ALGO HA DE TENER EL MAN

Por Leonardo Parrini

Desde que me robaron por segunda vez mi automóvil, decidí andar en trole o en taxi. Desde que decidí andar en taxi tengo más tiempo para descubrir la ciudad y enterarme de que hay construcciones nuevas, de que ya derrocaron algunas casonas patrimoniales, y de que las calles son un espacio colmado, insoportablemente, de vehículos que se disputan el lugar de las veredas con los peatones.

En ese caos vehicular de las calles quiteñas hay tiempo para todo cuando uno toma un taxi porque no avanza con la ligereza esperada. Tiempo para ver pasar a la gente con una prisa que compite con la lentitud del tráfico. Tiempo para leer un libro. Tiempo para chatear por el celular o para charlar con el taxista. No soy de los que habla mucho con el conductor, prefiero sumergirme en mis propias cavilaciones. Pero ayer subí a un taxi y, de entrada,  el taxista rompió el hielo literal del invierno quiteño y me saludó: Bienvenido, mi señor, a dónde se dirige su merced. Es usted colombiano, pregunté, por eso de su merced, y me dijo: No, soy criollo, liguista y correísta. ¿Ah sí? Y cómo así es correísta. Pero mi señor, vea, si tanta gente va a votar por él, algo ha de tener el man ¿no cree, si o qué?

Bueno, pensé en mí interior, el man tiene carisma, buen verbo, buenas intenciones, audacia, ímpetu, arrogancia…

Vea -me interrumpe el taxista-, tiene todo lo que usted está pensando, pero además hace cosas por la gente, ¡por favor! eso no se puede negar; vea esas carreteras de lujo, vea esa gente que antes no tenía donde caerse muerto en una enfermedad y ahora por lo menos tiene atención médica en el seguro social. Vea la educación que antes estaba en manos de los garroteros, ahora los chicos estudian, se acabaron los paros de la UNE y de la otra Jajajaja (se ríe). Sí, pero, le digo -haciendo de abogado del diablo- el man se cree un reyecito, al que todos debemos obedecerle. Eso se llama liderazgo, joven, li-de-raz-go, me dice martillando cada silaba y acelerando un chance el vehículo. Lo que sucede que es que el man es bien parado. Ya ve como le puso el pecho a los chapas golpistas. Bueno eso sí estuvo mal, le digo, no debió provocarlos. Pero ¿a quien le importa?, un Presidente debe hacerse respetar y eso fue lo que hizo frente a los policías sublevados. Miro de reojo al taxista y veo un hombre apasionado, un trabajador de la clase del volante, que hace del  oficio su medio de sustento familiar y, ademas, una tribuna política y pienso que, sin duda, Ecuador vive otros tiempos.

Vea, joven, ¿a usted le gustaría que tuviéramos otra vez siete presidentes en diez, años, y otro feriado bancario, politicos fugados?, ¡qué vergüenza!, ¿Quiere otra vez especulación con el dólar, que seamos mirados como republiquita por los países aniñados? ¡Ahora somos respetados, vea!  ¿Por qué Assange se asiló en Ecuador, por qué no lo hizo en un país más bacano, por algo ha de ser ¿no? Sí, pero eso estaba amarrado desde la entrevista que le hizo a Correa, le digo. Amarrado o no, el man eligió Ecuador ¿sí o qué?, responde desafiante.

Llegamos al Parque El Ejido. El taxi se detiene y me despido del taxista con un gracias, jefe, otro día hablamos mejor de la Liga. Se ríe y me dice: claro, la liguita, campeón de América, como Correa, por algo ha de ser ¿no? Desciendo del taxi. El parque está  vacío a esta hora de la mañana. Un verde gélido brilla en la copa de los árboles. Los columpios inertes destilan el rocío que se descongela. 

¿Y quién es el man?

Rafael Correa nació el 6 de abril de 1963 en Guayaquil, Ecuador. Hijo de Rafael Correa Icaza y de Norma Delgado Rendón. Realizó estudios primarios y secundarios en el colegio católico San José La Salle. Obtuvo una beca en la Universidad Católica, donde se graduó de Economista, en 1987. Se identifica con la izquierda nacionalista y latinoamericana. En abril de 2005 fue nombrado Ministro de Economía, en la presidencia de Alfredo Palacio. Fundó el movimiento Patria Altiva y Soberana (PAIS) en 2006. Tras modificar la Constitución en 2008 logró mayoría política en la Asamblea ecuatoriana. Está casado con Anne Malherbe Gosseline, profesora belga a la que conoció en 1990 en la Universidad Católica de Lovaina. Son padres de tres hijos: Sofía, Anne Dominique y Rafael Miguel.

Evoco la imagen del man, con esa sonrisa televisiva y dijo: cierto es, este man algo ha de tener para que con tanto fervor la gente lo defienda y vote por él nuevamente.

Súbitamente recuerdo lo que le dije a Rafael Correa, cuando él era Ministro de Economía, al concluir una entrevista que me concedió, gracias a una gestión de Juan Carlos Toledo: Vea Rafael, no soy brujo, pero usted va a ser el Presidente de este Ecuador que clama por un lider fuerte, honesto, bien parado. Usted, con su actitud y discurso, está sincerando la política tan venida a menos en este país.  Me miró, ya sin la sonrisa televisiva y con el ceño fruncido, dijo: Vea, Leonardo, yo soy un hombre que sólo quiere servir a este pueblo, que no tengo compromiso con ningún grupo económico ni político de la oligarquía y que me someteré las veces que sea a la voluntad de ese pueblo.

Hoy que va a someterse nuevamente a la voluntad popular, el Presidente Rafael Correa, querido, odiado, elegido en el 2006 y reconfirmado en el cargo en el 2009, está a un paso de ser el lider que conduzca al Ecuador durante otros cuatro años hacia donde quiera llevarlo como el mandatario más autónomo y reacio a ceder a las presiones de grupos de poder desplazados del poder. Algo ha de tener el man.