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jueves, 13 de agosto de 2015

EL PARO DEL DESGASTE AL FRACASO


Foto El Universo
Por Leonardo Parrini

Voceros de la oposición, incluidos analistas que vierten sapiencia en editoriales de la prensa mercantil describen un virtual fracaso del paro de este 13 de agosto. Y dicho fracaso ya había sido anunciado por el presidente Rafael Correa, expresado en la poca capacidad de convocatoria ciudadana. No obstante, el fracaso aludido por los analistas de la prensa opositora es cualitativo, es decir de fondo y sentido político.

Desde el leiv motive de la convocatoria a una caminata que recorre 800 kilómetros de carretera de sur al centro del país, la medida de oponerse a la ley de herencia y reformas constitucionales para las elecciones del 2017, “no tiene el peso como para una marcha tan larga (en kilómetros, no en número de participantes) y promocionada”, según puntualiza Ricardo Tello Carrión en el diario costeño El Universo.

Una medida que fue antes denunciada por el Primer mandatario ecuatoriano como “una estrategia concertada internacionalmente” para desgastar a los gobiernos de izquierda, al tiempo que culpó de actos de violencia a opositores que participaron en marchas a las que consideró como un fracaso total. “Es una estrategia no de reivindicaciones sino de desgaste, lo que no lograron en las urnas lo tratan de lograr con demostraciones de fuerza", afirmó en Presidente.

En una lectura crítica de la afirmación presidencial, Tello Carrión de El Universo, manifiesta que “ojalá logremos ver un poco más claro a quién está sirviendo el movimiento indígena que, a través de las juntas de agua, obliga a salir y protestar a sus bases. Mirar y entender, digo, las verdaderas intenciones de los caudillos que buscan plataformas electoreras anticipadas precisamente ahora que ya se posicionó el discurso de las marchas. Las marchas del desgaste”.

¿Qué viene después?

Más allá de la medida de hecho, el paro fortalecería al régimen por sus consecuencias inevitables: incapacidad de unir a la oposición en un proyecto político o electoral coherente, descrédito de una medida de fuerza popular y desazón en las bases por no conseguir doblar la mano al ejecutivo. El paro del 13 de agosto deja una estela clara para el analista Luis Verdezoto Custode, de El Universo: se viene una acción del Presidente Correa descrita como “el desmontaje de la organización social y el montaje de la política sobre su “prestigio” (la inflación y deflación constante de las cifras de popularidad del Ejecutivo)”. De este modo, la situación postparo impone el tema táctico de cómo “superar la desagregación social y política”, que se inserta en un tema estratégico de “como superar la crisis de las instituciones provocada por el personalismo”.

En el hipotético caso de que el paro sea evaluado como una derrota de la oposición, se avizora un escenario que “derivaría en un endurecimiento del régimen para vincularse con la sociedad. Es decir, le haría pagar su derrota, probablemente, con una mayor desarticulación y sometimiento de las garantías básicas para evitar su recuperación previa a la elección del 2017”, según el analista. En la eventualidad de que el paro consiga el propósito de “cercar” a la Asamblea Nacional y evitar que apruebe la enmienda de la reelección presidencial indefinida, el régimen “perdería a su aparente principal ficha articulatoria. Sin embargo, sin reina aún tiene expectativas de ganar la partida”. En tal caso, el mentado desgaste, no obstante, se produciría en las “propias energías sociales” que no pueden mantenerse movilizadas hasta diciembre “mes de la probable aprobación de las enmiendas”, manifiesta Verdezoto Custode. 

De este modo, según la mirada de los propios analistas contrarios al régimen, el Presidente Correa "logra cohesión social en base al sentimentalismo -el carisma presidencial- y despliega una alta capacidad para generar una nueva forma de clientelismo que intercambia obras por autoritarismo". 

Queda una asignatura pendiente: confirmar en la realidad si más allá del sentimentalismo existe un consenso y una consciencia popular que, aun sin estructuras orgánicas consolidadas, haga carne en la ciudadanía y se exprese en la voluntad electoral de seguir apoyando un proyecto político que con errores y debilidades, gestiona con aciertos un plan de justicia y equidad social, sin precedentes en la historia nacional.

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