Por Leonardo Parrini
Domingo. Camino por el parque de La Carolina
en Quito y me asaltan –literalmente- a
la vista las vallas de la propaganda de la Alcaldía de Quito que me instan: Alégrate en La Nueva Carolina. Miro
hacia el norte y hacia el sur y no veo ningún nuevo parque, que no sea este
lugar de encuentro familiar cada vez más abandonado a la suerte del deterioro
urbano. Mi instinto publicista me asalta este instante y digo: He ahí una
mentira mal dicha. A diferencia de otros avisos publicitarios que suelen ser
una mentira bien presentada. A poco andar descubro que “la nueva Carolina”,
está infestada de anuncios de ese tipo, de abigarrados colores y frases sin
responsabilidad alguna, escritas por una mente fantasiosa desprovista de
imaginación.
Así ha de ser, estamos en la era de la comunicación emocional en la que importa
un bledo si el mensaje es mentira o verdad, con tal de conmover a los pobres
transeúntes que no salen de su asombro hasta caer en cuenta de que se trata de
una ampulosa comunicación política con fines últimos electorales. Acto seguido, viene a mi mente bajo el sol canicular del medio día, que estamos hablando
de una Alcaldía quiteña llena de sobresaltos, que necesita echar mano de una
comunicación institucional sin límites, desbordante, es decir manipuladora en
definitiva.
Vuelvo a mirar la instigación a ser feliz, alégrate en el nuevo parque…y pienso que
la alegría o la felicidad humanas en una capital como Quito, es poco menos que
imposible medirla cuantitativamente por la cantidad de “obras hechas pensando
en ti”, como dice la propaganda municipal. Pero las bondades de un cambio en la
calidad de vida, sí son cuestión de plazos perentorios, pero ni lo uno ni lo
otro está sucediendo en la “administración Mauricio Rodas”, pletórica de
sobresaltos.
Sobresaltos que hacen olvidar que hay una
dimensión que recibe poca o nada atención, que tiene relación entre la
convivencia de la ciudadanía y la estética de la ciudad hoy invadida de
letreros pintarrajeados que buscan la emoción del transeúnte desprevenido. Esto
evoca una afirmación que suscribo: Cualquier
administración que pretenda llevar a cabo un proceso con gobernanza y
sostenibilidad, debe despojarse de los colores de campaña para administrar la
ciudad en la que vivimos todos con distintas visiones, con distintos sueños e
intereses, pero con una sola esperanza: poder vivir mejor.
Precisamente la propaganda
de corte fascista prescinde del respeto a las motivaciones del consumidor
atribuyéndole un borreguismo a ultranza, una conducta femenil susceptible de
ser manipulada como siervos al matadero. Eso remite al tema central de campaña
electoral de Rodas: “recuperar la alegría, la frescura y la conversación entre
todos los ciudadanos”, sin importar sus realidades específicas y sus sueños
concretos. Mientras transcurre la
tarde y avanzo entre carteles y árboles del parque La Carolina, caigo en cuenta de que la
autora de estos carteles es una administración municipal obligada a echar mano
a la propaganda. Única forma de respuesta indirecta a las críticas a sus
múltiples actos fallidos que quitan el sueño al
edil de la ciudad.
En una retahíla de
sobresaltos, la prensa destaca un hecho curioso si no fuera símbolo de la
decadencia ética de quienes lo protagonizan: “Para eliminar información sobre
supuestos actos de corrupción habrían ingresado la madrugada del 15 de abril el
coordinador de adquisiciones, Carlos Orbe, y el gerente de Tecnología, Carlos
Paspuel, al área administrativa de la Empresa Metropolitana de Transporte de
Pasajeros de Quito (Epmtp)”. El video que los detecta fue levantado por Oscar Játiva,
sindicalista. Según la publicación de Játiva, la
información correspondería a contratos anómalos con empresas de seguridad y
limpieza, una versión que fue corroborada por una fuente que pidió no ser
citada. En el portal del Servicio Nacional de Contratación Pública
(Sercop), desde inicios de este año constan 6 procesos de contratación de la
Epmtp.
La cosa ética hace agua en
las turbulentas corrientes municipales. La vida privada de Rodas también ha
estado sujeta al escrutinio público durante el período de un año en el
ejercicio del cargo. A dos semanas de iniciar su gestión en mayo del 2014, se
conoció que una multa aplicada por el IESS al Alcalde Rodas tenía como
fundamento el incumplimiento con dos empleados personales en el pago de los
aportes al Seguro Social durante seis meses.
La cosa ética se puso color de
hormiga cuando trascendió en la prensa mexicana la presunta relación existente
entre el Alcalde quiteño y Luis Muñoz Orozco, buscado por las autoridades de
los EE.UU. por narcotráfico. El periodista Francisco Herrera Arauz de
Ecuadorinmediato se pregunta: ¿Por qué Orozco vino a Ecuador, por qué se
vinculó con usted, señor Alcalde? ¿Qué función cumple en el municipio de Quito?
¿Qué asesoría le dio a usted? En este espinoso caso los medios han tomado un
silencio cómplice. Tomarse una foto con un implicado en narco tráfico no tiene porqué
importarle a Quito, concluye irónicamente Herrera Arauz. No obstante, el cambio de
los colores quiteños de azul y rojo “por los colores de Suma conque tiene
pintarrajeada la ciudad, coinciden con “los mismos tonos de los Centros de
Desarrollo Infantil de México” y desatan graves especulaciones de sus relaciones
con el personaje mexicano, apunta Francisco Herrera.
El director del medio
digital apunta a un reclamo sobre la
ética, señor alcalde, la ética, como versa un documento de dominio público
de su autoría. En dicho libelo, Herrera Arauz invoca a que el Alcalde quiteño “preste
atención al factor ético, ya que la gestión en obras es todavía nula y eso
genera un riesgo futuro”. El reclamo a las ligerezas de las palabras de Rodas
es otro colorido acápite del documento: la facilidad con que hace
afirmaciones que resultan falsas, en referencia a negar que Jaime Duran Barba
es su asesor, mientras que el conocido encuestador lo desmiente en Radio
Democracia, dejando al descubierto la mentira del alcalde asesorado.
En el documento se deslizan
acusaciones de igual calibre: El caso de la censura previa a Ecuadorinmediato,
que habría creado un “ambiente perverso
en nuestra contra”, dice Herrera Arauz, por el hecho de “arrasar con la
libertad de expresión”. Circunstancia que el Alcalde Rodas consideró “un error
administrativo”, que no ha sido justificado ni explicado y que habría protegido
al culpable del desacierto.
Los roces con sus
partidarios como Antonio Ricaurte, que insta al alcalde que “no se vaya con la derecha”, es otro sobresalto. Asi como las alzas de
las tarifas de los taxis en Quito, producto de acuerdos previos con el sector
de taxista que apoyó su candidatura a la Alcaldía, fue “poco ético que se
niegue tal acuerdo”, dice Herrera Arauz.
Mientras camino por una
ciudad que aun en domingo muestra síntomas de congestión vehicular, ésta me recuerda
que la construcción del Metro es otro proyecto pendiente de viabilizar. Ha
transcurrido un año que no se ha avanzado un centímetro en dicha obra, un “espectáculo
contradictorio que ofrece el Alcalde y sus adláteres”, según Herrera Arauz. Y
la movilidad es una tachuela en el zapato del edil capitalino. En otro
sobresalto edilicio, promover “un
proyecto Quito Cable sin presentar estudios técnicos, económicos o
financieros es una “pretensión de engaño a la opinión pública”. No sin razón, el periodista
invoca al Alcalde a que “garantice un proceso respetable y sin sospechas de
privatización de este sistema de transporte público”.
Ahora
si resulta comprensible que la propaganda de “la nueva Carolina” sea otra colorida falacia, tan inútil
como la acción de los policías
metropolitanos pitando a los semáforos, en grupos de tres efectivos, como si el
presupuesto del municipio fuera rebosante de recursos provenientes de los impuestos
de la ciudadanía. La ética, señor alcalde, la ética, es una alerta oportuna,
como descubrir una forma distinta de hacer política. No se puede hacer la vista
gorda a tanto sobresalto, sin hacerle un flaco favor a la ciudad.
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