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jueves, 20 de diciembre de 2012

LA CONFESIÓN DEL PRIMO



Por Leonardo Parrini
 
La noticia se come a la noticia. Esa es una verdad periodística irrefutable: cuando una noticia tiene más impacto, proximidad e interés que otra, simplemente se la “come” o la desplaza en la agenda mediática. La semana anterior, el sábado para ser exacto, el Presidente Rafael Correa en rueda sabatina ante la prensa se refirió a su primo Pedro Delgado, en estos términos: “Ahora resulta que no tiene título de economista y que para ser presidente del Banco Central se necesita título de economista. Todo es mentira. No se necesita título de economista para ser presidente del Banco Central, y Pedro Delgado tiene un título de maestría en Economía Empresarial, título de cuarto nivel al cual había accedido siendo egresado de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador”.

Cuatro días después el primo presidencial, Pedro Delgado, manifestó en rueda de prensa: "Tomé una decisión equivocada y para alcanzar mi objetivo académico, cometí una falta que ahora me está costando muy caro. No viene al caso abundar en los detalles del porqué o bajo qué circunstancias se entregó al Incae un documento sin valor que me acreditaba un título que no ostentaba". Diario El Comercio publicó días pasados en referencia a una indagación hecha en la Universidad Católica: “El documento destaca que Pedro Miguel Delgado Campaña, “registra matrículas a partir del primer semestre del año lectivo 1983-1984 hasta el primer semestre del año lectivo 1990-1991. De conformidad con los registros de Secretaría de la PUCE, no ha obtenido grado académico o título profesional en esta Universidad”. 

En entrevista a diario El Comercio, Arturo Condo, Rector del Incae Business School de Costa Rica, consultado sobre la validez de un título emitido por ese centro de estudios, sin previo título académico, señaló: “La respuesta es no. Nuestro título de maestría requiere de un título de pregrado y si el título se verificara inválido o inexistente nuestro título no tendría validez”. La noticia del día se convirtió en la noticia de la semana y se comió a la de la semana anterior: Pedro Delgado, ex Presidente del Banco Central y responsable del Fideicomiso "No más impunidad", que administra bienes incautados por el Estado a bancos intervenidos en la crisis financiera de 1999, reconoce la falsedad de su título académico y renuncia a su cargo.  

A confesión del primo, relevo de pruebas. El Canciller Raúl Patiño dijo en Twitter: "Pedro Delgado renunció a sus funciones por haber usado un título falsificado. En este gobierno no se permite este tipo de conductas". La pregunta es: si renunció porque en “este gobierno no se aceptan ese tipo de conductas”, ¿lo hicieron renunciar? Si es así, está muy bien que no se acepten “ese tipo de conductas”, pero debieron pedirle la renuncia públicamente.

Malabarismos mediáticos de tal naturaleza no son nada saludables a pocos días de una elección presidencial, por más ganada que se considere la contienda. La noticia se come a la noticia, pero se la come con quién la genera. La confesión de Delgado es meritoria, como gesto de valentía, pero censurable en tanto caldo de cultivo para aquellos que andan buscando las cinco patas al régimen y la encuentran, tan fácil como que la noticia de la semana, que desplazó a las otras noticias, está publicada en todos los diarios. 
 
En la vida no basta con ser honesto, hay que parecerlo. Pero además hay que haberlo sido siempre, porque los golpes de pecho, a veces, no surten el efecto ejemplificador de quien confiesa sus pecados a la luz del día. Ante la confesión del primo presidencial, todos somos perdedores. Pedro Delgado que acabó con su carrera pública, su familia a la que pidió perdón; su primo, el Presidente y el país a quienes también instó indulgencia. El daño está hecho, el costo habrá que medirlo en credibilidad. La credibilidad es el mayor capital de los seres humanos y de las instituciones; y ésta se pierde o se gana, pero no suele ser un recurso tan fácilmente renovable. El Ecuador, en proceso de cambio, espera las acciones legales correspondientes contra tal despropósito, como una irrefutable señal de que el país sí ha cambiado de faz. No en vano se dice que la fe es tan potente, que mueve montañas; pero al mismo tiempo, tan frágil que se hace añicos ante la menor brizna de falsedad.

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