Por Leonardo
Parrini
El que no hereda, no medra, dice el refrán popular. Pocos reciben muchos millones en propiedades, vehículos, negocios,
joyas, acciones, viajes, estudios en el exterior. Los heredados viven como elegidos
de la gleba, tocados por la diosa Fortuna. Pese a
que este no es un país de herederos, nueve de cada diez personas jamás
pagarán un impuesto a la herencia. Heredero es el
asignatario que sucede al causante en su patrimonio íntegro, es decir, sus
bienes, derechos y obligaciones transmisibles.
Los herederos económicos escuchan los cantos de sirena de los
opositores políticos, contra “un régimen autoritario” y se movilizan a las calles
vestidos de riguroso negro. Protestan contra un “gobierno de mierda”, que castiga a la gente de clase
media que heredarán a sus hijos solo el ensueño de que son
ricos, como dice Abdón Ubidia. Un país donde el Estado sume a la clase de los ricos
en la vergüenza de tributar ocultando las cifras reales. De la noche a la
mañana son tantos y tantos los heredados en Ecuador, que no deja de sorprender
un país tan plagado de usufructuarios fortuitos de fortunas recién aparecidas.
Los hereditarios padecen insomnio por el futuro de sus hijos. Se
revuelcan en el charco de la disconformidad, asustadizos impugnan a un Estado
que, presuntamente, engulle sus recursos privados y los deja en la orfandad
económica. Su protesta tiene el color negro de la muerte. Un duelo hipocondriaco,
fruto de su febril óptica de ver la vida y constatar un país que dejó de ser el
chiquero que añoran.
El golpe blando
Concupiscentes de la política apuestan al mejor postor de reyerta callejera. Se la juegan por el golpe blando, desestabilizador y revanchista, que haga rodar la cabeza del mandatario. Son ramplones disfrazados de idealistas. Buenos son los ideales, pero mejor son los cereales, declaran. Ideales como democracia y libertad, y detal, son rezagos de su vocabulario cercenado. Más rentables les resultan inversiones que deben rendir ganancias. Sus hijos herederos son el cheque en blanco para garantizar el futuro promisorio. Los herederos viven obsesionados en testar en vida. Sacan cuentas de sus heredades, como lanzar dados sobre la mesa. Se pone de moda hacer inventarios de cuántos bienes dejarán a sus descendientes. ¡Oh padres modelos! A falta de pan, buenas son las tortas.
Concupiscentes de la política apuestan al mejor postor de reyerta callejera. Se la juegan por el golpe blando, desestabilizador y revanchista, que haga rodar la cabeza del mandatario. Son ramplones disfrazados de idealistas. Buenos son los ideales, pero mejor son los cereales, declaran. Ideales como democracia y libertad, y detal, son rezagos de su vocabulario cercenado. Más rentables les resultan inversiones que deben rendir ganancias. Sus hijos herederos son el cheque en blanco para garantizar el futuro promisorio. Los herederos viven obsesionados en testar en vida. Sacan cuentas de sus heredades, como lanzar dados sobre la mesa. Se pone de moda hacer inventarios de cuántos bienes dejarán a sus descendientes. ¡Oh padres modelos! A falta de pan, buenas son las tortas.
A los hereditarios duele en el alma que les graven impuestos a la
riqueza que, muy probablemente, acumularon entre sombras. Es más fácil que un
camello pase por el ojo de una ajuga a que un rico entre en el reino de los cielos.
Entonces golpean su pecho en procura de asegurar el paraíso de privilegios en
la tierra tercermundista que los vio nacer. Son futres convencidos de
pertenecer a la cofradía del self made
man, del majo hecho a sí mismo. Como si la riqueza fuera producida en
solitario, sin la conjunción social del esfuerzo laboral. Los herederos viven
convencidos de que la riqueza surge por arte de magia, cae de la mana o brota como
agua entre las piedras. Luego se hereda con beneficio de inventario.
Hereditarios y herederos son artífices de la extorsión laboral.
Fungen de defensores del trabajador y son los mentalizadores de la tercerización
injusta. Son adalides de la explotación humana camuflada de trabajo digno. En su vida nunca aportaron al seguro social de sus empleados domésticos
y fabriles. El único sacramento que profesan, consagra la esclavitud maquillada
de bondad patronal. Testamentarios de un
patrimonio dudoso, su mayor fortuna proviene de la acumulación de bienes
mal habidos. Son privilegiados sin corona, ni estirpe. Hipócritas lloran
miserias, mientras que durante su vida aparentaron mayor riqueza que la real.
Salen a
vociferar a las calles a coro con la oposición política. Cualquier argumento y todo
pretexto son válidos. Con ímpetu aupado por una maquinaria destructora de la verdad, se movilizan manipulados desde
los medios de información. Ingenuos, pretenden hacernos comulgar con ruedas de
carreta. Pretenden convencernos de que todos somos afectados por impuestos a
las herencias. Por mimesis, hasta el más pelafustán se suma a una causa ajena e
injusta. La cruzada de oprobio de los dueños del capital, a condición de servir
a los intereses de sus finos círculos. Es un doble juego sedicioso: por un lado
los que se hicieron ricos a costa del trabajo ajeno; por otro, los desamparados
que buscan protección a cambio de mano de obra barata. Juntos explotadores y
explotados, derecha e izquierda, los que evadieron impuestos y los que
evadieron la justicia laboral. Los une la acumulación de tirria heredada de sus
propios chupa sangre.
Quienes hoy
participan en la sonada callejera de odio, esperan que su revuelta escale hacia
un conflicto mayor. No creen en la democracia, no esperan ganar las elecciones.
Golpean la puerta de los cuarteles para que los uniformados saquen las castañas
con la mano del gato, en el golpe blando de Estado en ciernes. Una cruzada, no de
subyugados, sino de privilegiados que los usan como tontos útiles.
Brillante análisis Leo. Es desgarrador ver a una porción del pueblo ayudando a los verdaderos interesados en esta conspiración, sostener mano con mano el garrote que más adelante sus “compañeros de vereda” dejarán caer sin compasión sobre sus cabezas.
ResponderEliminarComo en todo, de acuerdo con unas cosas, en desacuerdo en otras. Lo que hemos de heredar son bienes y cosas que, en buena medida, han pagado algún tipo de impuesto (predial, etc,). Es mejor promover la creación de riqueza por que da trabajo y oportunidades, es mejor incentivar eso que recargar lo que dejemos a nuestros hijos. Por otro lado, hay que hablar claro y decir: no me gusta lo de Correa, me lanzo de candidato y cuando gane, derogaré ese impuesto y lo pondré como estaba antes. Sin muchas discusiones. Sí, es evidente que hay un sistema en la trastienda haciendo videos, poniendo mensajes para desestabilizar al Gobierno. Las "revoluciones de colores", en Ecuador es ahora "negra"... no es casual, son gente formadas en Europa Central para mover a la gente joven vía redes sociales y desestabilizar.
ResponderEliminarLo que esta de fondo es posicionar a Nebot como el único candidato a la Presidencia de la República, se dan cuenta que con Lasso ni a la esquina. Nebot, sabe que su sueño se va por fin a cumplir. Esperemos el 25J y vamos a comprobar este enunciado
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