Foto QPSM
Por Leonardo Parrini
Si fuera un certamen hípico diríamos que la campaña electoral
ecuatoriana entró en tierra derecha,
luego de la última curva, y se avizora ya la meta en la recta final. Una
campaña muy suigeneris, distinta; caracterizada por algunos observadores, si no
como apática, al menos de predecible.
A un costo para el Estado de 95 millones de dólares, según presupuesto
del Consejo Nacional Electoral (CNE), el proceso electoral ecuatoriano elige el 17 de febrero, Presidente y Vicepresidente de la República,
137 miembros de la Asamblea Nacional y 5 representantes al Parlamento Andino.
En caso de que ninguno de los binomios en disputa obtenga más del 40% de los
votos y una diferencia de al menos un 10% sobre su inmediato seguidor, habría
una segunda vuelta el 7 de abril de 2013.
Las cifras hablan por sí mismas. En encuestas difundidas diez días
antes de los comicios del próximo domingo, como manda la ley, Rafael Correa
tenía la semana pasada 56% de la intención de voto, Guillermo Lasso 13%, Lucio
Gutiérrez 5% Rodas y Noboa 2%, Wray y Zabala 1%, según datos de OPEECUADOR.
Para contrastar, las cifras publicadas la semana anterior por Perfiles de
Opinión, señalan a Rafael Correa con un 62%, Guillermo Lasso 9%, Lucio
Gutiérrez 4%, Alberto Acosta 3%, Álvaro Noboa 1,6%, Mauricio Rodas, 1%, Norman
Wray y Nelson Zabala menos del 1%. Por su parte, Consult Marketing Solutions (CMS),
señaló que “Rafael Correa ganaría con el 55,6%”, puesto que “Lasso tiene 6,7% y
Alberto Acosta 5,8%”.
Si bien es cierto que las encuestas son un termómetro electoral que mide la
intención de voto ciudadano, sus márgenes de error oscilan entre 0% y 5% sobre
la aplicación de cuestionarios a una población –o muestra que llaman aleatoria- no superior a las 3 mil personas repartidas entre Quito,
Guayaquil y Cuenca. Sin discutir la representatividad de aquella cifra frente
a 14 millones de habitantes del Ecuador, cierto es que los encuestadores, por medio de una
proyección matemática, establecen que esa muestra refleja con fidelidad las tendencias de los electores en el ámbito
nacional. Una primera aproximación concluyente es que, según estas encuestas,
no habrá una segunda vuelta electoral esta vez en Ecuador.
Frente a estas cifras existen otras que también reflejan las preferencias electorales, o al menos, la simpatía por
determinados candidatos. Recientemente un estudio de la Universidad Autónoma de
México (UNAM), denominado Observatorio Electoral 2012, publicado por diario El
Comercio, señala que Rafael Correa lidera hoy la presencia de candidatos en
redes sociales “con más de 333.000 seguidores en Facebook, unos 727.000 en
Twitter y unos 4.200 en You Tube”. Como contendor inmediato aparece en el
estudio mexicano, Guillermo Lasso “con más de
284.000 seguidores en Facebook, unos 71.500 en Twitter y unos 1.500 en YouTube”. Según el matutino quiteño, “el magnate bananero Álvaro Noboa
está tercero con más de 287.000 seguidores en Facebook, unos 32.000 en Twitter
y tan solo 263 en YouTube, mientras que el independiente Mauricio Rodas tiene
aproximadamente 233.000 en Facebook, 10.700 en Twitter y 223 en YouTube.
Alberto Acosta, un ex ministro de Correa, el ex presidente Lucio Gutiérrez y el
izquierdista Norman Wray cuentan con números bastante menores, mientras que el
pastor evangélico Nelson Zavala apenas tiene presencia en las redes”.
Interpretando las cifras
Las cifras son un pulso frio de
la situación real, pero si bien “hablan” por sí mismas, es necesaria una
interpretación al calor del conocimiento de esa realidad. Esta campaña, a
diferencia de otras, tuvo una menor duración mediática y una mayor apatía
ciudadana, como síntoma de lo previsible de los resultados y la falta de
propuestas novedosas de los candidatos. Los foros que contrasten ideas brillaron por su ausencia y los medios
informativos no se interesaron por hacer un seguimiento, en tal sentido, a los candidatos,
excepto de recorridos triviales que generan noticias también fútiles. En
cuanto al uso de medios, la ONG Participación Ciudadana, establece que el
binomio oficial tuvo mayor presencia que el resto de postulantes. Mientras que,
versiones de prensa destacan “la impotencia de la oposición al Régimen”, o que
“las cosas han estado más que apagadas y deslucidas. Posiblemente porque todos
sabemos quién va a ganar”.
Por otra parte, entre las razones de fondo que argumentan los
observadores políticos para que la campaña concluya con lo señalado, están el “control de la información en los medios públicos. Gestión
relativamente exitosa en ciertos sectores como la construcción de carreteras…Neutralización
de todo lo que pueda sonar a oposición. A más de ello, el manejo ideológico de
las grandes masas ha sido un éxito…De otra parte, la oposición sigue en un estado
de sopor y somnolencia. Carentes también de ideas y con mucho temor desde el
inicio, no han querido dar pelea al candidato-Presidente” (El Comercio).
Cuánto nos gustaría saber, por medio de estudios especializados, cómo ha
incidido la campaña en la concientización de la ciudadanía, en el conocimiento
de nuevas propuestas en función de país, en la difusión de nuevas tesis económicas, en la educación política de
los electores y en estrategias de desarrollo nacional a mediano y largo plazo.
Como decía mi abuela: no le pidamos peras al olmo. La carrera electoral entrada
en tierra derecha, como en la hípica, mostró candidatos galopantes y otros
respingadores, mientras que la mayoría son, a duras penas, potros de paso. Como
dice el pueblo: aquí no pasa es nada.
Que no sea reiterar nuestra preferencia por lo más seguro y conocido, porque lo
que resta por conocer, también ya sabemos cómo mismo es.
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