Por Leonardo Parrini
La noticia
se come a la noticia. Esa es una verdad periodística irrefutable: cuando una
noticia tiene más impacto, proximidad e interés que otra, simplemente se la
“come” o la desplaza en la agenda mediática. La semana anterior, el sábado para
ser exacto, el Presidente Rafael Correa en rueda sabatina ante la prensa se
refirió a su primo Pedro Delgado, en estos términos: “Ahora resulta que no
tiene título de economista y que para ser presidente del Banco Central se
necesita título de economista. Todo es mentira. No se necesita título de
economista para ser presidente del Banco Central, y Pedro Delgado tiene un
título de maestría en Economía Empresarial, título de cuarto nivel al cual
había accedido siendo egresado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador”.
Cuatro días después
el primo presidencial, Pedro Delgado, manifestó en rueda de prensa: "Tomé
una decisión equivocada y para alcanzar mi objetivo académico, cometí una falta
que ahora me está costando muy caro. No viene al caso abundar en los detalles
del porqué o bajo qué circunstancias se entregó al Incae un documento sin valor
que me acreditaba un título que no ostentaba". Diario El Comercio publicó
días pasados en referencia a una indagación hecha en la Universidad Católica:
“El documento destaca que Pedro Miguel Delgado Campaña, “registra matrículas a
partir del primer semestre del año lectivo 1983-1984 hasta el primer semestre
del año lectivo 1990-1991. De conformidad con los registros de Secretaría de la
PUCE, no ha obtenido grado académico o título profesional en esta Universidad”.
En entrevista
a diario El Comercio, Arturo Condo, Rector del Incae Business School de Costa
Rica, consultado sobre la validez de un título emitido por ese centro de
estudios, sin previo título académico, señaló: “La respuesta es no. Nuestro
título de maestría requiere de un título de pregrado y si el título se
verificara inválido o inexistente nuestro título no tendría validez”. La
noticia del día se convirtió en la noticia de la semana y se comió a la de la
semana anterior: Pedro Delgado, ex Presidente del Banco Central y responsable
del Fideicomiso "No más impunidad", que administra bienes incautados
por el Estado a bancos intervenidos en la crisis financiera de 1999, reconoce
la falsedad de su título académico y renuncia a su cargo.
A confesión
del primo, relevo de pruebas. El Canciller Raúl Patiño dijo en Twitter:
"Pedro Delgado renunció a sus funciones por haber usado un título
falsificado. En este gobierno no se permite este tipo de conductas". La
pregunta es: si renunció porque en “este gobierno no se aceptan ese tipo de
conductas”, ¿lo hicieron renunciar? Si es así, está muy bien que no se acepten
“ese tipo de conductas”, pero debieron pedirle la renuncia públicamente.
Malabarismos
mediáticos de tal naturaleza no son nada saludables a pocos días de una
elección presidencial, por más ganada que se considere la contienda. La noticia
se come a la noticia, pero se la come con quién la genera. La confesión de
Delgado es meritoria, como gesto de valentía, pero censurable en tanto caldo de
cultivo para aquellos que andan buscando las cinco patas al régimen y la
encuentran, tan fácil como que la noticia de la semana, que desplazó a las
otras noticias, está publicada en todos los diarios.
En la vida
no basta con ser honesto, hay que parecerlo. Pero además hay que haberlo sido
siempre, porque los golpes de pecho, a veces, no surten el efecto
ejemplificador de quien confiesa sus pecados a la luz del día. Ante la
confesión del primo presidencial, todos somos perdedores. Pedro Delgado que
acabó con su carrera pública, su familia a la que pidió perdón; su primo, el
Presidente y el país a quienes también instó indulgencia. El daño está hecho,
el costo habrá que medirlo en credibilidad. La credibilidad es el mayor capital
de los seres humanos y de las instituciones; y ésta se pierde o se gana, pero
no suele ser un recurso tan fácilmente renovable. El Ecuador, en proceso de cambio, espera las acciones legales
correspondientes contra tal despropósito, como una irrefutable señal de que el país
sí ha cambiado de faz. No en vano se dice que la fe es tan potente, que mueve
montañas; pero al mismo tiempo, tan frágil que se hace añicos ante la menor
brizna de falsedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario