Por Leonardo
Parrini
Dos noticias sobre mujeres han marcado la tónica de la temática femenina
en los medios informativos ecuatorianos estos últimos días: el Premio Nobel de
literatura concedido a la escritora canadiense Alice Munro, y la presencia de un grupo de mujeres ecuatorianas
protestando con sus torsos desnudos en el parlamento de su país en contra de la
penalización del aborto. ¿Qué tienen en común estos dos hechos noticiosos? Pues,
contar como protagonistas a mujeres, en distintos contextos obviamente, pero
con un denominador común: expresar la condición
femenina.
Pero, ¿es factible hablar de una sola condición de género, en otras
palabras, existe la Mujer? Más allá de la indisimulada intencionalidad de la
pregunta, la cuestión no es un mero ejercicio intelectual. Comporta la
intención de dilucidar un viejo dilema: hasta dónde resulta válido absorber lo
particular en lo general y lo concreto en lo abstracto, y pretender hablar a
nombre de todos y todas, sin matizar diversidades y concreciones.
En esta preocupación de buscar lo particular y concreto en la espesura de
las abstracciones generales, es que el premio Nobel de literatura otorgado a una
mujer y los torsos desnudos de las
mujeres reclamando la despenalización del aborto, muestran que lo femenino, si bien es la suma de las
femineidades, no puede servir de cortina para esconder las diferencias dentro del
propio género.
El sujeto femenino
¿Dónde está el sujeto femenino
en la noticia de la protesta de torsos desnudos y del premio Nobel? Patrizia
Violi –citada por Abdón Ubidia en su texto Referentes-
sugiere la necesidad de establecer un
“pensamiento de la diferencia y de la subjetividad femenina que siempre ha
puesto como base un principio anti trascendental, una recuperación de lo
sensible, de la sexualidad, del inconsciente”.
La sugerencia de Violi nos
acerca a un hecho singular en la noticia de los torsos desnudos: la presión ejercida
por el Presidente Rafael Correa sobre todas y todos sus coidearios de la
Asamblea Nacional para abandonar la idea de despenalizar el aborto,-con insinuación
de renunciar incluso al cargo presidencial- es hecha desde la doble perspectiva
de género y de poder. Una coacción imperativa y verticalizante de la
autoridad, invocando lealtades partidistas, so pena de incurrir en traición, que
inhibe la expresión concreta de la representatividad de un sector de mujeres en
el ejercicio de sus derechos a decidir sobre aspectos de su sexualidad y maternidad
particulares.
Este detalle de la noticia remite
a lo señalado por Patrizia Violi en el sentido de que “el fundamento y la subjetividad masculinos
han sido considerados como el fundamento universal de la teoría y la cultura”,
en nombre del Hombre como sujeto universal y en desmedro del sujeto femenino.
Con toda pertinencia entonces,
puesto que como señala Ubidia, el sujeto
femenino no existe como paraguas bajo el cual cubrir y disimular las
diversidades inherentes a su condición; es imperativo volver la mirada a las múltiples
expresiones que manifiestan las mujeres en la contradictoria pluralidad de
género.
Lo femenino y lo cotidiano
El premio universal de
literatura otorgado a Alice Munro es un hecho singular porque la escritora
canadiense está entre las trece mujeres que han sido galardonadas con el Nobel
literario, en absoluta minoría respecto de los laureles que la Academia Sueca
ha conferido a escritores hombres. Las razones esgrimidas para otorgar el
premio sugieren la presencia del sujeto femenino
que propone Violi: el reconocimiento a una literatura que pone énfasis en pequeñas
realidades de la vida cotidiana, a través de minúsculos retratos hablados de personajes
comunes y corrientes. He ahí la inclinación femenina por lo matricial, lo
tangible y particular de la vida. ¿Será este un rasgo de una literatura exclusivamente femenina, o de lo
exclusivamente femenino en la literatura, como alega Ubidia en su libro Referentes?
Munro destaca por una literatura de diminutas historias habituales,
plagadas de héroes que salen del anonimato de la mano de una narradora de
convivencias particulares. Esta tendencia ha sido reconocida por la Academia sueca
al conferir el Premio Nobel de Literatura a una escritora que ha trabajado, en
silente persistencia, magistralmente el relato corto, la narrativa focalizada
en minúsculas vivencias transversales que tienen lugar en el diario vivir. En referencia a la literatura de Munro sobre el mundo femenino, el escritor
estadounidense Davil Homel dijo: “ella escribe sobre mujeres y para mujeres,
pero no está demonizada por los hombres”
Las noticias del premio Nobel a
Munro y de los torsos desnudos protestando contra la penalización del aborto, muestran
a las mujeres en concomitancia de género. Y patentizan una mirada de mujer,
con diversidad incluida, que da cuenta de realidades cotidianas en contraste con
las utopías y las épicas del discurso propio del género masculino. A su vez,
evidencian con dedo acusador la pretendida representatividad machista que actúa
en nombre del Hombre como sujeto simbólico de la humanidad. En esa virtud femenina
de valorar la diversidad humana en el día a día, enfatizamos como condición de
la mujer y sujeto femenino actuante, a un ser polivalente y exquisito en su simultaneidad,
sensibilidad y sentido práctico, ejercido con amoroso gesto vivencial y
cotidiano desde su matricidad engendradora de vida.
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