunto si con esas mismas
manos grandes con las que firmó la paz definitiva con el Perú, fue sujeto de
peculado al firmar el decreto que dio paso al feriado bancario que llevó a la ruina a millones de ecuatorianos.
Del ex presidente tengo la imagen de sus
manos y de su mirada, acaso, desde la reunión que mantuvimos -hace ya algunos
años- en la sala de sesiones de la Alcaldía de Quito. En esa ocasión, Mahuad, me
recibió como burgomaestre de la ciudad para una entrevista de prensa, acolitado
por un sequito de ocho asesores que intentaban responder por su jefe al cuestionario
periodístico. Tengo la sensación cuasi física del saludo estrechando su enorme
mano e inquiriendo en su mirada ese rasgo de autenticidad que todo hombre logra
destellar en sus ojos, pero no, solo había una frialdad similar a la mirada de
un tiburón.
Hoy la noticia
no es noticia, sino la crónica de una pesquisa anunciada: Yamil Mahuad está en
la lista de difusión roja de la
Interpol, para ser detenido en cualquier lugar del mundo. Se entendería que su
arresto es cuestión de horas y de allí el trámite de extradición al Ecuador es
ineludible. El ex mandatario está enjuiciado por peculado, no obstante que en
junio del 2006, la Segunda Sala de lo Penal de la Corte de Justicia dictó
sobreseimiento provisional, "por considerar que no se habría demostrado
suficientemente la existencia del delito de peculado". Sin embargo, la
Corte reabrió el proceso en el 2011 y ordenó la prisión preventiva en contra de
Mahuad con la disposición de embargo de sus bienes. Un año más tarde la Jueza
Ximena Vintimilla ofició una orden de captura de Jamil Mahuad a la Policía
ecuatoriana y por su intermedio, a la Organización Internacional de Policía
Criminal, Interpol. Tramite que no se cumplió.
El presunto delito: El expresidente puso su
firma en el Decreto Ejecutivo No. 681 del 9 de marzo de 1999, mediante el cual
declaró estado de emergencia nacional y, dos días después, el 11 de marzo,
dicta el Decreto No. 685, ordenando el congelamiento de los depósitos del
sistema financiero, conocido como "feriado bancario". Por estos
hechos Mahuad, según la Fiscalía, habría violado el artículo 180 de la
Constitución, pues en ese momento no existían causales para decretar la
emergencia nacional. Pocos meses después, el 9 de enero del 2000, Mahuad
estampa la firma en el decreto que dolarizo la economía ecuatoriana y adoptó la
divisa norteamericana como moneda oficial a un valor de 25 mil sucres por
dólar. La medida fue un acto desesperado en medio de una crisis económica
caracterizada por un precio del barril de petróleo a 7 dólares y una inflación
de 60,7 por ciento.
Una historia triste
La trayectoria
pública de Yamil Mahuad es contrastada. Como pocos mandatarios, el
ex líder democristiano ostenta en su currículo algunos hitos que forman parte
de los anales históricos del país. Fue el 2 de febrero de 1998 que Mahuad
declaró zona intangible o protegida al parque nacional Yasuni al firmar el
decreto 552 que prohibía todas las actividades extractivas, como la explotación
petrolera, minera y maderera. Paradojalmente, fue un 30 de septiembre de 1998,
en el régimen de Mahuad, que se firmó el acta final que aseguraba que Texaco (hoy
Chevron) “había cumplido con todos los trabajos de remediación ambiental,
liberando a la petrolera de toda responsabilidad”, frente a lo que se considera
el peor desastre ecológico del país. En concomitancia, su ex Ministro de
Gobierno Vladimiro Álvarez, fue mencionado en el 2013 en el caso Chevron por un
informe que buscaba exonerar del pago de 9 mil millones de dólares a la
petrolera por daños ambientales a la Amazonía.
Corrían los días al final de los años noventa
cuando, el 26 de octubre de 1998, Mahuad y su homólogo peruano, Alberto Fujimori,
firmaron la paz definitiva que ponía fin a un conflicto de medio siglo de
duración. Ambos países se habían enfrentado en guerras en el año de 1941 con
invasión del vecino sureño al territorio ecuatoriano; en Paquisha, en 1981; y en
los altos del Cenepa en 1995. Los mandatarios firmantes, por ironía de la
historia, fueron demandados por la justicia en sus respectivos países, pero
luego de la firma de paz de Itamarati, Brasil, fueron sugeridos como candidatos
al Premio Nobel de la Paz.
Mahuad, no obstante, enfrentaría el juicio
popular en su país por haber decretado el feriado bancario. El descontento
masivo motivó su caída del poder. Su gestión se había visto contaminada con un hecho
imperdonable: salvar a los bancos en desmedro de la economía de millones de
ecuatorianos. El salvataje bancario tenía una lógica. La relación de Mahuad con
la banca no fue un hecho fortuito. Según versiones publicadas por la agencia Andes,
Yamil Mahuad sostuvo estrechos vínculos con banqueros que ocuparon
encumbrados cargos en su régimen: Álvaro
Guerrero Ferber, del banco La Previsora, fue presidente del Consejo de
Modernización. Fernando Guerrero Ferber, de la misma entidad financiera, estuvo
al frente del Banco Central y Medardo Cevallos Balda, de Bancomex, fue
embajador en México. Ana Lucía Armijos, miembro destacado de la Asociación de
Bancos Privados, fue designada como ministra de Gobierno y posteriormente
ministra de Finanzas. Guillermo Lasso, presidente del Banco de Guayaquil, fue
nombrado gobernador del Guayas y luego superministro de Economía en el gobierno
de Jamil Mahuad. De hecho, algunos banqueros desembolsaron ingentes recursos
para financiar la campaña electoral de Mahuad. Fernando Aspiazu, del Banco del
Progreso, por ejemplo, aportó tres millones de dólares para la promoción
electoral del candidato de la Democracia Popular, concluye la nota de
prensa.
Para el analista Julio Oleas Montalvo, esta circunstancia
tiene una expresión de fondo. El Ecuador fue literalmente asaltado por la banca
desde los años setenta, en que el capital financiero y sus representantes
asumen el control de la economía del país en puestos claves del Estado. “Este
fue un proceso de supeditación del control del capital productivo por el
capital financiero. Fue este el que asumió las riendas del poder”, señaló
Oleas. La prueba está en que de los “23 ministros de Finanzas que tuvo el país,
entre 1979 y 1999, diez estuvieron directamente relacionados con el sistema
financiero.”
El aciago 8 de marzo de 1999 la vida cambió
para millones de ecuatorianos al enterarse de que sus ahorros y depósitos en
los bancos ya no les pertenecían libremente, y en un fin de semana estaban
congelados. Banco del Progreso con más de 750 mil clientes cerraba sus puertas
con las bóvedas llenas de dinero ajeno de los depositantes. El efecto dominó sería cuestión de días, y así
la mitad del sistema financiero ecuatoriano se vino al suelo con la quiebra
masiva de bancos por sus malos negocios. El salvamento estaba en las decisiones
del gabinete de Mahuad y el ex mandatario decretó “la entrega de créditos
millonarios a la banca, a través de las instituciones públicas”. La partidocracia
de entonces conformando la famosa aplanadora
(Partido Social Cristiano –hoy Madera de Guerrero- y la Democracia Popular), acolitó
la medida desde el Congreso creando leyes y la Agencia AGD “para que el Estado se haga cargo de las
deudas de la banca privada”.
Se había consumado el mayor perjuicio económico
perpetrado al país, con angustia para millones de familias que vieron
derrumbarse su situación financiera. La medida tenía un sentido mayúsculamente antipopular:
se había puesto por delante el interés de los banqueros por sobre la situación
de sus clientes. El Estado dejó de proteger a los ciudadanos y se convirtió en cómplice
del atraco. La acción política que dio legalidad al congelamiento bancario fue
simple, pero determinante: un acuerdo en el Congreso entre socialcristianos, demócratas
populares y roldocistas dio paso a la creación de la AGD, mediante la eliminación
de “la legislación ecuatoriana el capítulo
III, titulo 11, de la ley de Instituciones Financieras, que volcaba sobre los
banqueros la responsabilidad por cualquier crisis en el sector”, con la que el
Estado asumió la garantía ilimitada de los depósitos bancarios. Se había creado
las condiciones para que la banca cometiera el pecado social de perjudicar a
sus confiados clientes con la anuencia de un Estado cómplice en manos de un gobierno
permisivo. Esa es la triste historia detrás del presidente de manos grandes. La
historia la hacen los hombres y esa misma historia deberá juzgar a Yamil Mahuad.
¡Què buen texto!
ResponderEliminarexcelente articulo, aun no entiendo como mahaguad justifica lo que hizo
ResponderEliminarPor la firma de la paz muy bien aunque se perdio mucho tanto en territorio como en sentimiento moral, y ya era hora que se haga justicia por aquellos que murieron ante la falta de su dinero para sus tratamientos médicos. Esperemos que así mismo se traiga a Pedro Delgado y declare quien le ayudo en este terrible atraco al pais
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