GRANDES TEMAS - GRANDES HISTORIAS

E c u a d o r - S u d a m é r i c a

jueves, 8 de enero de 2015

SIEMBRA VIENTOS, COSECHA TEMPESTADES


Por Leonardo Parrini

La sentencia bíblica que reza siembra vientos y cosecha tempestades, bien cabe para describir el momento que vive Francia como escenario de la guerra etnoreligiosa librada entre el islamismo y occidente y que tiene lugar en territorio galo, como una extensión ideológica del conflicto al resto de Europa.

El atentado que acabó con la vida del periodista, dibujante y director de la revista Charlie Hebdo, Stéphane Charbonnier, conocido como Charb y otros tres de los principales dibujantes del semanario, Cabu, Tignous y Wolinski, es una respuesta virulenta, en extremo violenta de los grupos islámicos asentados en Francia a un medio de información definido a sí mismo como satírico e irreverente. El semanario Charlie Hebdo, usando los recursos de la caricatura política, sembró el viento del escarnio y la fobia antislámica en el país galo con la publicación sistemática de imágenes de líderes religiosos de procedencia musulmana. El director Stéphane Charbonnier, que ocupaba el cargo desde en enero de 2014 en reemplazo de su creador, el escritor y periodista François Cavanna, había marcado la línea editorial del semanario con claro tinte anti islámico: “Si nos planteamos la cuestión de si tenemos derecho a dibujar o no a Mahoma, de si es peligroso o no hacerlo, la cuestión que vendrá después será si podemos representar a los musulmanes en el periódico, y después nos preguntaremos si podemos sacar seres humanos...Y al final, no sacaremos nada más, y el puñado de extremistas que se agitan en el mundo y en Francia habrán ganado”.

El periódico satírico francés Charlie Hebdo enfrentaba antecedentes de ataques, por similares motivos desde el 2011, cuando un coctel molotov provocó un incendio que destruyó gran parte de sus instalaciones. En esa oportunidad el atentado fue relacionado con una edición titulada Sharia Hebdo, que hacía una fuerte crítica al avance islamista en Túnez y Libia, con una burlesca caricatura de Mahoma dibujado como redactor jefe del número. La línea editorial de Charlie Hebdo, no hizo más que echar leña al fuego de una creciente ola de islamofobia que se expresa en Europa con una presencia de una comunidad musulmana de 5 millones de personas; y, particularmente, en Francia donde el 10% de la población tiene origen musulmán y el Islam se profesa como la segunda religión del país.

Si bien las diferentes oleadas migratorias a Europa de personas procedentes de las antiguas colonias ha conformado una sociedad plural y diversa, la aceptación de esta diversidad es una asignatura pendiente en la mente de millones de personas del continente europeo. El fenómeno de la islamofobia es azuzado por una extrema derecha política lisa y llanamente racista que, por tanto, pone en jaque el mismo concepto de libertad, igualdad y fraternidad tan proclamado por los franceses. La discriminación anti musulmana en Francia se expresa en el ámbito del trabajo, el sistema educativo y la sectorización urbana en barrios de extrema pobreza donde residen comunidades musulmanas. Organizaciones como Risposte Laique o Resistence Republkicaine, aglutinadoras de una amalgama procedente sobretodo  de la extrema derecha”, pregonan un discurso de rechazo al Islam que no duda en utilizar el desprecio y la mofa hacia los creyentes de esta religión.

Un informe de Amnistía Internacional del 2012 señala que “las discriminaciones contra los musulmanes se centran, sobretodo, en el ámbito laboral y educativo, en las limitaciones y problemas para abrir mezquitas y centros de culto, así como en las legislaciones y debates sobre el uso de prendas de vestir con carácter religioso o cultural”. Según el informe “se produce la estigmatización de musulmanes y la mayor propensión de este grupo a cometer actos violentos". Esta agencia europea sigue considerando válido un estudio realizado en 2010, según el cual los jóvenes que han sido víctimas de discriminación “son los que mayor riesgo corren de adoptar a su vez actitudes violentas”. En ese trabajo, uno de cada cuatro jóvenes encuestados (en Francia, España y Reino Unido) declaraba haber recibido un trato injusto o discriminatorio. Las mujeres pertenecientes a colectivos islámicos son las principales víctimas de mayor discriminación. El Colectivo Contra la Islamofobia en Francia asegura que “entre un 70% y un 80% de las denuncias que recibe proceden de ciudadanas, se relacuina en buena medida por el rechazo que genera el velo que suelen llevar las mujeres. La Agencia de Derechos Fundamentales ha puesto énfasis en “las trabas que encuentran éstas mujeres para insertarse en las sociedades europeas”.

Respuesta simple a un problema complejo

En Ecuador la noticia del atentado criminal al semanario Charlie Hebdo, -censurable desde todo punto de vista- sin duda, está marcada por la versión mediática que de manera simplista se alinea con la idea de que hay que defender la libertad de expresión y de tal, como si dicha libertad fuera licencia para denostar, insultar, burlarse o provocar la violencia del otro. Se confunde con candorosa  postura lo que significa defender la libertad de expresión frente a la intolerancia de los poderes políticos entronizados en el Estado capitalista, con una guerra etnoreligiosa que se libra históricamente entre el islamismo y el occidente. De este modo resulta cómodo dar respuestas simples a problemas complejos. Expresiones del embajador francés en Quito, como: la unidad frente al terrorismo debe ser la consigna del mundo, también tiene un impacto mediático, pero refleja un maniqueísmo político de un tema ideológico más complejo. Es un discurso sesgado que parte de la base de que el otro es el terrorista, el islámico, y exime de responsabilidades al semanario satírico que exacerbó el ánimo de los musulmanes provocando y ridiculizando sus creencias religiosas de manera intransigente.

En un matiz del tema, la apología a la libertad de expresión, asociada al libre ejercicio del dibujo cómico o caricatura, es presentada por caricaturistas ecuatorianos como un acto de irreverencia ante la intolerancia del poder. Roque Maldonado afirma que “El humor es una catarsis social. La sátira reivindica el desbalance entre el poder y la ciudadanía”. El connotado comunicador gráfico concluye en que “la caricatura resalta las exageraciones de la vida”. Esta mirada crítica de su oficio es corroborada por Xavier Bonilla, Bonil, quien aduce que “la irreverencia está presente, no sólo en la caricatura, sino en literatura, música y en el ser humano. En el caso del semanario Charlie Hebdo, la tradición de la caricatura en Francia surge como voz de protesta e irreverencia que desacralizaba a la monarquía de esos países y ha ido evolucionando y mantenido esa dureza y virulencia de Charlie Hebdo. Cuando se siente una excesiva opresión la irreverencia está presente en la caricatura", concluye Bonil. A la luz del caso del semanario francés Charlie Hebdo, el tema amerita una sugerencia de fondo: la diversidad molesta al intolerante, no obstante la diversa expresión no puede ser motivo de provocación al otro. La aceptación de la diversidad es un síntoma de tolerancia y lucidez ideológica. Los fundamentalismos de tomo y lomo suelen, a menudo, sembrar vientos que cosechan tempestades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario