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martes, 9 de octubre de 2012

LA REVOLUCIÓN LLANERA


Por Leonardo Parrini

Los venezolanos chavistas celebraron a ritmo de joropo, el mismo ritmo que tiene la revolución bolivariana, sostenido, progresivo y alegre. Y en todos los rincones de Venezuela se escuchó Alma llanera, ese himno nacional estrenado en 1914  que canta a las riberas del Arauca vibrador, a las garzas y las rosas, hoy convertidas en pasiones revolucionarias. Como el joropo, las elecciones presidenciales venezolanas resultaron previsibles con variantes que le dieron un sabor especial, como las múltiples versiones del clásico que en su letra define los estados de ánimo que acompañan el proceso de cambio venezolano: amo, lloro, canto sueño…Estados del alma de triunfadores y perdedores, porque eso tiene de hermoso una lid democrática: libera el espíritu pasionario de los contrincantes.

Y en el fervor de las pasiones los venezolanos vivieron una jornada electoral impecable, según observadores internacionales, que marca el ritmo a un proceso político que muestra hoy al mundo inéditas variantes. Es la primera vez que la distancia entre gobierno y oposición se acorta al 10 % de diferencia, acorde con el escrutinio final de las elecciones del domingo. Diferencia numérica que expresa  factores cualitativos como la recomposición de una oposición que llegó a soñar con el triunfo y luego lloró una derrota -con sabor a victoria- por el estrecho margen entre ambos candidatos.

No en vano Hugo Chávez (55%), en gesto caballeroso y conciliador, llamó por teléfono a Henrique Capriles (45%) al término de los comicios, reconociendo luego en Twitter: “créanmelo, hemos sostenido una  amena conversación”. Y en seguida, invitó a la unidad de los venezolanos, “pese a las diferencias”. Este gesto del ganador es signo ineludible de respeto al contendor, lo que hasta antes de las elecciones había sido denostación contra el abogado de origen judío vinculado a familias propietarias de medios de comunicación opositores al régimen chavista.

El costo político y económico de la revolución

Una lectura del proceso venezolano permite colegir que la democracia llanera funciona y acorta distancias políticas en el fragor de las pasiones, con  dos detalles: la satanización de Chávez en la virulenta campaña opositora no surtió efecto y la maquinaria electoral oficialista no pudo contrarrestar con mayor eficacia a un Capriles que desafió al poder con 6 millones de seguidores que “marcaron el camino a seguir”, como reconoció el abogado opositor.

Pero aquello no es gratuito ni casual. Venezuela, país con la mayor reserva de petróleo del mundo, enfrenta una inflación del 9.8% y un déficit habitacional que pone al régimen en el desafío de hacer 400 mil viviendas anuales, según promesa electoral de Chávez. Reto que se suma a la necesidad de reducir a cero los dos millones de pobres que aún subsisten en la miseria y bajar el desempleo al 4% en la actual Venezuela petrolera que se plantea, además, elevar de 2 a 6 millones de barriles la producción diaria de crudo.

De cara al nuevo periodo presidencial, Chávez ha prometido “corregir los errores de 14 años” y “jamás volver al neoliberalismo”, para consolidar el “socialismo democrático”. El camino está expedito para el ex militar en los próximos dos años, con una Asamblea Nacional dominada por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), pero deberá reeditar el triunfo en las elecciones de gobernadores en diciembre.

En los planes de la revolución llanera no hay cambios  a la vista que no sea continuar con el plan de nacionalizaciones de empresas en los sectores de energía, alimentación y construcción para consolidar la economía estatal. Una medida con nefastas consecuencias para algunos y, para otros, una política que acentúa la “dependencia del país a las costosas importaciones que se mueven al ritmo de los volátiles precios del petróleo”. La revolución tiene un costo político y económico como demuestran los hechos en Venezuela. El gobierno de Chávez ha anunciado una expansión del gasto público con fondos petroleros para planes de alimentación, salud y vivienda argumentos de efecto positivo entre el electorado.

El llamado socialismo del siglo XXI rindió examen satisfactorio en Venezuela, consolidando su proyecto político para los siguientes cinco años, aun  con una oposición que se ha recompuesto y que ya probó su capacidad de movilización. Sin contar con la incertidumbre en la salud del presidente Hugo Chávez, quien ha pedido en una pasionaria oración llanera: “¡Dios mío!, síguenos dando vida y salud para seguir construyendo esta patria buena, esta patria nueva, esta patria bolivariana, esta patria socialista”.





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