Por Leonardo Parrini
La noticia fue un reguero
de pólvora, luego de que salió al aire por la cadena de televisión Ecuavisa: Rafael Correa pidió ayuda económica a Guillermo Lasso
en su primera campaña electoral. La fuente: el propio ex banquero que aseguró
que el Presidente Correa, hoy candidato a la reelección, “estuvo en mi casa por dos ocasiones en 2006
solicitando apoyo. No fue lo que él quería porque no soy una persona millonaria
como la gente cree”, dijo Lasso. Como si no dijera nada, Lasso agregó a manera
de explicación que “dentro del marco de la ley, fue una persona libre de apoyar
cualquier candidatura” en años anteriores, y dio a entender que habría apuntalado
al presidente Rafael Correa en los inicios de su carrera política.
Vamos a suponer que esta versión
es cierta y que Correa recibió aportes económicos de Lasso en la campaña
presidencial del 2006. La confesión del candidato banquero, en pleno proceso electoral
para los comicios del 17 de febrero, pretende ser una jugada de ajedrez que tiene
que darle réditos, si no, resulta inoficioso ponerla sobre el tapete de la
campaña actual. La pregunta de rigor es: ¿En qué favorece a Lasso decir que
ayudó económicamente a Correa y en qué favorece a Correa reconocerlo?
El tema de fondo de la noticia
en mención radica en la supuesta inconsecuencia ideológica de un banquero de
derecha que apoya a un economista de izquierda y en la incongruencia política de
éste último de solicitar dicho apoyo. Queda en el tintero la pregunta del millón.
¿Quién va al cielo, quien al infierno, por ese hecho?
La noticia que insinúa un
supuesto doble discurso de ambos candidatos y que, presurosamente, fue difundida por
los medios informativos apunta, sin duda, al desprestigio de Correa, puesto que Lasso se declaró
con derecho de ser “libre de apoyar a toda candidatura”. Para reconfimarla podemos
preguntar a Rafael Correa, como sugiere Martin Pallares de El Comercio. “¿Por
qué no le preguntan a Correa? Es difícil imaginar a un país, que no sea éste,
en donde una interrogante de esa envergadura haya sido ignorada de forma tan
brutal”, cuestiona Pallares.
El tema de fondo no es quién
reconoce primero el hecho, sino quien arriesgó más al protagonizarlo y quién
pierde o gana imagen reconociéndolo hoy día. La autenticidad política y la consecuencia
de principios son todavía valores cotizados en el campo donde se juega hoy el
poder político en el Ecuador. El país ha trazado una nueva cancha y este hecho debe
permitirnos confirmar si el cambio proclamado ha sincerado el discurso político,
en virtud de un gesto en el que los actores deberían decir las cosas por su
nombre.
Cambio de época
El Presidente Correa ha sintetizado
al actual momento histórico como un cambio de época, más que
de una época de cambios. Hoy día están en evidencia, no solamente la
configuración de un ‘bloque de poder regional’, sino además nuevas formas de
injerencia imperial de la Alianza Transatlántica -EEUU y Unión Europea- como
respuesta. En este macro escenario los medios informativos ejercen una suerte de
“golpismo mediático, que impondrá una valla de distorsión informativa”, según el
activista Edgar Ponce. En esa trama se enmarcan noticias como las relacionadas
al aporte económico que habría dado Lasso a Correa en 2006. Asistimos a “un
embate colectivo contra los procesos gubernamentales progresistas del
continente (…) para desestabilizar a los gobiernos populistas de izquierda”, señala Ponce. Este hecho tiene su explicación: Correa cometió
el pecado mortal de “haber cuestionado con frontalidad y llevado al
banquillo de los acusados al mayor poder en la historia moderna: los grandes medios
privados de comunicación”.
Por esta razón la noticia del
apoyo de Lasso a Correa es una jugada de ajedrez que busca el jaque mate al
rey, es decir a Correa, en un momento electoral extremadamente sensible. Que algunos
empresarios privados, como Lasso, hubieran estado dispuestos a financiar un proyecto
político de cambio e inclusión social en el Ecuador, habla de un nuevo país. De
ser así, ambos candidatos pueden anotarse un punto a su favor. Aun cuando en la cancha
los contrincantes prefieran no mostrar sus debilidades, sino sus fortalezas, o
diferirlas para cuando las aguas electorales hayan descendido y el proceso de continuidad
del cambio de época siga su curso.
Cuando alguien pide ayuda económica sea para política o cultura uno acude a toda firma grande.... ahora que para Lasso unos cuantos miles sean algo sin importancia es otra cosa.
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