Por Leonardo Parrini
Cuando éramos niños tener un
amigo era un acto de encantamiento que nos hacía vivir la magia de contar con
un pana, un cómplice, un ser humano a
quien le confiábamos hasta la existencia, o al menos, los secretos de nuestra
vida. Un instinto casi animal nos predecía que un amigo no defecciona, que
siempre está ahí dispuesto a cuidarnos las espaldas. Ese ser humano al que
llegamos a unirnos, incluso, por sobre los afectos consanguíneos, compartía los
juegos y los artefactos con que jugábamos en el espacio cotidiano del barrio. El
amigo o la amiga era esa otra parte de nosotros mismos que nos enseñó el valor
de la palabra amistad, cuyo único sinónimo esencial es la fraternidad.
Crecimos y las relaciones humanas
cambiaron de sentido, gracias a la tecnología de las comunicaciones que
aniquilaron el cara a cara, ese trato
íntimo con nuestros amigos, sin testigos o intermediarios. Antes ganar un amigo
era el descubrimiento de un compañero de ruta que se mostraba dispuesto a ser
tu complemento; el autor, cómplice y encubridor de nuestros aciertos y
desvaríos. Ahora conseguir un “amigo” es cosa de ciclear un botón en el abstracto
universo del Facebook, sin saber nada en concreto de esa persona que solicita
ser “amigo” o a la cual solicitamos amistad.
Vivimos hoy en la sociedad del
solipsismo, de la soledad, del estar sin saber quién deambula a nuestro lado.
En las grandes urbes no conocemos a nuestros vecinos inmediatos y las personas
con las que nos relacionamos, día a día, no nos dan tiempo para establecer
relaciones de mayor camaradería. Esto explica el éxito de las redes sociales,
del Facebook y del Twitter, que en su vertiginosa dinámica virtual nos hacen sentir
la sensación de estar incluidos y pertenecer a una comunidad.
Gracias a ese sentido de
pertenencia llenamos nuestras cuentas de Facebook con listados de “amigos” que,
presuntamente, están pendientes de nuestros mensajes, sentimientos y
angustias. Pero que en la realidad forman parte de un espectro abstracto de relaciones de comunicación
cibernética, cuya virtud consiste en hacernos creer que estamos todos unidos en
la misma red, en el mismo universo, y que formamos parte de un mundo solidario.
Pero nada más falso. Frente a
ello los expertos en relaciones humanas virtuales aconsejan no tener más de 200
amigos en Facebook, ya que superar esa cifra significa ganarnos un problema. Para ello
proponen realizar una depuración de nuestra lista de “amigos” virtuales que puede
ser diplomática o drástica, según sea el caso. La idea es eliminar amigos, sin
hacerse de enemigos. “Si tienes 600 amigos probablemente tengas 400 de
más. No te puede interesar tanta gente”, dice el experto Shelly Palmer.
Sin embargo, lo importante es
saber para qué se usa la red social y con quién contamos realmente. La idea es
eliminar los amigos chatarra que nos
hacen creer que mientras más nombres tenemos en la lista de amigos, más
populares somos. La forma de
depurar las listas de amigos virtuales es sencilla: publicar en la red social
un mensaje a todos los seguidores en el que se advierte que va a tener lugar un
saneamiento de amigos y que sólo se conservarán aquellos que hagan “me gusta” o
realicen un comentario en esa entrada. Hecho ese filtro inicial, se revisa el grupo de amistades resultante y
se analiza lo que cada uno aporta de interés a la red social.
Parece sencillo, pero lo más importante es el
criterio mediante el cual vamos a deshacernos de amigos virtuales. Pensando en
ese detalle identificamos una lista de perfiles de personas que deambulan en el
Facebook, en cuya nómina se encuentran nuestros amigos desechables. Como
no conocemos en la realidad a nuestros contactos, empecemos por detectar sus
perfiles y ver si están dentro del campo de nuestros intereses.
Reconoce a tus amigos virtuales
Lo más común es encontrar el
Amigo Activo que te escribe o el Amigo Pasivo que te lee. Dentro de esa
categoría está el Solitario/a que busca contactar con personas de su misma
categoría y pactar un posible encuentro real.
Durante el día es posible
encontrar al Noticioso que publica noticias producidas por otros y las postea
diariamente, como si se tratara de un informativo, sin hacer comentarios.
El cibernauta Autoayuda es
aquel que llena el muro con sugerencias de cómo ser mejor en la vida, como hacer
amigos, cuales son nuestros defectos y virtudes y como superarnos día a día. Por
lo general usa cartelitos con frases motivadoras y fotografías llenas de
sentido paternalista.
El Reflexivo/a da mensajes
cortos e inventa “ingeniosas” frases que denotan su estado de ánimo,
es un filósofo exprés, que tiene de
todo y para todos.
El Intelectual es aquel que
difunde contenidos espesos, con ideas elitistas que, por su complejidad, sólo interesan
y motivan a un grupo selecto de lectores. Algunos lo siguen por tratar
de vincular su nombre a quien suele tener buena imagen virtual.
El Descontento es quien usa el
Facebook como catarsis de sus demonios internos, siempre hay algo que anda mal
y nunca tiene una idea constructiva. Si el Muro del Facebook fuera de piedra, seguro
se daría de cabezazos.
El Iracundo es el que quiere
mostrar su lado disconforme, forma parte o quiere ser parte del grupo de los indignados
y casi siempre escribe a carajazos. Trata de mostrarse telúrico e irascible
porque eso le da un aire interesante. Este está emparentado con el Descontento
en el hecho que ninguno de los dos sugiere ideas demasiado profundas.
La Sensual es aquella que
muestra su mercadería, sin afán de lucro, pero con la esperanza de ganar fama y
flirteo por si acaso alguien enganche. Suele publicar fotografías en poses eróticas,
con poca ropa, y sonrisa insinuante. Por lo general tiene más de 4 mil amigos
que nunca le escriben y que sólo disfrutan sus fotografías.
El Neurótico es un personaje
singular del Facebook. Su rasgo más notable de neurosis gráfica es su afán de cambiar, constantemente, de fotografía
de perfil y de portada. No lo hace con ánimo de impresionar, sino de
autoafirmar su imagen física y su presunta popularidad ante los demás.
La Asesora culinaria es aquella
que siempre pone recetas de cocina, consejos prácticos, secretos de la abuela y
llena el muro de una miscelánea más completa que guía para volar un Boeing.
Están los que saturan el muro, literalmente
de grafitis chatarra, basura, como si
fuera una pared real. Los mensajes publicados son de todo tipo y de autoría
ajena. Se trata de cartelitos con frasecitas que quieren decir cosas profundas
de la manera más superficial. Ej. Lo que
más odias en los demás es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo
que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución.
Los Cursis son los que publican
frasecitas llenas de lugares comunes y mentiras convertidas en consejos. La
características más notable es la cursilería o presunción de sabiduría que
tienen esas frases Ej. ¡Amar es: nunca tener que pedir perdón..!
La Exhibicionista, por lo general,
publica fotos tomadas con el celular frente a un espejo, y con poca ropa, para
el muro y la portada. Es la típica que lanza el anzuelo, a ver cómo anda la
pesca hoy día.
El Artista que promueve
sus propias creaciones e invita a los amigos, o al público en general, a verles.
Entre algunos suele haber talento, mientras que la mayoría todavía no encuentra
su propio lenguaje.
El Curador de arte, sin ser
experto, colecciona imágenes de obras de arte y las postea en el muro con algún
comentario, por ejemplo: Este Picasso tiene un valor incalculable. ¡Noticia!
El Anunciador/a que publica
todo tipo de recados y mensajes prácticos para conseguir gente para casting,
personas que le ayuden en algún trabajo etc., es casi un Agente de Empleos
virtual.
El Españolito se trata de un migrante
sudaka que lleva algún tiempo en España y se le olvidó su dialecto originario.
Publica frases o comentarios en un castellano arcaico y pésimamente
mal escrito.
El Esotérico/a es quien anda viendo
fines de mundo en cada esquina y catástrofes anunciadas desde siempre. Suele
ver fenómenos parasicológicos hasta en la sopa y también gusta de las frases herméticas
escritas por algún imitador de Coelho.
El Activista es aquel que publica
diatribas contra sus enemigos políticos, siempre está en la oposición al
Gobierno.
El Desesperado que publica
llamados de auxilio, a menudo, para ubicar algo o a alguien. Pide ayuda como si
el Facebook fuera un pañuelo de lágrimas.
El Musicólogo, que anda recomendando
canciones o temas, suele tener buen gusto y comparte muestras raras de
temas desconocidos u olvidados.
La Resentida es la amiga que
difunde frases terribles, contra enemigos abstractos que se supone son sus ex
amantes, ex enamorados o ex esposos. Es una sufridora en esencia y en potencia.
No vive el amor, lo sufre y lo destila por los poros como desangramiento. Ej.
Si tus labios después de besarme callan mi nombre de que amor me hablas. La Resentida es también una
cursilona de peso.
La Modelo frustrada publica
fotos de otras modelos en poses atrevidas, en forma de identificación patológica
con el cuerpo ajeno, con el fin de calmar la ansiedad de ser modelo famosa y
apetecida.
El Consejero Sentimental siempre
tiene una palabra de aliento para los corazones rotos. Se trata de un amigo o
amiga que permanece atento a nuestras penurias y establece largos diálogos con frases
como esta “no importa amiga mientras tu corazón brille como un foco encendido no
faltara quien te ubique en la oscuridad del momento que hoy te hace llorar”
El Agorero escribe: No te
pierdas algo que puede cambiar tu vida. Y luego desaparece por un tiempo hasta
volver con frasecitas como estas: Ya te dije, amiga, que encontrarías algo que
podía cambiar tu vida, ahora cuida ese tesoro sublime que la vida ha puesto a
tus pies.
El Anacoreta o solitario que
escribe y escribe frases relativas a sus estados de ánimo, de preferencia
depresivos, pero que no recibe respuesta
alguna o un “me gusta” ni por casualidad. Esta especie corre peligro de
extinción por inanición afectiva.
Los Gastrofilios que difunden
todo tipo de recetas de cocina con consejos y comentarios como si se tratara de
un programa de cocina virtual. Suelel acompañar sus recetas de
apetitosas fotos de alimentos varios.
El Publicista que usa el muro para
mandar mensajes subliminales sobre productos y servicios, pero lo hace a manera
de comentario personal. Ej. “Las hamburguesas en algunos sitios de Quito están a
punto. Me fue muy bien en el Burger King”. O esta otra cuñita más sutil: “!Qué
ganas de comerme un Kaefece!” O “Nuestro sueño está por cumplirse,
próximamente: recorrer nuestra Argentina en nuestro Toyota”
El Difusor Tímido forma parte
de los que no se atreven a usar Facebook, de frente, como un medio de
propaganda de sus productos, ideas o servicios. Cuando escriben anunciando algo
lo hacen como pidiendo permiso: “Les comparto mi último escrito publicado en
tal revista, espero no les disguste o de lo contrario, difúndanlo entre sus
amigos…jeje.
Los Religiosos que convierten
al Facebook en una capilla o reclinatorio para rezar. Aunque respetable sus
convicciones, deberían tomar en cuenta que se trata de un acto de fe y por lo
mismo más íntimo.
Están los Increíbles que por más que publiquen frases, sentimiento
o imágenes nadie les para bola y se mantienen como esos predicadores religiosos
parados en la plaza, mientras la gente pasa sin mirarlos.
El Facebook, como la vida
misma, si no lo vives en la realidad otros lo harán por ti. Y esa no es,
precisamente, una actitud virtud muy virtual. Es interesante constatar que
todos hemos calzado, alguna vez, en alguno de los perfiles mencionados. Reconozcámonos en común y, a partir de allí, seleccionemos
nuestros amigos o amigas para que la lista de nuestras amistades en el Facebook
no se convierta, como esas antiguas guías telefónicas con millones de nombres
que no responden a nuestra llamada, cuando más los necesitamos.
Por esas cosas de la vida... ¿no habrá uno solo medio normalito?
ResponderEliminar