Por Leonado
Parrini
Una buena revista
es una compañera de viaje, de insomnio o de sueños. Babieca, la flamante
revista de cine y teatro de reciente estreno, es mucho más que eso. Babieca es
una butaca donde sentarse a leer y conocer la vida de actores
famosos, saber más acerca de realizadores de nivel mundial y nacional, o asistir
a los últimos estrenos sin salir de casa. Babieca lleva el nombre de un corcel
famoso e imaginario, juguete de miocides campeadores, con ojos de plato galopa
por el asombro como un niño. Babieca quiere romper el paradigma de las
publicaciones elitistas y lanzarse a la caza del gran público.
¿Dónde está el
público? se pregunta como director Iván Egüez, al concebir una revista de cine
y teatro que es espejo de nosotros mismos. El público está ahí, acomodándose en
las butacas y pretender cautivarlo es un intento mayúsculo, pero no solo eso. Babieca
se propone formar un espectador que anda en busca de contenidos que nos hacen
pensar, divertir, emocionar, provocar impacto e influir en ese público, es ya un
esfuerzo de mayor idealismo periodístico.
La quijotada de
hacer una revista para una audiencia masiva es una loable tentativa de la Campaña
de Lectura Eugenio Espejo, -editora de Rocinante y ahora de Babieca-, es asunto de quien sabe lo que
hace y cómo hacerlo bien. La puesta en escena
de nuevos principios salta a la vista en sus páginas tamaño bolsillo: buscar
ese punto de encuentro donde la audiencia, aunque esté acosada por la costumbre
y la publicidad del cine de gran factura, pueda hacerse de una cultura cinematográfica
sin prevenciones o pueda encontrarse con la producción local y hacerse una estética
que, sin duda, tendrá otros parámetros.
Babieca es fruto
del trabajo de un equipo de película que lidera el escritor Iván Egüez Rivera y
donde actúa como editora Sandra Araya. Contiene textos de: Marcelo Báez, Juan
Fernando Jaramillo, Christian León, Lucho Monteros, Leonardo Parrini, Agustín
Pazmiño, Santiago Rivadeneira, Alex Schlenker y Cecilia Velasco. Babieca pertenece al gran público, que respetable o no, difiere la
mayor parte de las veces del cineasta, del dramaturgo, de los realizadores, cinéfilos
y la academia, porque la ciudad no es la calle, las plazas, sino la gente -como en
el cine-, que habita salas oscuras en busca de un destello que ilumine el
camino hacia una cultura de cine propio y colectivo.
La próxima vez que vayas
de viaje, de noche de insomnio boca arriba o arriando sueños, echa mano a
Babieca, la revista entretenida, inteligente e indispensable en todo bolsillo
que se deja leer y rebasa nuestra imaginación a galope tendido.
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