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domingo, 27 de mayo de 2012

¿LIBERTAD O DIVERSIDAD DE EXPRESIÓN?


Por Leonardo Parrini

La sociedad de la información, en la que vivimos, se muestra muy sensible a las opiniones extremas. Habituada ya a la profusión informativa, se incomoda ante puntos de vista que no matizan las ideas y los sentimientos y se alejan del consenso que suele contar con mayor aceptación social.  Esa fue la reacción social ante una reciente opinión editorial publicada en diario El Comercio de la ciudad de Quito, cuyo autor, sin contraste alguno, se manifestó abiertamente en contra del matrimonio y adopción de menores entre homosexuales y lesbianas. El editorial titulado ¿Familia Alternativa? empleó expresiones como “repugnantes” y “desadaptados sociales” para referirse a quienes practican  relaciones con personas de su mismo sexo.

En discordancia, voces disímiles se hicieron escuchar en medios como diario El Telégrafo en cuyas páginas publicó que “la homofobia constituye una enfermedad, revela una condición extraña con respecto a su propia sexualidad”. La reacción de rechazo de un sector de la sociedad que se siente provocada frente a un intempestivo extremismo editorial, no se hizo esperar en un Ecuador que comienza a dar notorios indicios como sociedad incluyente y consensual.    

No obstante, el mencionado editorial de El Comercio, eliminado luego de su página web en prueba de “censura posterior”, confirma que la diversidad de expresión aún es una asignatura pendiente en los medios de información. Diversidad que, cuando se la ejerce, profundiza el concepto de libertad de expresión como un derecho humano esencial, pues recoge el criterio de más de un opinante en un espacio equivalente para los distintos puntos de vista. El editorial de Miguel Macías Carmigniani refleja que la libertad de expresión, en este caso, fue ejercida como una práctica unilateral que transitó por un solo andarivel, sin contraste de fuentes ni con multiplicidad de enfoque en el asunto tratado.

El caso se volvió un tema sensible ya que se trata de la homosexualidad y el lesbianismo, realidades ante las cuales la sociedad ecuatoriana intenta gestos de tolerancia y respeto considerando, precisamente, la diversidad de tendencias sexuales que tienen lugar en el país. Por eso resultan extrañas e inaceptables las posturas extremas que interponen juzgamientos moralistas en lugar de una actitud reflexiva frente a las distintas preferencias de sexo.  

La infodiversidad, si se me permite el concepto, -o diversidad de expresión- debe llenar un vacío informativo aun existente en el espectro mediático, como principio esencial de la política editorial de noticieros y contenidos audiovisuales e impresos. Diversidad de expresión que asegure la polivalencia informativa con más de una fuente equiparada y contrastada o, al menos, una dualidad de enfoque del tema. Diversidad que garantice el derecho de expresión de todos los sectores de la sociedad en los espacios periodísticos y en los editoriales de las empresas mediáticas, redactados por personajes que no son, necesariamente, profesionales de la comunicación social. Infodiversidad que otorgue lugar a una variedad de enfoques, no sólo a miradas unilaterales y tendenciosas que responden a intereses parciales.   

La sociedad de la información en la que vivimos, lejos de ser unívoca, tiende a ser diversa. Esto evidencia que en democracia la libertad de expresión se multiplica en plural y no se reduce a una sola voz autocrática  que pretende reducir la convivencia social a un espacio de retaliaciones e intransigencias extremas. Confírmase, además, que a esa misma libertad de expresión, ¡cuánta falta le hace todavía una dosis de diversidad de expresión para ser verdaderamente incluyente!